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El Señor nos llama para reconstruir una Iglesia en salida

En el Domingo de la Palabra, día instituido por el Papa Francisco, Monseñor Carlos Castillo presidió la Celebración Eucarística desde la Basílica Catedral de Lima: «el mismo culto que se da a la Eucaristía, debe dársele a la Palabra, porque la Eucaristía es el signo de la Palabra encarnada, Jesús instituyó la Eucaristía como expresión de su encuentro, de su presencia entre nosotros», comentó al inicio de su homilía.

La Iglesia está para auxiliar al hermano, ahí están las nuevas ‘catedrales’ del mundo, las nuevas Iglesias preciosas, en los hospitales, en las zonas del Covid, en las camas UCI, allí están los nuevos templos del país y del mundo. Y desde ellos, vamos a reconstruir una Iglesia que, ante todo, es solidaridad, cariño, cercanía, esfuerzo humano de servir.

Dijo en su Homilía.

El Domingo de la Palabra nos recuerda que todo se hizo por medio de la Palabra y nadie se ha hecho sin ella, así lo manifestó el Arzobispo de Lima: «Todo lo que existe es la Palabra de Dios plasmada en la creación, en el ser humano, en el hombre, en la mujer. Por eso, el ser humano es Palabra, necesita expresarse para vivir su fe, para vivir su proceso y el camino de su vocación».

En ese sentido, el Evangelio de Marcos (1, 14-20), nos da luces sobre lo fundamental que es la Palabra en tiempos de incertidumbre: El Señor llamó a sus discípulos después de conocer que Juan Bautista había sido arrestado, es decir, no se amilanó por este hecho trágico, sino que se preparó para anunciar la esperanza: «El Señor nos llama en el tiempo y en el momento oportuno, cuando hay situaciones difíciles, y por eso, lo propio de la fe cristiana es esclarecer las situaciones confusas con la Palabra», indicó el prelado.

«Hoy también afrontamos una situación compleja por la llegada de una segunda ola – prosiguió el Arzobispo – y tenemos que hacer un esfuerzo para redoblar, entre nosotros, nuestra unidad y colaboración mutua para encontrar soluciones».

Escuchar la voz del Señor para empezar nuestra conversión.

En el Evangelio de hoy, el Señor también anuncia que el Reino de Dios está cerca. Pero ¿Cómo puede estar cerca en medio de la tragedia que vivimos? Monseñor Carlos Castillo responde: «Cuando afloja la vida, cuando la situación es dura, todos empezamos a recapacitar, a reconocer nuestros pecados y límites, a convertirnos. Por eso, para convertirnos no necesitamos tantos esfuerzos, planeando nuestros cambios con muchos arrepentimientos, flagelaciones o gritos. Ante todo, tenemos que escuchar la voz del Señor que nos habla en el tiempo oportuno. Es posible que ahora sea la ocasión, el Kairós, el momento propicio para hermanarnos», subrayó.

Aún viviendo la peor crisis de la historia de la humanidad, a punto de que se quiebre este mundo por el daño ecológico y la enfermedad, estamos desafiados a colaborar juntos con inteligencia, desde la sinodalidad, en diálogo fecundo con el mundo para pensar en una solución:

Cuando se emprende el estilo sinodal, ese estilo comunitario, conversamos, hablamos, permitimos que todo el mundo tenga opinión y participe. Y ¿Quién tiene más palabra cuando todo el mundo participa? Los pobres, las víctimas, los que sufren la situación de exclusión, que saben cómo proceder y cómo salir de situaciones adversas, porque han vivido toda la vida así.

Entonces, cuando el Señor nos dice que el Reino está cerca, se refiere a todos los que se acercan a los que sufren, como los voluntarios, los enfermeros, los servidores: «ellos son el signo que tenemos para que la Iglesia sea distinta. La Iglesia está para auxiliar al hermano, ahí están las nuevas ‘catedrales’ del mundo, las nuevas Iglesias preciosas, en los hospitales, en las zonas del Covid, en las camas UCI, allí están los nuevos templos del país y del mundo. Y desde ellos, vamos a reconstruir una Iglesia que, ante todo, es solidaridad, cariño, cercanía y esfuerzo humano de servir», reflexionó el Arzobispo.

Todos somos discípulos y misioneros en salida.

En otro momento, Monseñor Castillo aseguró que debemos preparar el camino para la próxima Asamblea Eclesial que se celebrará en todo el continente del 21 al 28 de noviembre: «Todos somos discípulos y misioneros en salida, los curas, las monjas, los seminaristas, los diáconos y los laicos. Todos tenemos la Palabra de Dios que, en esta situación difícil, necesita expresarse a través de nuestras iniciativas. La Iglesia Latinoamericana puede aportar a todo el mundo y demostrar que, conversando las cosas se arreglan, porque se recoge todas las iniciativas».

Dice el Evangelio que los discípulos dejaron todo para seguir a Jesús. Ellos se llenaron con las palabras de gracia del Señor, porque su Palabra es aliento y fuerza: «también nosotros dejémonos amar por el Señor, tratemos de vivir inspirados con iniciativas, pensando en el Otro, saliendo de nosotros mismos, organizándonos como pueblo para contrarrestar todos los males que existen ahora», precisó el Monseñor Carlos.

El Reino de Dios, o sea, la fuerza gobernante de Dios, está cerca, no para tomar el poder de un gobierno, sino para suscitar, desde el pueblo, esta cadena de relaciones que permite reconstruir nuestros vínculos a través de la amistad.

El Arzobispo de Lima concluyó su homilía recordando que los católicos «no estamos para condenar al mundo, sino para anunciar el amor, y que desde ese amor sobreabundante, se ahoguen todas las cosas malas que existen. Jesús lo creía firmemente, por eso, cuando llegó el momento culminante, prefirió hacer un acto de amor y no bajarse de la Cruz, para mostrarnos que Dios nos ama y no nos abandona jamás».

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