Al regreso de su 29º viaje apostólico de 3 días a los países de Bulgaria y Macedonia del Norte, el Papa Francisco agradeció la acogida de ambos pueblos: “Mi más cordial «gracias» a los obispos y a sus respectivas comunidades eclesiales por el calor y la devoción con que acompañaron mi peregrinación”.
Bulgaria
“En Bulgaria me he dejado guiar por el recuerdo vivo del papa san Juan XXIII, que en 1925 se desempeñó allí como Delegado Apostólico. Siguiendo su ejemplo de bondad y caridad, he invitado a todos a recorrer el camino de la fraternidad”, mencionó Francisco.
Asimismo, tras su encuentro con el patriarca ortodoxo Neofit, ambos recordaron su misión y vocación como cristianos “de ser signos e instrumentos de unidad, anteponiendo lo que nos une a lo que nos separa”.
Comentó también haber celebrado dos Eucaristías con la comunidad católica de Bulgaria, animándole a ser esperanzada y les agradeció una vez más al pueblo de Dios, por mostrarle su fe y afecto.
Aún hoy se necesitan evangelizadores apasionados y creativos, para que el Evangelio llegue a los que aún no lo conocen y puedan regar de nuevo las tierras donde las antiguas raíces cristianas se han secado
Macedonia
Al respecto dijo sentirse acompañado por la fuerte presencia espiritual de la Madre Teresa de Calcuta, quien nació allí: “Ella refleja bien la imagen de la Iglesia en este país: una comunidad tal vez pequeña pero llena de fuerza, gracias a la acción del Espíritu Santo, y que sabe acoger a todos para manifestarles el amor de Cristo”.
Igualmente resaltó la presencia de la Congregación Misioneras de la Caridad “una pequeña comunidad que, con la gracia de Cristo, se convierte en un hogar acogedor donde muchos encuentran descanso para sus vidas”.
“La Santa Misa celebrada en la plaza de Skopie ha renovado una vez más, en las afueras de la Europa de hoy, el milagro de Dios que, con unos pocos panes y peces, sacia el hambre de las multitudes”, finalizó el Pontífice.
