Adulto Mayor: Signo viviente de la bondad de Dios

En el día que recordamos y rendimos homenaje a nuestros adultos mayores, queremos compartir los testimonios de servicio que realizan las comunidades parroquiales y congregaciones de nuestra Arquidiócesis en favor de cientos de ancianos.

Cada 26 de agosto, en el Perú, se celebra el Día del Adulto Mayor, fecha para reconocer la presencia de nuestros hermanos ancianos en la vida de la sociedad y de la Iglesia.

Como se recuerda, en la II Jornada Mundial de los abuelos y de los mayores, el Papa Francisco recordó que los ancianos forman parte de la denominada «cultura del descarte», esa mentalidad que nos hace sentir diferentes de los más débiles y ajenos a sus fragilidades. Pero la Iglesia quiere festejar con aquellos a los que el Señor —como dice la Biblia— les ha concedido “una edad avanzada”. Por eso, el Santo Padre hizo este llamado:

«Los invito a anunciar esta Jornada en sus parroquias y comunidades, a ir a visitar a los ancianos que están más solos, en sus casas o en las residencias donde viven. Tratemos que nadie viva este día en soledad. Tener alguien a quien esperar puede cambiar el sentido de los días de quien ya no aguarda nada bueno del futuro; y de un primer encuentro puede nacer una nueva amistad».

En ese mismo espíritu, nuestra Arquidiócesis de Lima comparte los gestos de servicio y solidaridad con nuestros hermanos de la tercera edad, quienes participan activamente en comunidad y son signos vivientes de la bondad de Dios.

«Abuelitos Brillantes»: Testimonio de la comunidad parroquial Magdalena Sofía Barat.

En la Parroquia Santa Magdalena Sofía Barat, del distrito de ‘El Agustino’, todas las semanas encontramos a los “Abuelitos Brillantes”, un grupo de 120 hermanos de la tercera edad que, desde hace 10 años, participan en diferentes actividades recreativas y pastorales.

El Padre Walter Alcos, su párroco, ha querido reflexionar sobre la importancia de compartir nuestro tiempo con los adultos mayores. Él recuerda que “nuestra sociedad no puede olvidarse de los ancianos», porque ellos «representan nuestras raíces y la memoria de nuestra historia; la experiencia y sabiduría que serán siempre de ayuda para nuestros jóvenes, para que miren al futuro con esperanza y responsabilidad”.

Entre sus principales actividades, los abuelitos se encuentran cada domingo para compartir el Pan en la Eucaristía y el pan en el desayuno. Este es un momento especial, sobre todo para los jóvenes – asegura el Padre Alcos – porque pueden conversar, reír y acompañarlos en esta etapa de sus vidas.

De igual manera, la tarde de los miércoles es destinada al desarrollo de actividades artísticas (dibujo y pintura, manualidades y danza). “Cada miércoles se programa una actividad, la cual busca que nuestros adultos mayores se sientan acogidos, útiles y, sobre todo, vivan una vejez saludable y activa. Es más, algunos abuelitos, a pesar de no haber asistido a la escuela, han desarrollado habilidades como colorear dibujos con mucha técnica”, contó Walter Alcos.

Cada día, la comunidad de Santa Magdalena Sofía Barat, comparte 60 almuerzos para los ancianos que se encuentran en pobreza extrema.

“Obremos con sensatez, no nos quedemos en el presente. Muchos de nuestros adultos mayores no son atendidos en sus necesidades básicas, y las políticas públicas destinadas a ellos no tienen cobertura para todos. El Evangelio nos invita a amar al prójimo, y nuestro prójimo es quién más nos necesita, los adultos mayores”, es la reflexió final que nos deja el Padre Alcos.

Testimonio de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados tienen una historia centenaria dedicada al servicio de los ancianos más vulnerables de nuestro país, acogiéndolos en un ambiente familiar y atendiendo a todas sus necesidades, tanto físicas como espirituales.

En ese sentido, la Madre Superiora Luz Alba Malara, directora del centro, nos comenta los frutos de este servicio abnegado que enriquece el alma con sabiduría y amor gratuito: «El servicio al anciano es el Evangelio en acción; es el Espíritu de Jesucristo encarnado en la humanidad, amor que se inclina sobre el rostro dolorido de Cristo; es hacer vida las obras de misericordia», expresó.

En la actualidad, el centro acoge a 220 adultos mayores, quienes reciben acompañamiento constante, ya sea para el aseo personal como para su alimentación. También se realizan numerosas actividades recreativas para fomentar las habilidades artísticas y manuales.

«El Papa Francisco nos dice que nadie debe ser descartado en la sociedad. Nos toca, devolverles a los ancianos, todo el valor que tienen y tratarlos como se merecen, para que sientan que sus experiencias de vida y de fe contribuyen a la sociedad; porque en la ancianidad y en la enfermedad, se puede dar frutos», ha recordado Luz Alba.

¿Sabías qué?
Según cifras del INEI, los adultos mayores ocupan el 13.3% de la población peruana.