Actividades

La Palabra del Señor viene a levantar a los humildes – Arzobispo de Lima

“La Palabra del Señor viene a levantar a los humildes y a poner de lado a quien cree que puede despreciar a los demás”, comentó Mons. Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú durante la  misa de acción de gracias por el 40 aniversario de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús en el Santuario Arquidiocesano Señor de la Divina Misericordia de Surco.

«Es verdad que cuando nosotros leemos el Evangelio debemos leerlo considerando las actitudes que estaban presentes en cada lectura, pero la riqueza de la narrativa que el Señor hace con sus parábolas es para que también interpretemos cómo somos y cómo es la Iglesia. Cuando el Señor nos dice algo, nos trata de hacer pensar sobre cómo hemos de cambiar la manera de pensar y vivir en el mundo, y por eso entonces hay esa dimensión social que está presente», comentó al inicio de su homilía.

La salvación no se negocia con obras y normas

Y refiriéndose a la parábola del fariseo y el publicano en el Evangelio de Lucas (18,9-14), Mons. Castillo resaltó que el texto bíblico nos muestra “dos formas de rezar, dos formas de vivir”:

La primera actitud del fariseo es de agradecimiento – «el asunto central es que los motivos de su agradecimiento son cosas que él ha hecho y le ha costado trabajo hacerlas – explicó – eso corresponde a una forma de vivir la vida cristiana que consiste en «ganarse la salvación» a través de un conjunto de obras, de tal manera que no le pide nada a Dios porque ya construyó un mundo perfecto, y simultáneamente, cree que puede juzgar a los que no están dentro de su sistema de vida».

«Esto expresa muy bien lo que pasaba en el tiempo de Jesús» – agrega el obispo de Lima – la religión se había «construido de manera tan perfecta, con tantos ritos, holocaustos, sacrificios, y un sistema tirano y organizado» que recaía sobre la gente humilde y sencilla.

Nuestros sistemas se han «petrificado»

Esta situación ocurre porque «nos olvidamos de lo principal, que uno crea el sistema para servir, que uno crea el sistema para dar vida, no para la muerte», y la Iglesia tiene que apoyar no solamente a las personas sino a «las relaciones nuevas que deben crearse en su lucha y en sus necesidades».

Somos un país diversificado donde tenemos que comprendernos, conocernos, apoyarnos y ser la base para construir un mundo distinto.

«En gran parte no tenemos ese Perú distinto, ni esa Iglesia distinta, porque nuestros sistemas se han petrificado, y de alguna manera cada uno de nosotros se ha petrificado también» – subrayó Mons. Castillo.

Conversión pastoral para abrirse a todos los pueblos

«El corazón de nuestra fe es la celebración de la eucaristía, todo va y viene de la eucaristía, la eucaristía es el centro de la vida cristiana» – recuerda el Arzobispo de Lima. ¿Pero qué pasa con aquellas personas que no pueden venir porque son mayores o tienen un enfermo en casa? –«Pastoralmente tengo que comprender que esa persona si no puede venir a misa puede orar en su casa» – respondió. Por lo tanto, no se trata de hacer prevalecer un principio dogmático, sino de contemplar una actitud pastoral.

Mons. Castillo definió esta actitud de «condena» que no emplea la «misericordia» como una «inflexibilidad» que incluso los propios sacerdotes como organización han «infundido en la gente». Ante esto, tenemos la misión de hacer «una conversión pastoral» porque la Iglesia «se abre a todos los pueblos y habla todos los idiomas».

El Primado del Perú dijo que necesitamos saber y comprender «todo ese camino misterioso del crecimiento de la persona en la diversidad que vivimos para poderlos acoger y hacer que ellos sean sujetos de este mundo».

“Vamos a unirnos a este camino que el Señor propone: [quien se enaltece será humillado y quien se humille será enaltecido] – humillarse significa identificarse con los que sufren, ser amigo de las personas despreciadas, aprender a tratarnos entre nosotros», porque la Palabra del Señor «viene a levantar a los humildes» y a poner de lado a «quien cree que puede despreciar a los demás».

Central telefónica
(511)2037700