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Confirmación en la parroquia Nuestra Señora del Pilar

Un grupo de jóvenes y adultos de la parroquia Nuestra Señora del Pilar en el distrito de San Isidro recibieron el sacramento de la confirmación de manos del Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo.

“Después de bautizados, nosotros recibimos la condición de ser hijos de Dios con Jesús, y se recibe en unidad con el bautismo este sacramento de la confirmación que significa que nosotros no solamente somos hijos, sino que somos testigos, no solamente somos discípulos sino también misioneros, somos anunciadores de la palabra del Señor», comentó.

Llamados a ser testigos en el amor

“Una cosa es ser hijo, y es ser amado por el Padre, y otra cosa es ser testigo y decirles a los demás que ese amor del Padre vive en nosotros gracias a Jesús, y que por lo tanto, todo ser humano está llamado a vivir en el amor. Por eso, la confirmación nos activa como testigos, como personas que actúan y realizan ese amor en forma eficaz a lo largo de la historia del mundo” continuó.

“Dios es trinidad, es Padre, hijo y Espíritu Santo, y entre ellos hay un permanente amor, un amor en salida hacia nosotros”.

“Hoy día el mundo necesita testigos de ese amor, porque el mundo tiene muchos problemas, en todas las épocas, pero especialmente en la nuestra. Vivimos en una época donde el centro del mundo se ha organizado sobre el egoísmo humano, todo es yo, yo y nada más que yo. Si somos amados de Dios, estamos con la fuerza del mismo Dios para poder compartir ese amor y ser testigos de ese amor. Decir: yo que siendo solitario, no he sido solidario, hoy soy solidario, enseño y comparto con los demás la experiencia nueva de que en el amor las cosas tienen una salida a los problemas, a las heridas, a las tantas dificultades que tiene nuestra gente, nuestro pueblo”.

Estamos hechos para adelante

“Hemos sido creados a imagen y semejanza de un Dios comunitario, de un Dios solidario. Nosotros somos hechos para adelante ¿O alguien ha sido hecho al revés? Todos empezamos como una semillita, y nos empezamos a abrir y miramos al otro, al rostro del otro. Podemos abrazar, podemos conversar, somos hechos para amar, somos creados para amar y lo que hace Jesús es venir a revelarnos que esa es la verdad última que está escondida entorno a nuestro ser humano”.

«También puede ocurrir que, estando hecho para adelante, no me doy cuenta y vivo para atrás, vivo para mí ¿Qué nos revela la fe cristiana? Que siendo hechos para adelante, somos hijos, y los hijos aman como Dios padre los ha amado ¿Y cómo nos ha amado Dios? Gratuitamente».

“Dios nos ha constituido como personas gratuitas, él nos ha amado gratuitamente, en la raíz más honda de nuestro ser está que Dios nos ha amado sin pedirnos nada a cambio, solo quiere para nosotros nuestra felicidad, pero esa felicidad requiere comprenderse con hondura, no es cualquier felicidad, es la felicidad para amar, es la libertad para amar, no es la libertad para autodestruirse. Dios es tan generoso que deja a nuestra propia decisión las cosas, confía en nosotros”.

Laicos que anuncien el evangelio

«Hay personas que creen que para ser cristianos todos tienen que ser curas o monjas, eso no es posible, al contrario Jesús mismo fue laico como ustedes. Laico no significa tampoco ninguna palabra rara, viene de “laos” que significa pueblo, y Jesús fue un laico en el sentido de que no pertenecía a una raza sacerdotal, a una casta ni a un grupo especial. La novedad de Jesús es que siendo un hombre del pueblo, comprendió que Dios es su Padre y que está para hacer que el pueblo viva como pueblo digno, lleno de amor y de belleza».

«En ese sentido, hoy día nuestro país necesita el anuncio del evangelio, no necesita muchos curas y monjas, se necesita que nosotros como laicos, como humanos que hemos recibido el amor de Dios, compartamos y aprendamos todos juntos a ayudarnos unos a otros para resanar heridas, enjugar lágrimas, para promover nuevas cosas que permitan cambiar las situaciones más difíciles, desde las cosas más pequeñas de la vida cotidiana como las cosas grandes».

“La fe nos enseña a compartir cuidadosamente con el otro, a apreciar y no despreciar, nuestra fe es una fe que acoge a todos, es una fe que reconoce el valor del otro, que acoge, que encariña a la gente y a la vez la levanta”.

«Necesitamos economistas que piensen en una economía de amor, de solidaridad, de servicio, una economía que no destruya la naturaleza, una economía donde las personas no tengan que sufrir porque le deben a medio mundo, sino que haya la suficiente capacidad de compartir y de liberar».

Un pueblo ungido inspirado en el Espíritu

“Al Papa le encanta decir que el pueblo de Dios es un pueblo ungido de Dios ¿Saben lo que es la unción? En la unción que vamos ahora a recibir primero vamos a imponer las manos y después de eso vamos a ungirnos con el crisma, que significa ‘el ungido’, y el mesías también significa ‘el ungido’, sino que una deriva del hebreo y la otra del griego”.

«Si bien es cierto que el espíritu no es una cosa mágica, si penetra en nuestra conciencia y nos mueve, suscita en nosotros inspiración, capacidad de entender, capacidad de recapacitar»

«Jesús, que es el que viene y se queda con nosotros, muere aquí, Dios hace su morada aquí, muere aquí con nosotros y resucita para que nosotros también caminemos hacia la vida plena de amor, y por eso, al recibir su espíritu cada uno de nosotros es otro Jesús, que camina por este mundo anunciando el evangelio».

Una Iglesia de pecadores en conversión

“El cristiano no está para decirle al mundo “usted es un mundo cochino, sucio, pecador, condenado, y sólo si entra en la Iglesia católica van a salvarse, si no se mueren”. Eso no es cristiano porque Dios tiene depositado en el corazón del mundo su espíritu para que también el espíritu desde fuera de la Iglesia suscite una esperanza”.

“¿Quiénes somos nosotros? Somos pecadores y pecadoras en conversión, en proceso, y también en el mundo hay pecadores, pero hay gente buena también”.

“Es por eso que debemos comprender, apreciar como Dios nos ha apreciado a nosotros, y ayudar a la gente y ayudarnos mutuamente. La Iglesia de la cual ustedes van a formar parte ahora conscientemente, está para eso, para alentar, educar progresivamente con esperanza, con confianza, con paciencia, con comprensión a este mundo que vive tantas dificultades. Nuestra gran tarea es transparentar cada uno de nosotros el amor de Dios y anunciarlo», concluyó.

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