Papa León XIV: La resurrección de Jesús, camino hacia la vida eterna

En la solemne celebración de la conmemoración de todos los fieles difuntos en el Cementerio del Verano, el Papa León XIV ofreció una reflexión sobre la memoria, la esperanza y el amor cristiano, invitando a los fieles a mirar la muerte desde la perspectiva de la resurrección de Cristo. «La muerte no es un final, dijo, sino un paso hacia la vida eterna en el amor de Dios”.

Fuente: Vatican News

En la conmemoración de los fieles difuntos, el Papa León XIV recordó que la esperanza y la caridad nos unen a los seres queridos fallecidos y nos abren el camino hacia la vida eterna en Cristo.

El encuentro con los difuntos: reafirmar la esperanza en la vida

El Santo Padre recordó a los presentes que el encuentro con los difuntos no debe ser sólo un momento de nostalgia o de recuerdo, sino una ocasión para reafirmar la esperanza en la vida eterna. “En el día de la muerte, ellos nos han dejado, pero los llevamos siempre con nosotros en la memoria del corazón”, afirmó, subrayando cómo la memoria se mantiene viva en los lugares, los gestos y los aromas que evocan a quienes amamos.

“Y cada día, en todo lo que vivimos, esta memoria está viva. Muchas veces hay algo que nos hace recordarlos, imágenes que nos llevan a los momentos que vivimos con ellos. Muchos lugares, incluso los perfumes de nuestras casas nos hablan de aquellos que hemos amado y que nos han dejado, y tienen encendido en nosotros su recuerdo.”

Sin embargo, precisó, la fe cristiana transforma la memoria en esperanza futura. No se trata de un simple mirar atrás, sino de proyectar nuestra mirada hacia la meta de la vida: “el puerto seguro que Dios nos ha prometido, hacia la fiesta sin fin que nos aguarda”, citando al profeta Isaías sobre el banquete eterno donde la muerte será vencida para siempre (Is 25,6.8).

Jesús nos conduce a casa donde somos esperados, salvados

El Papa León XIV explicó que esta esperanza no es un consuelo ilusorio frente al dolor, sino la certeza fundada en la resurrección de Jesús: “Él es el punto de llegada de nuestro caminar. Sin su amor, el viaje de la vida se convertiría en un vagar sin meta, un trágico error con un destino perdido”. Recordó que el Resucitado nos conduce a casa, donde somos esperados, amados y salvados.

“Esta “esperanza futura” anima nuestro recuerdo y nuestra oración en este día. No es una ilusión que sirve para aplacar el dolor por la separación de las personas amadas, ni un simple optimismo humano. Es la esperanza fundada en la resurrección de Jesús, que ha vencido la muerte y ha abierto también para nosotros el paso hacia la plenitud de la vida.”

Asimismo, destacó que el camino hacia la vida eterna se recorre practicando la caridad en la tierra. La vida de amor hacia los demás, especialmente hacia los más frágiles y necesitados, es el medio por el cual nos anticipamos al banquete celestial y nos unimos a nuestros seres queridos fallecidos. “La caridad vence la muerte. En la caridad Dios nos reunirá junto a nuestros seres queridos”, afirmó, citando las palabras de Jesús en Mateo 25:35-36.

“Y este puerto final, el banquete alrededor del cual el Señor nos reunirá, será un encuentro de amor. Por amor, Dios nos ha creado, en el amor de su Hijo, nos salva de la muerte, en la alegría del amor junto a Él y a nuestros seres queridos, quiere hacernos vivir para siempre. Precisamente por esto, nosotros caminamos hacia la meta y la anticipamos, en un vínculo invencible con aquellos que nos han precedido, sólo cuando vivimos en el amor y practicamos el amor los unos con los otros, en particular con los más frágiles y los más pobres.”

Mirar a Cristo y ver a los difuntos envueltos en su luz

El Papa concluyó su homilía invitando a los fieles a confiar en la esperanza que no defrauda: mirar a Cristo resucitado y considerar a los difuntos envueltos en su luz, conscientes de que la promesa de vida eterna nos sostiene y guía, enjugando nuestras lágrimas y dirigiendo nuestra mirada hacia un futuro pleno en Dios. En un día marcado por la ausencia de los seres queridos, las palabras de León XIV recordaron que la muerte no es un final definitivo, sino un paso hacia la plenitud de la vida junto a Cristo. La conmemoración de los fieles difuntos se convierte así en una oportunidad para reafirmar la fe, vivir en caridad y mantener viva la esperanza de un reencuentro eterno.

“Queridos hermanos y hermanas, mientras el dolor por la ausencia de quien no está ya con nosotros permanece impreso en nuestro corazón, confiémonos en la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5); miremos a Cristo resucitado y pensemos en nuestros seres queridos difuntos como envueltos por su luz; dejemos resonar en nosotros la promesa de vida eterna que el Señor nos dirige. Él eliminará la muerte para siempre. Él la ha vencido para siempre abriendo un paso de vida eterna —es decir, haciendo Pascua— en el túnel de la muerte, para que, unidos a Él, también nosotros podamos entrar en él y atravesarlo.”