Cardenal Castillo: Una Iglesia que se abaja y es cercana con los más pequeños

En el día en que la Iglesia recuerda a todos los fieles difuntos, el Cardenal Carlos Castillo exhortó a vivir una fe encarnada y solidaria frente al dolor de tantas familias que sufren por la violencia y la extorsión en nuestro país. El Prelado afirmó que el Señor nos llama a «bajar para servir» y «abrir un camino de vida plena en el mundo».

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Durante su reflexión sobre el Evangelio de san Juan (6, 37-40), el arzobispo de Lima recordó que la vida cristiana no consiste en evadir la realidad, sino en asumirla con fe y compromiso. En ese sentido, la entrega generosa de Jesús en la Cruz ocurre en un contexto histórico determinante: los sacerdotes de Israel «se habían contagiado de una especie de ufanación», estableciendo una serie de ritos, holocaustos y sacrificios para ganar plata, «para enredar la religión con el dinero».

Esta actitud de endiosamiento está presente en el templo de Jerusalén. El Cardenal Castillo explicó que, cuando el velo del templo se rasga en dos, de arriba a abajo, acontece el fin de una religión que «había confundido a Dios con el dinero». Por eso, la muerte de Jesús es también sinónimo de esperanza, porque marca el surgimiento de una fe auténtica y solidaria que no es «cómplice de intereses mezquinos y destructivos» para controlar a las personas, sino que se encarna en el corazón de la realidad para alentar y acompañar al ser humano.

«La muerte de Jesús nos da un aliento muy grande porque quiere decir que no es una muerte sin sentido, sino que provoca una cosa muy importante: la ruptura con una religión que solamente ve el horizonte de esta vida sin ver ninguna esperanza superhumana», reflexionó el Prelado.

El anonadamiento de Jesús llega a ese punto: nos muestra el rostro de Dios y el primero que se convierte es uno que no es hebreo

En otro momento, el obispo de Lima recordó a las víctimas de la violencia, el sicariato y la extorsión en nuestro país, flagelo que continúa afectando a transportistas y pequeños empresarios. También dedicó una especial mención a los fallecidos durante la pandemia y a los caídos en las protestas nacionales en los últimos años:

“Este mes hemos hecho oración por todos nuestros muertos que han sido asesinados vilmente en diversas circunstancias de extorsión o de asalto, como nuestros hermanos que, por simplemente trabajar en un bus, suben y le disparan”, acotó. Frente a esa realidad, exhortó a “suscitar en todos la solidaridad, porque ese es el único camino que lleva a la Resurrección y a la vida”.

Hagamos una Iglesia y una sociedad de verdaderos hermanos, una comunidad sinodal. Y que, siendo solidarios, podamos contrarrestar y neutralizar toda la violencia, todo el desprecio, toda la pedantería que pulula hoy día, tanto en la sociedad como en la Iglesia.

La Eucaristía celebrada en Catedral de Lima contó con la presencia de la Hermandad de San Judas Tadeo de Barrios Altos, la Hermandad de Caballeros de San Martin de Porres y San Juan Macias. También acudió la comunidad MANTHOC (Movimiento de adolescentes y niños trabajadores hijos de obreros cristianos) y el grupo de acólitos de la Parroquia San Pablo y Nuestra Señora del Carmen.

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Durante la Santa Misa, se hizo un especial reconocimiento al educador y sacerdote Alejandro “Chito” Cussianovich, fundador de MANTHOC: “Él nos dio una muestra de la sencillez y del anonadamiento, con una capacidad enorme de poder convencer de lo profundo que vive el Evangelio”.