Iglesia Católica reitera su compromiso con la defensa del agua y de los pueblos amazónicos

Con profunda convicción en la misión de cuidar la creación y promover la dignidad humana, la Iglesia Católica en el Perú marcó un nuevo hito en la defensa de los ríos y ecosistemas amazónicos durante la Cumbre Amazónica del Agua, realizada del 1 al 3 de octubre en la ciudad de Iquitos, corazón de la Amazonía peruana.

El encuentro, convocado bajo el lema “Somos Agua, Somos Vida, Somos Esperanza”, reunió a más de 400 delegados de diez países y catorce regiones del Perú, entre ellos representantes de pueblos indígenas, comunidades campesinas, quilombolas, organizaciones sociales, líderes religiosos y defensores ambientales. Durante tres días, los participantes reflexionaron en un ambiente de diálogo intercultural y oración compartida sobre el agua como don sagrado de Dios y derecho fundamental de los pueblos, inspirados en las enseñanzas de Laudato Si’Querida Amazonía y Laudate Deum.

Un llamado a la conversión ecológica

La Cumbre Amazónica del Agua, impulsada por la Vicaría del Agua del Vicariato Apostólico de Iquitos, se desarrolló como un espacio de escucha, reflexión y compromiso pastoral frente a los graves problemas que afectan a los ríos amazónicos: la contaminación por derrames petroleros y minería ilegal, la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la creciente falta de acceso al agua potable.

Durante el encuentro, se compartieron testimonios de mujeres y comunidades que sufren las consecuencias directas de la contaminación de sus fuentes de agua y territorios. En ellos se hizo visible el clamor de quienes ven amenazada su salud, su cultura y su futuro.

El Arzobispo de Lima, Cardenal Carlos Castillo, advirtió sobre el creciente clamor humano ante el sufrimiento de los pueblos amazónicos afectados por la contaminación, denunciando la gravedad de las políticas que atentan contra la vida. Exhortó a la población a organizarse y aprender de quienes resisten con esperanza, haciendo un llamado a transformar el dolor en una resurrección de los pueblos.

Por su parte, el Cardenal Pedro Barreto, Arzobispo Emérito de Huancayo y copresidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), destacó el papel articulador de la Iglesia en defensa de la Casa Común: “Desde hace más de una década trabajamos unidos los nueve países amazónicos en una red eclesial que busca integrar la pastoral, la acción social y el compromiso ambiental. Cuidar el agua es cuidar la vida, y es un deber que compartimos todos los bautizados”, señaló.

La Declaración por el Derecho al Agua

En un momento de unión y esperanza, los asistentes se comprometieron a seguir luchando por el acceso al agua potable y a colaborar en la protección de los bosques y ríos de la Amazonía para las futuras generaciones, concluyendo con la Declaración por el derecho al agua.

La declaratoria denuncia la crisis ambiental y social que amenaza la vida y el equilibrio territorial, destacando problemas como la minería, explotación petrolera, narcotráfico y extractivismo, que incrementan la contaminación y el cambio climático. La indiferencia gubernamental y políticas destructivas agravan la situación, vinculándose al crimen organizado. Los defensores del agua enfrentan asesinatos, mientras las comunidades sufren conflictos y deterioro social por el mal uso del agua. La falta de apoyo a actividades sostenibles perpetúa la desigualdad, afectando a mujeres, pueblos indígenas y comunidades rurales. Es esencial escuchar estas voces y actuar para proteger los territorios y asegurar un futuro justo.

La lucha por el agua y el medio ambiente es fundamental en un contexto de crisis. Defensores de los recursos naturales resaltan la importancia de proteger el entorno, destacando el derecho de ríos y lagos a fluir sin contaminación, alineado con cosmovisiones indígenas en las cuales el agua tiene un lugar central. La juventud y las y los laicos comprometidos son clave en esta resistencia, promoviendo la justicia ecológica y recordando la responsabilidad colectiva en la protección ambiental. Las prácticas sostenibles de las comunidades ofrecen modelos transformadores, formando un movimiento por un mundo más justo y sostenible, donde la lucha por el agua representa la lucha por la vida.

Esperanza que nace del compromiso

Durante la Misa de clausura, presidida por el Obispo de Iquitos, Monseñor Miguel Ángel Cadenas, se elevó una oración por todos los defensores del agua y de la vida. En su homilía, Monseñor Cadenas expresó: “Ha venido muchísima gente que quiere preservar este bioma tan importante para el planeta, entregando su esperanza y sus energías al servicio del bien común que es la Amazonía. La Iglesia quiere escuchar. Necesitamos escucharnos para proponer una vida digna para todos”.

La Cumbre contó con la participación de representantes del Vaticano, del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), de la REPAM, Red Iglesias y Minería, Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima (PUCP), CEAMA, CAAAP, Movimiento Laudato Si’, Forum Solidaridad Perú, Fundación Moore y Aguas Amazónicas, con el apoyo de Adveniat, Misereor, WCS y Porticus.

Al cierre del encuentro, el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado aceptó el desafío de acoger la segunda edición de la Cumbre Amazónica del Agua, reafirmando la continuidad de este proceso eclesial y ciudadano por la defensa del agua, de los pueblos y de la creación.