En la homilía de este domingo XX del Tiempo Ordinario, el Cardenal Carlos Castillo aseguró que “para vivir la fe, necesitamos vivirla ardientemente» a través de un camino de misión y servicio. «Hoy, el Señor nos define y nos llama a vivir intensamente el amor», expresó.
El Evangelio de hoy (Lucas 12, 49-53) relata que, mientras Jesús está en camino con sus discípulos, dice las siguientes palabras: “He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” Pero, ¿de qué fuego está hablando? El arzobispo de Lima explicó que el Señor utiliza el símbolo del fuego para decirnos que en sí mismo se va a cumplir el fuego del amor ardiente y profundo.
Este amor nos convierte y exige a vivir una fe capaz de reconstruir la vida del mundo. No se trata de «un amor melifluo», sino de un amor que nos interpela y nos define. «El amor ardiente del Señor nos introduce en la historia para ver cómo la solucionamos y la arreglamos», reflexionó.
«Tenemos que ser conscientes que, como parte del amor, eso puede llevarnos, incluso, al martirio, como ocurrió con la Iglesia primera que daba testimonio del amor de Dios. El martirio no se busca, se encuentra, pero en ningún momento vamos a dejar de anunciar el Evangelio a tiempo y destiempo», comentó.

Y, haciendo eco a las palabras del Santo Padre León XIV, recordó que la misa es una experiencia en donde nos reunimos para compartir el amor en la Palabra, en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Y, una vez que lo compartimos, salimos a anunciarlo corriendo los riesgos que se corren.
Jesús, en su definición y en la angustia que tiene, está esperanzado en que pueda derramar todo su ser por nosotros. Aprendamos a ser cristianos como Él nos ha enseñado, poco a poco.
Frente a la imagen de la Virgen de los Desamparados, el Cardenal Castillo exclamó: «Hoy la Virgen nos está diciendo: “ese es el camino, da tu vida por los desamparados, ampara a los desamparados”. Y, así, entonces, el amor se irradia y va llegando a toda la humanidad. Los cristianos y los católicos estamos llamados a testimoniar el amor de Dios en las situaciones difíciles del mundo, y estamos llamados a asumir esa ardencia de corazón», acotó.
Que todos podamos vivir siempre en el camino de la solidaridad y del amor que Dios nos ha dado ardientemente. Y que nos contagiemos de ese ardor de corazón que nos da vida y nos da esperanza
La Eucaristía de este domingo XX del Tiempo Ordinario contó con la presencia de la comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de los Desamparados y San José.