En el marco del 428 Aniversario del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, nuestros obispos y sacerdotes de la arquidiócesis de Lima participaron de un emotivo encuentro que rindió homenaje a los presbíteros Jorge López Vignand, Oscar Aquino y Drago Balvanovic, por sus 60 años de ordenación sacerdotal.
El Seminario Santo Toribio de Mogrovejo cumple 428 años formando pastores al servicio del pueblo de Dios. Muchas generaciones de sacerdotes han pasado por sus instalaciones, y quién mejor que el propio padre Jorge López Vignand, que este 2019 celebra 60 años de ordenación sacerdotal, para recordar las anécdotas más curiosas, incluyendo haber sido párroco de nuestro Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo.
El padre López resaltó el arduo trabajo que realizan los formadores en el seminario: «sé lo que es trabajar con los jóvenes ¡Pobrecitos los formadores! – dijo entre bromas – pero es un trabajo gratificante. Los aliento a seguir adelante, empujando a los jóvenes seminaristas a continuar en esta bella misión al servicio de Dios».
Por su parte, el padre Oscar Aquino expresó su profundo agradecimiento con todos los obispos, sacerdotes y pastores que han pasado por estos 60 años de vida sacerdotal – «realmente me siento feliz» – dijo emocionado – «Quiero agradecer a Dios por los años de sacerdote y agradecer a ustedes por sus oraciones. Siempre llevo presente la formación que recibí aquí en el Seminario, y esto se lo debo a todos los sacerdotes y obispos que siempre se han preocupado por nosotros los sacerdotes», agregó.
Gracias a Dios y gracias a ustedes por tener todavía fuerzas para seguir buscando aquello que siempre se debe buscar en el sacerdote: el trabajo para los más pobres
Padre Oscar Aquino
Por último, Mons. Drago Balvanovic, un amigo muy querido de la casa, agradeció a los rectores y formadores que pasaron por el Seminario Santo Toribio de Mogrovejo y que fueron parte de su camino pastoral: «Yo vine al Perú por tres años, ahora he cumplido 33 años» – comentó entre risas – «Llegué a esta tierra en medio de la guerra de Europa y después me olvidaron, pero yo también los olvidé. Por eso no regresé, porque encontré, como Abraham, nueva tierra en Perú. Mi trabajo es para peruanos porque yo soy peruano también» – indicó.
«Los tres amigos que gentilmente nuestro seminario ha querido destacar y honrar hoy día, son un ejemplo de lo que somos nosotros» – acotó Mons. Carlos Castillo – «el testimonio de sus vidas nos queda grabado no solamente en el corazón, sino en la médula del ser. Eso nos hace ver que es elemental esta relación con el pueblo. Cuando el Papa nos decía eso de oler a oveja se refiere a que no nos separemos nunca de la gente, porque la gente es el corazón de nuestra comunidad, nuestra comunidad es el pueblo».
Un seminario que camina sin miedo
El Rector del Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, el padre Jorge López, también dedicó unas palabras de agradecimiento y recordó a todas las generaciones de pastores que dejaron huella en estos 428 años: “ha sido una cuna de grandes pastores que han acompañado los diferentes procesos aquí en nuestra sociedad y también en nuestra Iglesia”, resaltó.
“Hay que saber dar gracias porque el Señor ha puesto en nuestras manos un tesoro incalculable de experiencia, de tradición, que a veces no hemos sabido valorar, pero que procuramos y vamos a procurar hacerlo”, continuó el rector.
“Creo que los miembros de nuestra casa queremos caminar sin miedo”, dijo en alusión al llamado de una «Iglesia en salida» del Papa Francisco: “Queremos también mirar sin miedo el horizonte, recordando también que hay diferentes procesos que nos pueden apagar, pero, queremos caminar sin miedo con nuestros errores para ser una Iglesia con mucho ardor, como decía San Juan Pablo II”.
Toribio de Mogrovejo: el pastor que conoce a sus sacerdotes
Antes de dar por finalizado el encuentro, el Arzobispo de Lima citó las palabras que el Papa Francisco dedicó a Santo Toribio de Mogrovejo durante su visita apostólica al Perú en enero de 2018:
“Fundó el primer seminario postconciliar en esta zona del mundo, impulsando de esta manera la formación del clero nativo. Entendió que no bastaba llegar a todos lados y hablar la misma lengua, que era necesario que la Iglesia pudiera engendrar a sus propios pastores locales y así se convirtiera en madre fecunda. Para ello defendió la ordenación de los mestizos —cuando estaba muy discutida la misma— buscando alentar y estimular a que el clero, si se tenía que diferenciar en algo, era por la santidad de sus pastores y no por la procedencia racial. Y esta formación no se limitaba solamente al estudio en el seminario, sino que proseguía en las continuas visitas que les realizaba, estaba cerca de sus curas. Ahí podía ver de primera mano el «estado de sus curas», preocupándose por ellos. Cuenta la leyenda que en las vísperas de Navidad su hermana le regaló una camisa para que la estrenara en las fiestas. Ese día fue a visitar a un cura y al ver la situación en que vivía, se sacó su camisa y se la entregó. Es el pastor que conoce a sus sacerdotes. Busca alcanzarlos, acompañarlos, estimularlos, amonestarlos —le recordó a sus curas que eran pastores y no comerciantes y por lo tanto, habrían de cuidar y defender a los indios como a hijos. Pero no lo hace desde «el escritorio», y así puede conocer a sus ovejas y ellas reconocen en su voz, la voz del Buen Pastor».
Encuentro con los obispos en el Palacio Arzobispal de Lima, Domingo 21 de enero de 2018