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Amazonas: religiosas cruzan los ríos para evangelizar

Ubicada en la ribera de río Yavarí, Islandia es una comunidad en la amazonía peruana que literalmente permanece inundada como consecuencia de las crecidas del río Amazonas durante 7 meses cada año, razón por la cual todas sus casas están construidas sobre pilotes de al menos 4 metros de alto.

Con una población de unos 2.300 habitantes, Islandia tiene un punto de llegada y salida de las embarcaciones provenientes de Iquitos y Caballococha, por el lado peruano; así como de Benjamin Constant y Atalaia do Norte, por la frontera con Brasil. Está a solo media hora de la ciudad colombiana de Leticia y además cuenta con un mercado, un centro comercial, un hotel, dos escuelas, un polideportivo y un templo católico.

Islandia tiene un mercado, un centro comercial, un hotel, dos escuelas, un polideportivo y un templo católico. Durante muchos años no tuvo la visita de un sacerdote. En la actualidad, cuatro religiosas, pertenecientes a diferentes congregaciones, son parte de una sola comunidad religiosa. El territorio donde realizan su labor comprende muchas comunidades a las que se llega a través del río. Problemas sociales como la violencia, el consumo de drogas, el alcoholismo son parte de la vida de este territorio.

🛶 Una presencia misericordiosa

Una de estas 4 religiosas es la hermana Evanés, que expresa que el estado peruano no ofrece soluciones concretas ante las problemáticas de violencia contra la niñez y pobreza que azotan a la comunidad, sin embargo, esta situación no disminuye su compromiso:

“Antes tenía miedo al agua. Hoy, tengo una energía muy fuerte. Parece que, en lugar de irme, siento una amarra para quedarme. Esta agua habla, este pueblo habla. El agua me da la energía para seguir. Me siento muy realizada, afirmó, pues recibo más de lo que ofrezco. Construimos una Iglesia de hermanos, de inclusión, intercultural”, expresó.

Por su parte la hermana Emilia, otra de las religiosas de Islandia, expresó que: “lo que nos sostiene es este pueblo que está a la deriva. Nosotras estamos con él. Nuestra presencia debe ser misericordiosa, amiga, cristiana”.

🌎 Una Iglesia con rostro amazónico

La hermana Emilia ha tenido experiencia misionera en otras partes del mundo: “Yo estuve en África, en Kenia. Era una zona desértica, puro sol. Era terrible. Ahora estoy en el agua. Es otra realidad que me encanta. Alguna vez estamos un poco sin ánimo, así, en casa. Pero cuando salimos a las comunidades es otra cosa. Volvemos a llenarnos de energía y con ganas de luchar por la vida”, comentó.

La hermana Fátima, que tiene 10 años participando en la experiencia intercongregacional y 17 años como misionera en Brasil, dijo que “estar aquí me da mucha fuerza y siento mucha gratitud”. Afirma que la misión de los religiosos y religiosas es “acompañar, caminar, hacer con la gente, con el pueblo y con la sociedad. De esta manera se da vida a la Iglesia y a nosotras mismas”.

“Una de las razones por las que estoy por aquí son las personas que sufren, las personas olvidadas. Veo que es necesaria la presencia de algunas personas para que ayuden. Me siento muy contenta y me siento realizada como persona y como hermana”, agregó.

Ir a lo fundamental de la vida

Al ser consultadas sobre el perfil que debe tener una misionera para trabajar en la Amazonía, las religiosas respondieron:

“¿Quién soy yo para definir un perfil de misionero o misionera? Y continuaron: “Una cosa es importante, para estar aquí hay que estar dispuesta a aguantar la realidad. Realidad social, económica y de comunidad. No hay que enredarse en cosas pequeñas. Hay que ir a lo fundamental de la vida”.

Fátima respondió: “El único perfil es que sea una persona con un corazón abierto, dispuesta a vivir en riqueza y en pobreza; en la alegría y en la tristeza, que esté abierta a vivir esta realidad en 2, 10, 15 años. Personas perfectas no hay”.

Y sobre el Sínodo Panamazónico, la hermana Evanés afirmó: “Considero que esta realidad no es para tener poder, es para vivir; es para tener coraje de vivir y de convivir. He visto que hay sacerdotes con muchas ganas de vivir, pero algunos no”. En cuanto al sínodo, “El gran temor es que no se llegue a grandes resultados”.

30 años sin sacerdote

La comunidad de Islandia tiene 30 años sin un sacerdote: “Una vez vino alguien que me dijo: -Hermana, puede regalarme un cancionero porque ya me olvidé de ser católico y yo quiero recordar el Credo. Cuando llegamos aquí decíamos: la fe del pueblo está sostenida. Nosotras estamos intentando soplar para que, de esta ceniza, de estas brasas, salga el fuego”, cuentan como anécdota.

Como se recuerda, la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, convocada por el Papa Francisco, tendrá lugar entre el 6 al 27 de octubre.

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