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La Palabra nos interroga, nos invita a pensar y reconoce la dignidad de las personas

«Jesús nos enseña el camino del anonadamiento y la humillación como un modo de solidaridad con todos los que sufren para ser fuerza de esperanza y llamar a la humanidad a cuestionarse» – fueron las palabras de Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, en una nueva edición del Programa Diálogo de Fe – «la Iglesia está llamada a ser la ‘espada’ de la Palabra que interroga, que ayuda a hacer pensar y acompaña. No podemos seguir haciendo un trabajo superficial sino un trabajo profundo de acompañamiento» – puntualizó.

Inducir un cambio por medio de la Palabra

Refiriéndose al Evangelio de Mateo (5,38-48) de este VII Domingo del Tiempo de Ordinario, donde Jesús cita la antigua ley: «Ojo por ojo, diente por diente», Monseñor Castillo explicó que «antes se decía ‘Ojo por vida’, pero Jesús llega para plantear que la base de la experiencia cristiana en el mundo es dar testimonio de un amor que es ancho de corazón, que sabe ver lejos y que no se somete a las contradicciones inmediatas, dando oportunidad para que el otro piense y reflexione».

Jesús nos enseña el camino del anonadamiento y la humillación como un modo de solidaridad con todos los que sufren para ser fuerza de esperanza y llamar a la humanidad a cuestionarse

La actitud de invitar a la reflexión es la misma que tuvo Jesús tuvo cuando es abofeteado por uno de los guardias del Sumo Sacerdote. Según narra el Evangelio de Juan (18), el Señor interroga y reacciona con mayor profundidad al preguntarle: ‘Si he pecado dime en qué y si no ¿por qué me pegas’ – «esto es muy importante – indicó el Arzobispo de Lima – porque muchas veces prima en nosotros las ganas de responder inmediatamente, pero Jesús va más lejos y nos enseña a profundizar las cosas».

Poner la mejilla es en el fondo usar un medio para interrogar e inducir por medio de la Palabra, un cambio.

Ésa Palabra que nos interpela es también la que Dios expresa a Moisés en el libro de Levítico (19,1-2.17-18), llamándonos a ser santos como Él – «y la santidad de Dios está manifestada por el amor, y nosotros debemos irradiar ese amor como testigos de Cristo en todas las circunstancias de la vida» – añadió Monseñor Castillo.

Dinamizar nuestra vida saliendo y abriéndonos a otros

Pero Jesús también hace otro planteamiento que, en palabras del Papa Francisco, se trata de la novedad cristiana: ‘Amen a sus enemigos y recen por quienes los persiguen’. Para el Arzobispo de Lima se trata de una invitación a abrirnos a la novedad del otro y descentrarnos en las periferias existenciales:

«El gran problema de la concepción hebrea es que, si bien tiene presente al extranjero, lo mantiene dentro de las coordenadas internas de Israel, entonces la vida se convierte en una especie de repetición de lo mismo, somos nosotros que nos amamos entre nosotros, lo cual es importante, pero no tan importante como tener en consideración al otro que viene y es distinto. Tenemos que salir de ser nosotros el foco de atención, el centro de todo y dinamizar nuestra vida saliendo, abriéndonos a otros» – comentó.

Este llamado a abrirnos a otros también es para la Iglesia: «la Iglesia en salida que dice el Papa no es salir para regresar a lo mismo – aclara Monseñor Carlos – se trata de salir para encontrarse con el otro e ir construyendo algo nuevo, inclusive una nueva forma de Iglesia».

La Iglesia se debe descentrar para formar nuevas formas de actuar, vivir, y acompañar los nuevos procesos que la gente está viviendo

«El mundo nos está planteando un recuestionamiento radical – recuerda el Primado del Perú – el tema de la Amazonía, por ejemplo, esa preciosa carta que ha escrito el Papa es para descentrarnos y darnos cuenta de que un sector de la humanidad está sufriendo, y la naturaleza misma es también un prójimo al cual hay que atender para repensar toda la sociedad moderna».

En ese sentido, Jesús nos muestra el camino que debemos imitar al identificarse con el dolor de las personas y desde ahí interrogar el conjunto de la sociedad para que toda la sociedad pueda salvarse: «el asunto no es solamente salvar al que sufre sino desde los sufridos del mundo llamar a esa renovación de toda la vida de la humanidad» – subrayó.

Cada día se «liquidan» más las relaciones humanas

Ese camino solidario que nos interpela se presentan en nuestra sociedad en situaciones difíciles como el caso de Solsiret Rodríguez, desaparecida hace cuatro años y hallada muerta: «el sufrimiento de su familia requiere de nuestra solidaridad y nosotros tenemos que tomar, así como Jesús tomó el sufrimiento de los demás y unirnos a ellos para poder hacer recapacitar. Es cierto que el ser humano puede desquiciarse y realizar cosas terribles, pero también el ser humano está hecho para amar y puede recapacitar, tener un poquito de sensibilidad y abrir los ojos por el otro» – resaltó el obispo de Lima.

En un mundo donde se multiplican las tensiones y hay una especie de ideología de defensa de los unos contra los otros, tenemos que hacer un trabajo mayor de superar la ideología por medio de la educación, por medio de la conversación, por medio del diálogo, no solamente personal sino también social.

Monseñor Castillo puso hincapié en los problemas que tenemos desde la base del vínculo social en nuestro país: «cada día se liquidan más las relaciones humanas, porque cada vez son más utilitarias, más simplonas».

«A mí me parece que estamos en un momento histórico porque estos signos que aparecen tan dramáticos donde todo mundo tapa y esconde, donde no hay capacidad de recapacitar, están para ser desmontados por quien se solidariza, y eso llama a un esfuerzo social y grupal tanto de la Iglesia como de las instituciones civiles, las organizaciones no gubernamentales, los grupos de promoción humana y de promoción social de la mujer, para todos hacer un trabajo de acompañamiento que llegue a lo más profundo» – acotó.

La Iglesia está llamada a ser la ‘espada’ de la Palabra que interroga, que ayuda a hacer pensar y acompaña. No podemos seguir haciendo un trabajo superficial sino un trabajo profundo de acompañamiento

Pastoral de escucha: un llamado a reconocer la dignidad de cada uno

Por último, Monseñor Carlos Castillo exhortó a que como Iglesia tengamos mayor predisposición a escuchar y restaurar las heridas de las personas: «la Pastoral de escucha que la gente pidió en nuestra reciente Asamblea Sinodal Arquidiocesana es una expresión de la necesidad de reconocimiento de la dignidad de cada uno, para valorar todo lo que es, para sanar las heridas y aprender mutuamente».

La Pastoral de escucha es un llamado a toda nuestra Iglesia a movilizarse para establecer lazos de sensibilidad humana, de aprecio, de salir de la ceguera de que nosotros, imponiendo las cosas, vamos a conseguir la salvación del mundo

«La salvación del mundo se consigue como Jesús, poniéndose al lado del más pobre, del más indefenso, del que está confundido, incluso de quien ha hecho cosas terribles, porque es también una persona humana que puede recapacitar» – precisó.

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