Inicia el Año Jubilar por los 300 años de canonización de Santo Toribio de Mogrovejo

Al iniciarse el Año Jubilar en Perú por los 300 años de la canonización de Santo Toribio de Mogrovejo, el arzobispo de Lima, hizo un llamado a reconocer la presencia de Jesús en nuestra historia peruana.

Frente a la imagen de nuestro santo patrón, el Cardenal Carlos Castillo recordó que Toribio mostró una fe cristiana auténtica basada en el servicio, el trato digno y una espiritualidad profunda que no era ajena al sufrimiento de su pueblo.

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La Iglesia de Lima dio inicio al Año Jubilar por los 300 años de la canonización de Santo Toribio de Mogrovejo. Desde temprano, el Pueblo de Dios se congregó en los exteriores de la Iglesia de San Lázaro para caminar en procesión hacia la Catedral de Lima y participar de la Eucaristía oficiada por el Cardenal Carlos Castillo.

El recorrido, que atravesó el histórico puente Trujillo, pasó por Desamparados y culminó en la Plaza Mayor, estuvo acompañado por los obispos de la Arquidiócesis, los canónigos del Cabildo Metropolitano, clero limeño y hermandades. Este gesto simbólico recordó que la fe se vive “en camino”, en medio de la historia concreta de los pueblos, tal como lo hizo santo Toribio en su incansable labor pastoral.

Encontrar al Señor en el corazón de nuestra historia

Al llegar a la Catedral de Lima, se celebró la Santa Misa del III Domingo de Adviento, en la que también se dio inicio oficial al Año Jubilar. Durante la homilía, el Cardenal Castillo retomó la pregunta de Juan Bautista en el Evangelio de hoy (Mateo 11, 2-11): «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». El Prelado invitó que interioricemos las palabras de Juan Bautista para preguntarnos si estamos «dispuestos a seguir creyendo en que sólo encontramos al Señor en el corazón de nuestra historia, por el lado de la caridad, el servicio, la solidaridad y el hermanamiento».

El Señor que esperamos para esta Navidad es el mismo que hizo ver a los ciegos, andar a los cojos, quedar limpios los leprosos, hacer que los sordos escuchen, hacer que los muertos resuciten y que los pobres sean evangelizados

El arzobispo de Lima subrayó que esta presencia del Señor no se impone por la fuerza ni por el poder, sino que se reconoce en el servicio y la caridad vivida. Cuando la Iglesia acompaña, cuida y sirve; cuando se convierte en signo permanente de amor en la historia, estamos reafirmando que el Señor ya está presente entre nosotros.

Toribio de Mogrovejo: Misionero, Santo y Pastor

Iniciar este nuevo Año Jubilar, por lo tanto, implica superar un «individualismo espiritual» que reduce la fe cristiana a salvar el alma personal, desentendiéndome del hermano y de lo que ocurre a mi alrededor. «Jesús nos demuestra que la caridad efectiva es capaz de transformar este mundo en una sociedad de hermanos», apuntó el arzobispo.

En este horizonte se presentó la figura de Santo Toribio de Mogrovejo como verdadero pastor. Se recordó que, al llegar a estas tierras marcadas por la enfermedad, la muerte y la dispersión, «primero, empezó a ver cómo estaba la situación de cada comunidad». Antes de anunciar el Evangelio – recordó el Cardenal Castillo – Toribio reunió a los pueblos, los escuchó, organizó y acompañó, «propiciando una Iglesia que no deje de dar ese signo como el fundamental».

La gran contribución de Toribio es que exista un país que pueda creer en Dios y que pueda creer en Jesucristo, pero siempre sobre la base de que haya justicia y no que el cristianismo sea un adorno

En otro momento, el Primado del Perú destacó que Toribio de Mogrovejo no sólo caminó pueblo por pueblo, también aprendió las lenguas originarias y defendió con firmeza y delicadeza la dignidad de los indígenas, dejando constancia del maltrato que sufrían. Su acción pastoral mostró que el cristianismo no puede convertirse en adorno ni en apariencia, sino que debe sostenerse sobre la justicia y el respeto a la persona humana.

Que al finalizar este Año Jubilar podamos hacer de nuestra Iglesia una Iglesia linda, que aliente siempre a su pueblo

El inicio del Año Jubilar fue también una invitación a revisar las formas de ser Iglesia hoy. Inspirados en Santo Toribio, el arzobispo de Lima alentó a superar estructuras cerradas y prácticas individualistas, para caminar hacia una Iglesia donde todos tengan voz: «Aquí opinamos todos, porque todos somos importantes. Ese es la Iglesia de Toribio; una Iglesia que escucha, acompaña y deja huella en la vida de su pueblo».

Que al concluir este Año Jubilar podamos promover una Iglesia que sabe alentar a su pueblo, fiel al Evangelio y al legado que nos dejó Santo Toribio de Mogrovejo.

Con el inicio de este Año Jubilar, se anunció que las reliquias de Santo Toribio de Mogrovejo recorrerán todos los decanatos de nuestra Arquidiócesis limeña.