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Misa Crismal: «Ungidos para servir y dar testimonio en las situaciones concretas»

En la Misa Crismal celebrada en Catedral de Lima, Monseñor Carlos Castillo recordó que la renovación de las promesas sacerdotales nos recuerda que somos ungidos en Jesús para aprender a identificarlo en la historia de nuestros problemas, especialmente, en los más pobres y marginados.

«Somos llamados a servir en la trágica situación que vive nuestro pueblo. Que Dios nos ayude en este camino y sepamos responder obedientemente, llorando con nuestro pueblo, acompañándolo en su dolor y dando testimonio con sencillez», ha comentado en su homilía.

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Más de 300 sacerdotes acudieron a la Basílica Catedral de Lima para participar de la tradicional Misa Crismal, presidida por el arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. También se hizo presente el Nuncio Apostólico de Su Santidad, Monseñor Paolo Rocco Gualtieri

Al inicio de su Homilía, Monseñor Castillo explicó que la celebración de la Misa Crismal nos permite «adentrarnos en lo más hondo de la presencia de Dios en la historia» para ser «testigos fieles de Aquel que fue enviado a dar la Buena Noticia a los pobres», con quienes Jesús se identificó. Como sacerdotes, también estamos llamados a «identificarnos con Jesús en el corazón de nuestro ministerio» y en el corazón de lo que ocurre en la realidad, en el dolor humano y en las dificultades de nuestro pueblo.

El Señor refunda el sacerdocio, hoy día, a partir de su sacrificio generoso en la Cruz. Nuestro sacerdocio no es para erigirnos en la usurpación que los sacerdotes de Israel procuraron cuando construyeron un templo tirano que sometía a las personas a las exacciones, a los maltratos y a la producción absoluta de dinero.

El arzobispo de Lima advirtió que un sacerdocio separado de la gente y que se coloca por encima del resto hace que la Iglesia sea estéril, infecunda, sin posibilidad de abrirse a la novedad y al mundo. Quien mira así la religión «vive mirando al ‘dios’ que los endiosa, pero no al verdadero Dios que se humilla por el Otro».

El Papa Francisco nos ha enseñado, en estos once años de su Pontificado, que el sacerdote debe ocupar el lugar de servidor.

Dirigiéndose a todos los sacerdotes de nuestra Arquidiócesis, el Primado del Perú señaló que el Señor «se ha hecho realidad histórica para cuidar los corazones» y «nos hace portadores de la gracia, no comerciantes de la gracia», para salir a anunciar el Evangelio desde la historia que nos toca vivir, mirando cara a cara los problemas que debemos atender.

Somos testigos de la presencia actual del Señor en la coyuntura peruana; somos testigos de la presencia del Señor en la situación en que vive mi parroquia y mi pueblo; somos testigos del Señor en las cárceles, en las calles, en los bailes de los jóvenes, en las plazas, en todas partes.

El obispo de Lima aseguró que, para ser testigos fieles del Señor y situarnos en la realidad, tenemos que «colocarnos del lado de la gente», escuchar sus relatos y acompañarla. Solo así podemos ser ejemplo de la «vivacidad de nuestro sacerdocio».

El Santo Padre ha dicho con toda claridad que hemos de llorar con la gente, sentir hondamente su dolor para poderle anunciar el mensaje de la alegría. Y desde ese desgarramiento hondo de nuestro ser, podemos identificarnos con ese dolor y sentir la presencia de la Luz que nos ilumina en medio de la tiniebla.

Monseñor Carlos Castillo ha recordado que los sacerdotes «son elegidos por el Espíritu Santo» para dar testimonio, aceptar nuestra humanidad y obedecer al Espíritu en todo momento. «Este es un don preciado que debe crecer en nosotros, renunciando a todo aquello que sea distinto a Jesús», recalcó.

Que Dios los haga a todos sacerdotes santos del Señor, capaz de dar testimonio con sencillez, bondad y entereza.

La Misa Crismal celebrada en Catedral de Lima contó con la presencia del Nuncio Apostólico en el Perú, Monseñor Paolo Rocco; el obispo auxiliar emérito de Valencia, Monseñor Javier Salinas; el obispo emérito de Chachapoyas, Monseñor Emiliano Cisneros; y los obispos auxiliares de Lima: Monseñor Juan José Salaverry, Monseñor Guillermo Elías y Monseñor Guillermo Cornejo. También nos acompañó el Coro Arquidiocesano Juvenil de Lima.

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