Reconocer la presencia del Señor en las circunstancias de la vida y suscitar la unidad de las comunidades cristianas en la diversidad, no en la uniformidad. Esta es la reflexión de Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, en su homilía dominical.
El Prelado sostuvo que, para redescubrir la identidad de Jesús en nuestro camino, debemos ver más allá de las definiciones que aprendemos en la catequesis, abriendo paso a un entendimiento mayor: la fe es algo vivo que no puede imponerse, sino que va desarrollándose de distintas maneras según la vocación y experiencia.
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La Liturgia de hoy nos invita a reflexionar en torno a una pregunta fundamental: ¿Quién es el Señor? A lo largo de nuestras vidas, solemos hacernos distintas imágenes de Dios, marcadas por nuestras expectativas y deseos; sin embargo, Monseñor Castillo explicó que es importante redescubrir al Señor en nuestra historia y ver más allá del catecismo, preguntándonos cómo está presente en el mundo, qué de nuevo se está manifestando y cómo está muriendo y resucitando en nuestras situaciones.
En el Evangelio de Marcos (8,27-35), por eso, Jesús se interesa en saber qué piensa la gente sobre Él y cómo los discípulos, que han caminado con Él, lo han ido entendiendo. En este contexto, Pedro responde: «Tú eres el Mesías». Sus palabras, empero, esconden la imagen distorsionada que tenía sobre Jesús, a quien veía más como un líder político. Pedro no podía comprender que el Hijo del Hombre debía padecer y ser condenado. Este mesías «derrotado» no estaba contemplado en sus cálculos, sesgado por el encono histórico entre los pueblos de Galilea y Jerusalén.
Jesús no vino, sin embargo, a liderar una revolución política, sino a revelar que nuestra verdadera humanidad consiste en ser hijos de Dios y hermanos de los demás. El llamado de este domingo, por tanto, es a mantener una relación viva con el Señor a partir de una lectura profunda de los evangelios, reconociendo los gestos de cercanía de Cristo: camina y acompaña a la gente, trata a las personas con palabras dulces y transforma sus vidas a partir del encuentro.
El camino de Jesús con distintas personas es el camino de la Iglesia. Y tenemos que caminar juntos hacia una Iglesia que sepa responder a los desafíos del camino.
El arzobispo de Lima advirtió que el mundo moderno «ha inventado que el ser humano es quien hace la historia». Y la lógica de este pensamiento es la misma del dictador que impone las cosas y conquista espacios para perpetuar su dominio. «El camino de la Iglesia no puede ser este», insistió. A pesar que la Iglesia «ha caído muchas veces en esa tentación de conquistar a la gente y reducir todo a unos cuantos conceptos», tenemos que continuar suscitando una libertad en cada persona para que «haga un proceso progresivo de entendimiento del Señor». Es así como creamos comunidad en la diversidad.
La Iglesia no puede seguir formando en serie porque al Señor no lo entendemos automáticamente. La Iglesia tiene que saber responder a las distintas situaciones, y eso tiene una exigencia: la enorme paciencia de la Iglesia para poder llegar a todos.
Antes de concluir, el Primado del Perú exhortó a que este proceso de redescubrimiento al que nos invita el Señor nos pueda guiar hacia una mayor profundidad en nuestra fe para servir con amor gratuito.
La Eucaristía de este domingo XXIV del tiempo ordinario contó con la presencia del Colegio de Contadores Públicos de Lima, en el marco del 65º aniversario de la Ley de Profesionalización del Contador Público.