Monseñor Carlos Castillo participó en una nueva edición del programa Diálogo de Fe para hablar sobre la Carta Pastoral que se publicó hace poco y que fija el rumbo de la Iglesia de Lima en los próximos años: «los encuentros sinodales que hemos mantenido nos han permitido reconocer la necesidad de pensar en una Iglesia más flexible que reconozca la diversidad de nuevos problemas y responda a ellos sin imponerse».
El primer año de Monseñor Carlos Castillo como Arzobispo de Lima ha significado un largo proceso de escucha antes de escribir la Carta Pastoral que hoy todos conocemos: «es una propuesta, no es una orden de tipo milimétrico, sino es un recoger y orientación que nos permitirá estructurar la organización de la Iglesia de estos cincos años» – expresa.
Iglesia viva que sea respuesta a los problemas
El Primado del Perú rescató las tres palabras claves que se manifestaron durante la Asamblea Sinodal Arquidiocesana: Iglesia cercana, Iglesia que escucha, y Pastoral – «es decir, una Iglesia que hace distintas acciones con sentido de pastor, de guía espiritual del pueblo, pero en diversas situaciones y dimensiones concretas» – añadió.
«Hay toda una diversidad de problemas nuevos que surgen, y a veces no sabemos responder a las necesidades de la gente, no estamos a la altura de las circunstancias – reconoce Monseñor Castillo – los encuentros sinodales nos han permitido reconocer la diversidad de estos problemas y la necesidad de pensar en una Iglesia más flexible».
Gracias a las propuestas de la gente, he logrado ver durante estos meses que hay un deseo de una Iglesia viva que sea respuesta a los problemas.
«Un problema puede solucionarse si nos ponemos a conversar – asegura el Arzobispo de Lima – las cosas se arreglan conversando, porque dentro de nosotros hay esa capacidad, somos hechos para afuera, tenemos una interlocución que nos permite caminar y ver«.
El Obispo de Lima recordó que nuestra Iglesia no puede permanecer enmudecida y encerrada en sí misma: «no es lo mismo el silencio de la Cuaresma que permanecer enmudecido, el silencio del desierto es el silencio de la reflexión para comprender la profundidad de las cosas».
El sentido general del Plan Pastoral y de las pastorales es «suscitar relaciones que generen procesos esperanzadores que afiancen a las personas y los grupos humanos, así como a las comunidades cristianas – precisa el Arzobispo de Lima – esto solo se puede hacer si pastorales y planes sintonizan con el sentir de un pueblo que realiza su vida en medio de vicisitudes variadas. Así como insertó Santo Toribio la Iglesia en los que haceres recónditos de nuestro pueblo, nosotros hoy hemos de insertar nuestras propuestas, allí donde se gestan los nuevos relatos de la humanidad peruana, en sus lenguajes y sentires».