Arquidiócesis

Toma de Posesión de la Parroquia Nuestra Señora del Pilar

La Parroquia Nuestra Señora del Pilar, ubicada en el distrito de San Isidro, ya cuenta con un nuevo párroco, el Padre Eduar Carranza Altamirano CP. La Eucaristía de Toma de Posesión fue presidida por el Reverendísimo Monseñor Juan José Salaverry, obispo auxiliar de Lima.

La Toma de Posesión de la Parroquia Nuestra Señor del Pilar, contó con la presencia de la alcaldesa de San Isidro, Nancy Rosalie Vizurraga Torrejón; los vicarios parroquiales, Heli Ramirez Lizana y Julian Yuyarima Yahuararcani. También se hizo una mención especial al Padre Clemente Sobrado, vicario parroquial de la comunidad que en abril cumplirá 94 años.

Monseñor Salaverry dedicó unas emotivas palabras de afecto a la comunidad parroquial Nuestra Señora del Pilar, que desde el último fin de semana es guiada por su nuevo Pastor, el Padre Carranza Altamirano. Esta es una alegría que coincide con el tiempo de gracia y conversión que vivimos en la Cuaresma, «un camino de encuentro de amor con el Señor que nos da el agua verdadera, el agua viva para regenerar nuestra vida», como narra el Evangelio de Juan (4, 5-42) en el diálogo de Jesús con la mujer samaritana.

El encuentro con la samaritana, explicó nuestro obispo Juan José Salaverry, nos ayuda a comprender que el Señor quiere renovar y transformar nuestro corazón para calmar esa sed angustiante que sentimos al caminar por el desierto de la vida:

«Jesús sale al encuentro de esa mujer samaritana, que era mal vista por no ser parte del pueblo escogido, sino de un pueblo heterodoxo. Dice el Evangelio que la samaritana iba a mediodía (cuando el agua estaba caldeada y no habían más personas), muy probablemente, porque estaba avergonzada de su historia y su pasado», afirmó el prelado.

«La samaritana, al inicio, está llena de soberbia. Jesús es un transeúnte que cruza la tierra de Samaria, que está muerto de sed. Él se muestra «pequeño» ante la samaritana, que es dueña de esas tierras. Pero Jesús le revela: “Yo soy el agua viva”, y la samaritana se empequeñece y le pide: “Por favor, dame esa agua, dame de beber esa agua”. Eso es lo que nosotros queremos lograr en el tiempo de Cuaresma: empequeñecernos ante Jesús para darle a conocer todo lo que somos, con un pasado que puede avergonzarnos o no, con unos errores cometidos en la vida, pero necesitados del agua viva que es Jesús», reflexionó.

«Sean generosos en atender al Pueblo de Dios».

Dirigiéndose al Padre Eduar Carranza (quien alguna vez fue alumno de nuestro obispo auxiliar), Monseñor Salaverry recordó que debemos aprender de la actitud de la samaritana para asumir, con mucha sencillez, cada nueva misión que el Señor nos encomienda. «Dios confía en tus manos a este Pueblo que tienes que apacentar», recalcó.

Querido Eduar: Necesitamos que nuestro Pueblo crezca en la fe y en el culto. Las manos del nuevo párroco, las manos de los vicarios, van a ser fuentes de gracia a través de los sacramentos. La obligación de atender el culto no es solamente el culto en el Altar, porque no somos solo sacerdotes del Altar, somos sacerdotes que acompañamos las expresiones de fe del pueblo y, sobre todo, una comunidad que crece en el amor y la caridad.

Finalmente, Monseñor Juan José Salaverry hizo un llamado a toda la comunidad parroquial de Nuestra Señora del Pilar, a continuar fortaleciendo las relaciones fraternas con las cuales viven el amor de Dios, entre los grupos, los laicos y los agentes pastorales. «Estamos buscando lo mismo: el progreso en la dignidad de la persona, el crecimiento de nuestros hermanos. Y como dice el Papa Francisco, debemos de tener esas sinergias, esa comunión de energías entre nosotros para poder responder al Pueblo de Dios», aseguró.

Que el Señor ayude a Eduar a ser un buen párroco. Y que ustedes también lo ayuden para que sea un párroco según la dignidad de esta Parroquia, tan enriquecida por ejemplos abnegados de padres pasionistas que han pasado por la comunidad.

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