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Presentación del libro: Bautismo de San Lázaro del Rímac (1749)

En medio de gran expectativa, fue presentado el libro: «Manuel Paz y Montejo y el Bautismo de San Lázaro del Rímac (1749)», con la participación de los autores Omar Esquivel, Erman Guzmán y Carlos Castillo Mattasoglio (arzobispo de Lima).

También estuvieron presentes Kelly Montoya, directora del Archivo Arzobispal de Lima; el dr. Jaime Mariaza, profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; el Padre Frederic Comalat, párroco de San Lázaro; el Padre José Antonio Ubillus, presidente de la Comisión de Fe y Cultura; y el reconocido periodista Fernando Carvallo.

La Iglesia de San Lázaro, ubicada en el distrito del Rímac, fue el escenario ideal para la exhibición de un lienzo de gran formato pintado por Manuel Paz, a sus prematuros 18 años. «El Bautismo de Cristo (1749)» es la obra que el artista limeño pintó para el entonces nuevo templo de san Lázaro, que había sido reconstruido después del cataclismo que dejó en ruinas a la ciudad de Lima.

Conservada por más de 270 años, este lienzo fue expuesto en la Parroquia San Lázaro. Su restauración en el año 2016, conllevó a que se desarrolle todo un trabajo interdisciplinario entre la historia del arte, el proceso de conservación y la teología. Estas son las tres miradas propuestas por Omar Esquivel, Erman Guzmán y Carlos Castillo Mattasoglio, respectivamente, en el libro: «Manuel Paz y Montejo y el Bautismo de San Lázaro del Rímac (1749)»

Omar Esquivel Ortiz: la investigación histórica detrás del lienzo de Manuel Paz.

Omar Esquivel Ortiz, explicó que la realización de este libro tardó alrededor de nueve años. Durante el tiempo que vivió en el Rímac, Esquivel se mostró interesado en la obra de Manuel Paz, especialmente, al conocer que apenas tenía 18 años cuando hizo este cuadro.

«En el 2014, el cuadro estaba oscurecido y abandonado. Junto al restaurador Erman Guzmán, formamos un equipo y se estableció una lista de prioridades para poder restaurar los bienes de la parroquia de San Lázaro. En el año 2019, tuve la fortuna de poder sustentar esta tesis que se convirtió, en cierto modo, en la base para este libro», indicó Omar Esquivel.

La investigación histórica del lienzo surge a partir de una pregunta clave: ¿Qué se producía en la época del pintor y quién fue Manuel Paz? «Pudimos constatar, a través de documentos del Archivo Arzobispal, que él nació en 1732, se bautizó aquí, en San Lázaro, es decir, ya tenía una relación directa y personal con el templo anterior al cataclismo de 1746. Paz, además fue huérfano de padre, y eso es algo muy importante, porque la mayoría de los pintores tenía una condición de orfandad (según las partidas de nacimiento de varios pintores de la época). Muchos de ellos ingresaban al gremio de pintores como una vía para no caer en vicios o convertirse en personas descarriadas en la sociedad», argumentó.

Esquivel también reveló que los pintores tenían una condición casi anónima y no tenían reconocimiento pleno de la sociedad, algo que se refleja en la mayoría de cuadros sin firmas que están en los templos.

Por otro lado, siendo un pintor tan joven, Esquivel planteó la posibilidad de que las ideas de Manuel Paz estuvieron bajo el asesoramiento intelectual del jesuita Juan Sánchez.

Erman Guzmán: el proceso de restauración.

Por su parte, Erman Guzmán habló sobre todo el proceso de restauración de la obra «El Bautismo de Jesús (1749)», que tomó alredor de cinco meses. Guzmán aseguró que al ver por primera vez el lienzo de Paz, tuvo la sensación de estar «ante una obra extraordinaria» (pese al mal estado en que se encontraba).

«Los bastidores que se usaron, previos a la restauración, eran bastidores planos que chocaban con el lienzo, al punto que terminaban marcándose y traspasando hacia adelante. Lamentablemente, le colocaron un montón de parches en la parte posterior y el bastidor inadecuado», explicó.

La obra del joven pintor también había presentado algunos parches y agujeros provocados por quemadura, manchas de cola, de aceite, de barnices, incluso, hasta estucos de yeso. «Para la limpieza del lienzo, nosotros estudiamos químicamente los solventes a usar a través del triángulo de teas, lo cual nos permitió encontrar el tipo de solvente adecuado, así como los barnices, aceites y solutos convenientes», informó Guzmán.

La obra culminada, hoy exhibida en la Iglesia de San Lázaro, se luce exenta de retintes y barnices oxidados. Por ello, el restaurador recomendó tener cuidado en la limpieza de los cuadros, especialmente, evitar la acumulación de polvo.

Monseñor Castillo: el arte de comunicar el Espíritu Santo que vive en nosotros.

Finalmente, nuestro arzobispo de Lima, reflexionó sobre la importancia de promover la restauración de obras de arte en las iglesias históricas de nuestra ciudad. Cuando entonces era párroco de San Lázaro, monseñor Castillo reveló que se organizó con la comunidad parroquial para hacer una colecta y buscar a restauradores.

Como primer aspecto, Carlos Castillo explicó que, durante el siglo XVI, Santo Toribio de Mogrovejo, entonces arzobispo de Lima, había designado esta parroquia para los indios, entre ellos, un grupo pensante y cultivado. Toribio, conocido protector de los derechos y la dignidad de los indios, veló por ellos durante la reducción de Lima y nombró a la Virgen de Copacabana.

Sumado a otros acontecimientos históricos registrados años antes y después a la obra de Manuel Paz, para el prelado, este lienzo recoge elementos sobre las costumbres y los problemas de la época. «El autor se tomó la libertad de encarnar los problemas y expresarlos en el cuadro. El color rojo, por ejemplo, muy recurrente en el cuadro, en la tradición y simbología cristiana, implica la identificación con la sangre de los mártires, porque el Padre nos ama con el mismo amor de los mártires, un amor gratuito», reflexionó.

Cuando el arte sabe comunicar el Espíritu Santo que vive en nosotros, el arte trasciende y pasa inmediatamente a las otras generaciones. Esto es lo que hemos sentido que ocurre con la obra de Manuel Paz.

Otro aspecto a destacar es que los ángeles no aparecen solamente en el cielo, como otras obras. «Manuel Paz refleja su visión de que lo religioso y lo divino está inmerso en la realidad, sumergido en la realidad, en este caso, en la realidad dramática de esta Parroquia, que, en su época, vivió el drama de los leprosos», argumentó el obispo de Lima.

El Bautismo de Manuel Paz no representa solamente una mirada celestial del Bautismo de Jesús, también nos recuerda que «no se puede separar la vida religiosa de la vida humana y social, porque Dios habita en los humildes, en la gente, está presente en los problemas y las dificultades de nuestra historia y nos está anunciando el Evangelio. A través de esta obra, se ha escenificado que para ser cristiano y bautizarnos como Jesús, tenemos que pasar por el puente (en alusión al puente Trujillo), ir a la Iglesia de San Lázaro (cuyo origen fue un leprosorio) y experimentar la Gracia del Señor».

El libro «Manuel Paz y Montejo, y el bautismo en San Lázaro del Rímac (1749)» ya se encuentra disponible a la venta en las diferentes librerías de nuestra ciudad.

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