Cardenal Castillo: Renunciar al «dios dinero» que domina y destruye nuestra humanidad

En encuentro ecuménico con los representantes de las diferentes comunidades religiosas en el Perú, el arzobispo de Lima recordó que «somos agentes de paz» y estamos unidos en la misión de frenar el deseo desmedido de riqueza como principio destructor de la vida.

«El dinero siempre debe estar al servicio de la vida de los seres humanos», comentó durante su homilía del domingo XXV del Tiempo Ordinario.

En su alocución al evangelio de Lucas (16, 1-13), que narra la parábola del administrador astuto, el Cardenal Castillo reflexionó sobre aquellas actitudes humanas que nos alejan de Dios a causa de nuestra ambición.

Sostuvo que el Señor nos llama a renunciar al «dios dinero» que acapara, domina y excluye a los demás. Y este es un problema que viene ocurriendo en todo el mundo: «estamos afrontando una situación grave porque muy pocos, gracias al enorme poder de la tecnología, están concentrando millones de millones de monedas que corroe a las personas generando guerras, haciendo negocios y usando a las personas», advirtió.

Puntualmente, se refirió al dramático conflicto que viene ocurriendo en la Franja de Gaza: «Es una tierra que siempre ha pertenecido a los palestinos, pero que, por una confusión religiosa, se pretende considerar como dueños absolutos a un pueblo vecino que se ha implantado desde los años 50 del siglo pasado».

El Prelado precisó que es urgente retomar la antigua promesa de Dios a Abraham («En ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra. Sé tú una bendición«) como el punto de inspiración para seguir un camino de servicio y no de apropiación de las tierras. «La Iglesia debe serlo, sin duda; y todos nosotros debemos convertirnos en bendición los unos a los otros», acotó.

Despedirnos, definitivamente, de la ambición y el dinero

El arzobispo de Lima explicó que el caso del administrador astuto es un buen ejemplo de cómo el Señor, espera de nosotros, «una pequeña chispita para abrirnos al bien», inclusive, si somos pecadores o administradores ‘traferos’ que especulan con el dinero y las relaciones humanas para conseguir ‘amigos’ y obtener favores.

«El Señor, curiosamente, de esa persona, malévola y sinvergüenza, alaba la sagacidad que tuvo el administrador para empezar a ver las cosas de otra manera, más allá de su egoísmo. Nos está diciendo que aún podemos recapacitar de nuestro afán egoísta para hacer posible un camino de generosidad y de bondad», argumentó.

Estamos desafiados a predicar con sagacidad para convencer a la humanidad que sí es posible un mundo de paz. Despidámonos definitivamente de la ambición y el dinero. Estos ídolos se meten en el corazón y encierran a la persona en sí misma.

Dirigiéndose a los miembros de la Hermandad del Señor de las Caídas y Nuestra Señora de las Mercedes, el arzobispo de Lima recordó que la humanidad «necesita siempre de la merced de Dios», especialmente, «cuando las víctimas son eliminadas como si fueran cosas por el maltrato y la insensibilidad de ciertos sectores que solo ven sus intereses».

Y añadió: «Necesitamos inventar juntos maneras de transmitir en el mundo la fuerza vital de la paz, que no es la paz de los cementerios, sino la paz que se construye un día a día con la esperanza, con el arreglo, con el acuerdo, con la conversación».

En otro momento, junto a los representantes de los Movimientos Laicales en Lima, que esta mañana mantuvieron un Encuentro Interconfesional de Oración por la Vida y la Paz en Gaza, Ucrania y Sudán, el Cardenal Castillo afirmó que, sin imponer a nadie ninguna religión, tenemos la misión de «suscitar la actitud religiosa de que primero está el Dios que nos creó y nos amó a su imagen y para ser semejantes a Él, es decir, servidores, amorosos, mercedarios, no mercenarios, personas que se donen y den vida a los demás».

Haciendo eco de las palabras del Papa León XIV, el arzobispo limeño reiteró que no es posible imaginar un futuro basado en la violencia, en el exilio forzado y en la venganza.

Vamos a rezar por el Papa León XIV para que, presidiéndonos en la búsqueda de la paz, pueda hacer que nuestra Iglesia se una a todas las demás iglesias en este aporte ecuménico de generar esperanza en las situaciones más tremendas que vivimos.

El Primado del Perú exhortó a que ampliemos los esfuerzos y las iniciativas para neutralizar «lo que algunos quieren monopolizar como el principio destructor y exterminador de la vida, que es el dinero». Y agregó:

«Empeñémonos, comprendámonos y comprometámonos en este tiempo a realizar esa paz de diversas formas. La más importante: conversando y arreglando las cosas, llegando a acuerdos, avanzando en hacer lo mínimo indispensable para que eso se vaya expandiendo».

La Eucaristía de este domingo XXV del Tiempo Ordinario contó con la presencia de los Movimientos laicales de la Arquidiócesis de Lima. También acudieron representantes de la Hermandad del Señor de las Caídas y Nuestra Señora de las Mercedes.