Día de la Asistencia Humanitaria: Brazos solidarios que salvan vidas

En el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, nuestra Iglesia de Lima reconoce el valioso testimonio de nuestros hermanos de Cáritas Lima y el Hogar Arzobispal Nuestra Señora de la Salud, quienes comparten su tiempo y servicio con los más vulnerables de nuestra ciudad.

El Hogar Arzobispal Nuestra Señora de la Salud, administrado por las hermanas de la Congregación de las Ministras de los Enfermos de San Camilo, acoge a pacientes de bajos recursos de diferentes partes del Perú que llegan a Lima para atenderse en los centros de salud de la ciudad. Además de recibir cobijo, tanto pacientes como sus familiares, también son acogidos con alimentación y acompañamiento psicológico durante su recuperación.

La Dra. Yovina Segura, trabajadora social de la casa, explicó que su vocación de servicio estuvo presente desde niña: “Vengo de una familia que me enseñó el valor del servicio y la solidaridad desde muy pequeña. Mi vocación siempre ha estado guiada por el deseo de acompañar y servir a personas en situación de vulnerabilidad”, añadió.

Segura indicó que lo que más le gusta de su labor en el Hogar Arzobispal es poder ser un “puente de esperanza” entre las personas que atraviesan momentos difíciles y los recursos que necesitan para salir adelante: “Me motiva ver cómo, a pesar del dolor o las adversidades, las personas encuentran fuerza, resiliencia y fe para seguir luchando. Cada historia de superación impulsa mi compromiso diario”, sostuvo.

Uno de los principales retos en su trabajo es la “creciente demanda de personas que provienen en su mayoría de zonas alejadas del país sin redes de apoyo, con múltiples necesidades y que requieren atención médica. Uno de los casos que más la ha conmovido fue la historia de un menor y su madre de una comunidad nativa, quienes pasaron muchas dificultades por no comprender el idioma.

“Antes de llegar al Hogar, una madre nos contó que pasó una semana durmiendo en los pasillos del hospital y alimentándose gracias a la generosidad de voluntarios. Llegaron sin conocer Lima, sin recursos y con miedo. Con nosotros recibió alojamiento, alimentación, acompañamiento y orientación para el tratamiento de su hijo. El pequeño mejoró y ella comenzó a apoyar a otras familias. Verla pasar de la desesperanza a ser un sostén para otros es uno de los testimonios más conmovedores del poder transformador de este trabajo”.

Ser trabajador humanitario es una vocación que implica entrega, renuncia y, en ocasiones, riesgo. Es una oportunidad de vivir el Evangelio en acciones concretas. Servir no solo transforma la vida de quien recibe ayuda, sino de quien la brinda.

Yovina Segura

Evelyn Pizarro Huayhua es psicóloga de profesión, especialista en la oficina de programas de Cáritas Lima. Su experiencia en la pastoral social le ha permitido reafirmar la vocación que sintió desde muy joven: “Desde adolescente he sido voluntaria, acompañando a mis padres en talleres de alfabetización y visitas a familias de escasos recursos. A través de los años, esta vocación de servir se ha ido fortaleciendo”.

Pizarro Huayhua explicó que la escucha y el trato cordial son indispensables para acompañar a quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad. Es necesario – destacó – que el trabajo humanitario que realicemos sea con plena consciencia de las desigualdades que vive nuestro país, asistiendo al hermano que nos llama, sin importar de dónde venga. Y agregó:

«Es indispensable que las organizaciones humanitarias tengan respeto por la cultura de las comunidades migrantes. Necesitamos establecer alianzas y unir esfuerzos para generar mayor impacto en el mundo».

En el trabajo humanitario hay que vivir la vocación de servir a los demás, de aquellos que no tienen voz, de aquellos que sienten que las cosas no van a cambiar y necesitan ser escuchados, de aquellos que tienen hambre y su pobreza no es solo económica, también espiritual.

Evelyn Pizarro Huayhua

Ayuda humanitaria en Cáritas Lima