«Hermanos y hermanas, maduremos nuestra fe en el Dios que es Padre, Hijo y Espíritu porque es comunidad y nos exhorta a que cada uno de nosotros, penetrados por la fuerza del otro, acudamos a servir al otro», comentó Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú durante la homilía de este domingo 7 de junio, Solemnidad de la Santísima Trinidad.
«Hermanos y hermanas, hemos empezado nuestra misa el día de hoy cantando ‘no vayas triste en soledad’ y eso no solamente es un aliento y una idea que nos brota a todos de no estar solos, sino que nuestro Dios no es soledad sino comunidad, el Dios que nos ha revelado a Jesucristo en forma definitiva, es un Dios comunidad solidaria, es una familia, y por lo tanto, como miembros de la familia, el Padre ama al Hijo, el Hijo ama al Padre, y los dos en ese amor hacen posible también que el Espíritu Santo pueda guiar toda la humanidad que ha sido creada a imagen y semejanza de ese Dios», expresó Monseñor Castillo al inicio de su homilía.
Nuestra fe ha alimentado todas las intuiciones de los seres humanos que buscan a Dios y crean distintas imágenes, y más bien, nuestro Dios ha revelado a la humanidad que somos creados y tenemos como raíz y fundamento la solidaridad íntima entre el Padre y el Hijo en el Espíritu, y por lo tanto, todos también estamos llamados a ser solidarios, a ser una sola familia humana.
Llamados a defender la dignidad humana y superar las injusticias
Para ser una sola familia humana es indispensable «poder desechar todo aquello que impide la hermandad entre nosotros, porque siendo creados a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a defender la dignidad humana, a procurar entre nosotros relaciones de amor y de amistad, a procurar superar las injusticias, a procurar superar el racismo, a procurar reconocer la dignidad de la mujer, a no prejuiciar de las personas, a saber entender y comprender la grandeza de cada uno, y así construir un mundo distinto, un mundo a imagen y semejanza del mundo que el Señor creó».
Refiriéndose al Evangelio de Juan (3,16-18), el Arzobispo de Lima recordó que Dios no ha venido para juzgar al mundo: «piensen ustedes la cantidad de cosas que tendríamos para ser juzgados, la cantidad de cosas terribles que hacemos incluso en medio de esta pandemia, como el asesinato de George Floyd – ‘me falta la respiración, no tengo aire, necesito respirar’ qué curioso que en este mundo en donde necesitamos tantas máquinas respiradoras otro ser humano le quita la respiración cruelmente, eso es el pecado, eso es el sentido de ideología que nos destruye, los prejuicios que se acumulan en nosotros y que destruyen la capacidad de comprender y de tener misericordia, y por eso no puede ser un hecho ejemplar para nadie, tenemos que quitar ese ejemplo de nuestra historia y criticar duramente las actitudes de ese tipo» – señaló.
«En nuestra patria también hay cosas de esa forma que son crueles cuando, en medio de la situación de la pandemia, subimos los precios de las medicinas y las escondemos para encarecerlas, eso significa que todavía no entramos en lo profundo de lo que somos, y nuestro Dios, el Dios que es amor, que es comunidad y no soledad, es el Dios que viene en nuestra ayuda para hacernos comprender que tenemos que desistir de todas aquellas cosas que son egoísmo y que no piensan en los demás», agregó el Primado del Perú.
Una actitud ‘adolescente’ y egoísta que no considera a los demás
«Tenemos costumbres de adolescentes que solamente se miran el ombligo – indicó Monseñor Carlos Castillo – el adolescente empieza a ser adulto cuando encuentra sus heridas y las enfrenta, no cuando llora todo el día por la herida, y reconociendo entonces sus límites, los acepta y reconoce también sus pecados y sus errores. En nuestro país se ha acumulado tanto infantilismo y frivolidad que, en el fondo, nos estamos olvidando de Dios con ello».
«En este país ‘ensantando’ en donde todos rezamos y estamos muy unidos gracias a Dios, tenemos que profundizar esa fe para que madure, y madurar significa tener capacidad de pensar en el otro, de reconocer el valor del otro, como lo estamos aprendiendo estos días con todas esas disciplinas que tenemos que hacer para no contagiarnos, eso una manera de amar también», precisó el Arzobispo de Lima.
Signos de Jesucristo vividos por nuestros héroes anónimos
En el marco del Día de la Bandera que se celebra este domingo 7 de junio, Monseñor Castillo recordó que «amó tanto Dios al Perú que nos entregó no solo a San Martín, no solo a Santa Rosa, no solo a San Francisco Solano o San Juan Macías; nos entregó también a Grau, a Bolognesi, a Daniel Alcides Carrión, nos entregó a Túpac Amaru. Todavía en nuestra historia hay signos de Jesucristo vividos por nuestros héroes nacionales, ésos héroes anónimos que han sido las enfermeras, los médicos, los policías, los soldados, los voluntarios, y quienes han sacrificado su vida por nosotros. Amó tanto Dios al Perú que nos entregó a esa gente que se sacrifica para darnos vida», subrayó.
Todos juntos tratemos de ayudarnos mutuamente a reconstruir este mundo con el Dios que llamamos Trinidad, pero muy bien podríamos llamar comunidad y familia, ese Dios familiar que no nos abandona porque nos quiere envolver dentro de Él para darnos vida
«Que Dios bendiga a nuestro país, que nos permita salir de todas esas pillerías y sandeces que existen todavía en nosotros y que nos dejan niños, para que maduremos y salgamos a servir a los demás, comprometiéndonos especialmente con los más débiles y tomando en serio la vida y las tareas que tenemos en esta historia», concluyó.