Durante la Eucaristía oficiada en Catedral de Lima, Monseñor Guillermo Cornejo hizo un llamado a “mirar a los pobres con ojos nuevos” y a renovar la esperanza en medio de los tiempos difíciles. El obispo auxiliar de Lima afirmó que «no es coherente venir a la Iglesia y ser injustos con los débiles», por lo que exhortó a «no dejar atrás a nadie» y promover siempre la justicia.
En el día en que la Iglesia Universal celebra la Jornada Mundial de los Pobres, Monseñor Cornejo señaló que este día instaurado por el Papa Francisco es “un gran regalo de Dios” que nos permite volver nuestra mirada hacia quienes más sufren. También sostuvo que el lema de este año:“Tú, Señor, eres mi esperanza”, es una invitación a hacer de la confianza en Dios una forma concreta de vida:
El Santo Padre nos invita a mirar a los pobres con ojos nuevos, no como una realidad ajena e incómoda, sino como testigos para vivir la esperanza. En sus vidas frágiles y valientes ellos nos enseñan a esperar, a creer y a mantenernos firmes cuando todo vacila.
Monseñor Cornejo advirtió que la pobreza de espíritu nos interpela a superar la enorme indiferencia que hay en el mundo, especialmente, con los más necesitados: “La pobreza más grave que existe no es la falta de bienes materiales, sino vivir sin Dios, vivir sin esperanza, vivir sin amor”.

Nuestro obispo auxiliar pidió a la Iglesia de Lima asumir esta jornada como “una llamada de conversión” y de compromiso real con la justicia social, recordando que todo cristiano tiene la misión de servir y compartir: “Estamos llamados a promover una justicia que no deje a nadie atrás, a compartir lo que somos y lo que tenemos”.
Vivir la fe cristiana en la vida cotidiana
Comentando las lecturas del día, el Monseñor Cornejo explicó que practicar la justicia es un modo de ordenar nuestra vida, anteponiendo el bien común por los intereses personales. Y añadió: “Qué importante es valorar a las personas”, recordando que Dios ama profundamente al pecador arrepentido y rechaza toda forma de injusticia.
Evocando el llamado de San Pablo, exhortó a evitar la ociosidad y las habladurías que dañan la unidad comunitaria:
“Hoy más que nunca necesitamos escuchar lo que San Pablo nos recuerda: no quedarnos en asuntos ajenos de la vida de la gente”.
En la Eucaristía por el domingo XXXIII del Tiempo Ordinario también se dedicó un espacio para reflexionar sobre la realidad de la niñez en el país. Monseñor Cornejo pidió que quienes gobiernan trabajen seriamente en aquellos que son invisibilizados por la sociedad: «En estos momentos duros no pensemos en nuestros intereses personales, sino en Dios, en los demás y en los más necesitados», precisó.
16 años del Hogar Arzobispal Nuestra Señora de la Salud
En un momento especialmente emotivo, Monseñor Cornejo recordó el 16º aniversario del Hogar Arzobispal Nuestra Señora de la Salud, obra de misericordia que acoge a personas enfermas sin recursos y sin un lugar donde vivir mientras esperan su recuperación.
“Gracias porque ahí hoy hay cerca de 50 personas internadas y hay mucho trabajo por hacer”, expresó, agradeciendo a las Hermanas Ministras de los Enfermos de San Camilo, al equipo pastoral y a la arquidiócesis por sostener esta misión que encarna la opción preferencial por los pobres.
“Toda diócesis tiene que tener un trabajo con los más necesitados. Nuestra arquidiócesis tiene tres, y una de ellas es la Casa Arzobispal Santo Toribio, Salud de los Enfermos”.
El obispo también tuvo una especial mención a quienes trabajan en cárceles, hospitales y espacios de servicio pastoral, pidiendo valorar a todas las personas sin prejuicios: “En nuestras cárceles no todo es gente que se porta mal; también hay muchos que se han arrepentido”, añadió.
Al concluir, Monseñor Cornejo animó a los fieles a no dejarse vencer por el miedo ni la desesperanza. La Santa Misa también contó con la presencia de la Hermandad del Señor de los Milagros de Breña, en el marco de sus 40 años; y representantes de la ONG Luz Ambar.







