Más de 50 mil personas acompañaron al Señor de los Milagros en un histórico peregrinaje por las calles de la diócesis hermana del Callao. Durante la misa de campaña, el Cardenal Carlos Castillo hizo un llamado a situarnos ante el Señor reconociendo con humildad nuestros límites, ambiciones y errores, sin presumir lo que no somos.
«La esperanza chalaca no muere, la esperanza chalaca siempre permanece», expresó emocionado entre aplausos. La Eucaristía también contó con la presencia de las sagradas imágenes del Señor del Mar y la Virgen del Carmen de la Legua.
Han pasado más de 20 años desde que la imagen del Señor de los Milagros visitó la provincia constitucional del Callao. «Este Señor que hoy es levantado por nuestro pueblo, se humilló y solidarizó con todos nosotros, en especial, con los más pobres y desdichados. Él mismo nació pobre, indefenso y se dedicó a alentar a su pueblo, dándole vida». Con estas emotivas palabras, el arzobispo de Lima agradeció la inmensa acogida del pueblo chalaco que, desde muy temprano, se concentró para acompañar al Cristo Moreno.
Los pobres del mundo necesitan ese signo de aliento y esperanza que nos da el Señor, para que en sus luchas, anhelos y esfuerzos, podamos conseguir la pacificación por obra de nuestro hermanamiento.
El evangelio de hoy (Lucas 18, 9-14) se centra en la actitud del cristiano frente a Dios. Esto es representado en la vanidad del juicio propio del fariseo y la humildad del publicano arrepentido. El Cardenal Castillo explicó que, mientras el primero busca exaltar su figura personal para «ser más», el segundo, pese a ser odiado por los hebreos más pobres por recoger impuestos para Roma, «se sitúa ante el Señor en el último lugar» porque «quiere dejar de hacer robos y coimas, quiere ser una verdadera persona».
La ambición por el primer lugar y los puestos de privilegio son un grave problema que debemos aprender a superar tanto en la sociedad como en la Iglesia. Así lo aseveró el obispo de Lima:
«Hemos visto cómo en la Iglesia hay muchos problemas de grupos que acaparan el nombre de cristianos, pero que, en la práctica, reniegan del Señor, haciéndose pasar por muy ‘santos’. La actitud del verdadero cristiano consiste en dejarse interpelar y cuestionar por el dolor de nuestro pueblo. El ministerio en la Iglesia es, en primer lugar, un servicio.», recalcó.
Seguir un camino de servicio. Dejar la vanagloria
Recordando el paso del Santo Padre como administrador de la diócesis del callao, el Primado del Perú recordó que la vocación de la Iglesia es caminar juntos y unidos para ser sinodales. Es un camino de servicio, de ayuda mutua y comunicación para una conversión verdadera. No se hace por mandato, sino por amor. Y añadió:
Aprendamos a situarnos ante el Señor reconociendo nuestros límites, nuestras ambiciones, nuestros errores. No presumamos de lo que no somos.
El camino de servicio – reiteró el purpurado – no radica en la prepotencia ni el desprecio. Esta actitud de creernos dioses nos impide descubrir el valor y la riqueza de cada persona. Y, citando las palabras del Papa León XIV, acotó:
La regla suprema en la Iglesia es el amor. Nadie está llamado a mandar, todos lo son a servir. Debemos soñar y construir una Iglesia humilde (…) que no se mantiene erguida como el fariseo, triunfante y llena de sí misma, sino que se abaja para lavar los pies de la humanidad; (…) una Iglesia que no se cierra en sí misma, sino que permanece a la escucha de Dios para poder, al mismo tiempo, escuchar a todos.
(Misa por el Jubileo de los equipos sinodales)
Este llamado a la escucha es una necesidad apremiante en nuestro país, sobre todo, para quienes pretenden acallar las voces de los jóvenes. El Cardenal Castillo insistió que es posible resolver las cosas con amor, con la creatividad y la armonía de los jóvenes que bailan en las plazas. «Ahí está la esperanza germinal de este país, como me decía el Papa Francisco», agregó.
Finalmente, saludando al pueblo chalaco y al obispo de la diócesis del Callao, Monseñor Luis Alberto Barrera, comentó:
La acogida, la amistad, crea lazos nuevos para que todos seamos hermanos. Hemos querido traerles a nuestro patrón para que los acompañe y los guíe en este camino de esperanza chalaca. La esperanza chalaca no muere, la esperanza chalaca siempre permanece.










