«Estamos llamados a dejarnos invadir por el Señor que se pone en medio de nuestros problemas, de nuestras desdichas y de nuestras heridas. Aprovechemos este tiempo primero para ayudarnos a curar mutuamente las heridas en casa, restañemos esas heridas, recordemos que necesitamos formar una familia más unida, que cuente sus historias y que pueda entender porqué es que tenemos que amarnos hondamente» – fueron las palabras de Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, durante la Celebración Eucarística a puertas cerradas correspondiente al II Domingo de Pascua, día de la Divina Misericordia.
«Hoy nos reunimos este domingo, en el día del Señor, para acoger su misericordia, dejarnos invadir, envolver, suscitar, inspirar por su misericordia, especialmente ahora que nos encontramos en una situación parecida a la de los discípulos: estamos en nuestras casas a puerta cerrada, no por miedo a los judíos, pero si por miedo al coronavirus» – expresó Monseñor Castillo al inicio de su homilía.
El Señor se aparece también a nosotros para ayudarnos en medio de nuestros miedos, el Señor no se sitúa lejos, está en medio de nuestras situaciones.
Refiriéndose al Evangelio de Juan (20,19-31), el Arzobispo de Lima explicó que siempre habrán muchas situaciones en donde tendremos que enfrentar los problemas sabiendo que el Señor está colocado en medio de nosotros:
«El modo en que el Señor se coloca en medio es justamente para procurar en sus discípulos la paz, y esto hoy es indispensable en nuestras vidas porque a veces nos desalentamos, algunos se deprimen, algunos quisieran salir apurados, y por lo tanto, corren el peligro del contagio. El Señor viene a traernos una paz que nos llama a remitirnos siempre a los actos de amor» – indicó.
Monseñor Castillo resaltó que la «verdadera paz se construye ayudando al otro», pensando en nuevas maneras de servir a quienes más los necesitan, «inclusive cuando estando nosotros en situación de cuarentena, tenemos que inventar las formas de ayudarnos».
Ser creyente es ‘tocar’ las heridas del Señor, las heridas del pobre
El Primado del Perú destacó todos los gestos que se vienen brindando desde la Iglesia para ofrecer ayuda, ya sea a través de Cáritas Lima como el servicio de acompañamiento espiritual que se aperturó recientemente: «tenemos más de cuarenta personas que están atendiendo los teléfonos de la arquidiócesis para ayudar a las personas que tienen problemas, que necesitan compartir sus problemas, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos» – apuntó.
Todas estas iniciativas son acciones que nos movilizan, porque «ser creyente es siempre tocar las heridas del Señor en las personas, así lo dice el Papa, tocar las heridas del pobre, fijarnos en los problemas de la gente, pensar, orar por ellos y, simultáneamente, tratar de acompañar dentro de los límites y prepararnos para hacer un mundo distinto, un mundo donde reine el amor, donde reine la justicia, donde no nos olvidemos de los más importante que son las cosas sencillas de la vida» – subrayó el Arzobispo de Lima.
¿En qué hemos invertido todo el dinero si no es en sanar a la gente?
«¿En qué hemos invertido todo el dinero si no es en sanar a la gente? ¿Por qué no hemos invertido más en hacer que las cosas elementales lleguen a la gente? – preguntó Monseñor Castillo durante su homilía – todos los sistemas clínicos están colapsando porque no hemos pensado en un proyecto humano que responda a las necesidades elementales, pensamos que nunca nos iba a ocurrir esto».
El Señor sale a nuestro encuentro y nos dice que para poder tener paz es necesario siempre estar atento a los otros y al problema de todos, no es una cuestión egoísta de mi paz, es la paz que el Señor nos da para que la compartamos.
El Señor nos comunica su Espíritu de amor y misericordia
El Señor, que sopla sobre sus discípulos, va a comunicarles su mismo Espíritu que le permitió amar hasta la muerte: «ese Espíritu es para que nosotros, recibiéndolo como los discípulos lo han recibido, podamos perdonar a las personas, practicar la misericordia con las personas, y salir de nuestros egoísmos, abrir nuestro corazón hacia los demás».
El Señor también nos llama a perdonar los pecados, y cuando dice que a quienes los retengan les quedan retenidos, significa que a veces debemos tomarnos un tiempo para ayudarnos a recapacitar, «no significa que no perdonen – aclaró Monseñor Castillo – no solamente perdonen, sino enseñen a perdonar, ajusten un poco y con prudencia para que la gente pueda recapacitar, pueda entender que es posible corregirse y mejorar» – explicó.
Por último, el Arzobispo de Lima hizo un llamado a que dediquemos este tiempo a pensar en quienes están en las afueras de la ciudad: «hay muchas personas que tienen que caminar por la calle o muchos desempleados que han perdido el trabajo, muchos ambulantes, personas que están lejos y no reciben la ayuda que necesitan» – dijo.
«Hermanos y hermanas, nosotros que creemos en el testimonio de los discípulos que tocaron y vieron, hoy volvemos a ver ese testimonio en las heridas de las personas y del mundo actual. Renovemos nuestra fe en el Dios que nos tiene compasión, siempre se abre a nosotros, nos comprende, nos levanta y nunca nos abandona. Que Dios bendiga a toda nuestra ciudad, a todo nuestro pueblo, a toda nuestra arquidiócesis y a todo nuestro país», concluyó.