En una emotiva Eucaristía por los 434 años de fundación del Seminario Santo Toribio, el arzobispo de Lima, Cardenal Carlos Castillo, recordó que la formación sacerdotal nace del encuentro con la realidad del Pueblo de Dios. Dirigiéndose especialmente a los jóvenes seminaristas, el arzobispo de Lima los llamó a abrir los ojos, escuchar el clamor humano y anunciar el Evangelio con alegría, humildad y espíritu misionero.

Desde finales del siglo XVI, Toribio de Mogrovejo entendió que la Iglesia necesitaba pastores cercanos a la gente y profundamente enraizados en la realidad. Su vida estuvo marcada por un profundo sentido misionero, dedicándose por completo a defender la dignidad de indios, y a evangelizarlos en sus propias lenguas. Estos son los cimientos en los que se sostiene el Seminario Santo Toribio de Mogrovejo que, 434 años después, continúa formando pastores al servicio del Pueblo de Dios.
Durante la Santa Misa oficiada junto a los obispos auxiliares, clero de Lima y el rector del Seminario, padre Guillermo Acero, el Cardenal Castillo explicó que Toribio fue “un gran desenseguecedor” que impulsó a vivir la Iglesia con apertura, cercanía y compromiso con los más pobres.
Formar personas idóneas, no «superdotadas»
El testimonio de Toribio se contrasta muy bien con la actitud de Jesús frente a los dos ciegas que piden curación (Mateo 9, 27-31). El arzobispo de Lima sostuvo que el Señor “reconoce el valor de la fe de la gente, sus intuiciones, su idioma, su manera de ser, sus costumbres, su cultura, su idioma”.


La insistencia por acercarse a Jesús – señaló el Prelado – revela una búsqueda auténtica de salvación, un deseo profundo de encontrarse con Él. Y la respuesta del Señor revela que la fe auténtica nace de la libertad y el deseo sincero: «Tú fe te ha salvado», dice Jesús, enseñándonos que la fe no se impone, se suscita y acompaña todos los procesos humanos y espirituales.
Estos criterios humanos son fundamentales en toda vocación sacerdotal. El Cardenal Castillo precisó que los seminaristas deben pasar por una seria formación para ser pastores idóneos. Y advirtió que «ser idóneo» no significa convertirse en un «superdotado, sino en una persona capaz de responder a las exigencias de la realidad”.


Considerando estos elementos, el Primado del Perú reiteró la importancia de desarrollar la dimensión comunitaria de la vida cristiana. «Nadie se salva solo», dijo recordando las palabras del Papa Francisco. También advirtió con claridad el riesgo de alimentar una religión egoísta que procura la salvación individual del alma y no piensa en el bienestar de toda la sociedad.
Un seminario es para abrir los ojos, no para cerrarlos. Ser cristiano es hacer comunidad.
Dirigiéndose a los jóvenes del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, el Cardenal Castillo afirmó que una vida sacerdotal sin diálogo permanente con el mundo es ignorar que Jesús se ha encarnado en el corazón de la humanidad para promoverla, alentarla y levantarla de sus dolores.
Al término de la Eucaristía, el arzobispo de Lima anunció que pronto se celebrará la ordenación diaconal y sacerdotal de tres jóvenes. También agradeció a los Padres Eudistas por acompañar con su experiencia este proceso de formación en el seminario.
Como se recuerda, este 14 de diciembre iniciará, en la Iglesia de Lima, un Año Jubilar por los 300 años de canonización de Santo Toribio de Mogrovejo. La celebración iniciará a las 9:30am., partiendo en procesión desde la Iglesia de San Lázaro (Rímac) hacia la Catedral de Lima.





