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Mons. Castillo: Una Iglesia cercana que abra caminos de solución y esperanza

En el II Domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, Monseñor Carlos Castillo aseguró que es necesario un cambio fundamental en nuestro país y en nuestra Iglesia que atienda el clamor de los pobres: «El Señor abre caminos en medio de las crisis, esas crisis son tanto sociales como personales, e implican, por nuestra parte, siempre considerarlas como una fuente inagotable para salir adelante y para crear. Miremos y toquemos las heridas, aprendemos a creer, inclusive, viendo lo contrario, porque nuestra fe en el Jesús Resucitado y misericordioso es irreversible e inalterable», expresó el prelado en su homilía en la Catedral de Lima.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo.

Comentando el Evangelio de Juan (20, 19-31), el Arzobispo de Lima explicó que Jesús Resucitado ha querido expresar su misericordia hasta en tres ocasiones. Al decir: «Paz a ustedes» a sus discípulos, el Señor se coloca en medio de ellos, es decir, se aparece en medio de la crisis que vivían: «Como ha señalado el Santo Padre en el Angelus de hoy, las crisis no son pecado, son caminos que se abren para poder resolver problemas, porque son puntos de partida confusos para ir haciendo un camino y salir de ellas. Y solo salimos cuando el Señor nos da su paz para enfrentarlas y, curiosamente, nos da su paz mostrándonos sus heridas, aquello que ha sido el fruto más terrible de la crisis, de la tensión, de la agresión, de la mentira», manifestó.

«Esas huellas, esas heridas que dejó, son las que les dan la paz. Es curioso, porque nosotros a veces cuando sentimos necesidad de paz, necesitamos, más bien, estar lejos de todas las heridas y de todos los problemas. Y aquí el Señor los hace enfrentar, conocer y tocar los problemas. ¿Y por qué? Porque detrás de esas heridas, hay el amor infinito de Dios que siempre nos perdona», reflexionó el Obispo de Lima.

Todo cristiano, inclusive con dudas o crisis, también es amado de Dios.

El Primado del Perú indicó que, así como los discípulos tenían sus dudas y temores, es normal que como cristianos pasemos por un momento de crisis o incredulidad. Sin embargo, todos somos amados de Dios: «Todos necesitamos una Iglesia que comprenda que no todo lo podemos conseguir en el primer momento. Es una Iglesia que está, poco a poco, renunciando a creerse un grupo de perfectos y hacer una Iglesia cercana que comparte, también, la imperfección humana, los problemas, las dudas y las crisis», anunció.

La misericordia de Dios es eterna, inconmensurable e infinita. Dios siempre perdona, porque quiere hacernos participar de su amor gratuito, incondicional, sin tantas reglas ni normas. Este es un llamado a que todos podamos crear a partir de sentirnos y reconocernos amados misericordiosamente por el Padre.

En otro momento, Monseñor Castillo señaló que los discípulos, después de ver y tocar las heridas de Jesús, creyeron en lo que había acontecido: «Es bien interesante, porque el Evangelio (Jn 20, 19-31) dice “Porque has tocado, has creído. Bienaventurados los que crean sin haber visto”. Podríamos decir que los apóstoles son los primeros que creen viendo. Nosotros, los que venimos después, creemos en la palabra de ellos y, por lo tanto, creemos sin ver».

Creer viendo lo contrario. Creer contra la corriente.

«Pero hay una generación que comenzó a gestarse durante la Colonia y que sigue hoy día hasta la República, en donde tenemos un modelo de cristiano nuevo. Los cristianos de América Latina, especialmente, los pobres creyentes, los que sufren maltratos, los que sufren agresiones, maledicencias, creen viendo lo contrario hecho por los cristianos. Es una tercera forma de creer, es decir, creer viendo lo contrario», reflexionó el Arzobispo Castillo.

En ese sentido, Monseñor Carlos recordó el pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Peruana sobre la compleja crisis política, social y económica que vive nuestro país: «Los obispos del Perú hemos hecho un pronunciamiento sobre el drama que está sufriendo nuestra nación por falta de sensibilidad humana, en donde los intereses se parapetan entre ellos y se olvidan de la gente sencilla, pero sobre todo, olvidan que están para servir y no para ser servidos», acotó.

El llamado que el Papa Francisco ha hecho para realizar la mejor política en el mundo y superar toda esa politiquería que solamente está llevando a la destrucción de nuestro país, necesita la atención de nuestra parte para salir de esta crisis. Y, por eso, nosotros estamos llamados a creer contra la corriente, a creer viendo lo contrario a lo que podríamos ver.

El Arzobispo de Lima hizo un llamado a salir de los entrampamientos y de los enredos: «Hay una tarea nuestra de ser buenos ciudadanos y, para eso, tenemos que organizarnos como ciudadanos, pacíficamente, pero con la capacidad fortalecida por nuestra fe de inventar juntos soluciones que vayan en el sentido de la solidaridad», subrayó.

Un cambio fundamental que atienda el clamor de los pobres.

Monseñor Castillo se solidarizó con el Cardenal Pedro Barreto, quien en los últimos días fue insultado: «Monseñor Barreto, trató, intentó llamar a una forma de organizar las cosas en donde los mejores ciudadanos pudieran participar y crear mejores condiciones de personas para poder dirigir lo que está pasando y rectificar este caos en el que estamos. Desgraciadamente, ha sido insultado, pero eso es lo de menos, porque sabemos que el Señor perdona y nosotros estamos para perdonar. Pero es necesario que se diga con toda claridad, como lo ha hecho nuestra Conferencia Episcopal, que es necesario un cambio fundamental que atienda el clamor de los pobres, porque tenemos heridas gravísimas que no están siendo solucionadas. Y esas cosas no se arreglan con pequeños consejos o pequeñas conversaciones. ¡No! Se arregla con gente honesta y seria que enfrente las cosas, y que no sea un grupo de personas que, simplemente, se retroalimentan entre ellos», exhortó.

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