Arzobispo de Lima: Una 'religión del corazón' para decidir con sentido de justicia

En este Domingo XXII del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo afirmó que estamos llamados a una religión del corazón, es decir, una religión de conversión que no solamente siente, sino que aprende a decidir, prudente y concientemente con sentido de justicia para los demás: «Ese camino de la fe es lo que suscita una resurrección de las sociedades y de los pueblos, porque introduce un nuevo espíritu, un espíritu que ayuda a sacar nuestro egoísmo y a ver más lejos, a ver en lo profundo». (leer homilía completa)

En el Día del Veterano Bombero Voluntario del Perú, el Arzobispo de Lima agradeció el testimonio de tantos hermanos que han entregado sus vidas al servicio de los demás: «Hemos visto a muchísimos de ustedes dejar su vida en medio de tantas dificultades que han enfrentado. Y por eso estamos agradecidos y les rendimos homenaje, porque el Señor está viviendo en ustedes. Demos gracias a Dios por ustedes hermanos bomberos, y porque tengamos ejemplos vivos de que es posible algo nuevo cuando hay conversión del corazón y no se vive en las apariencias», expresó.

Homilía de Monseñor Carlos Castillo – Leer transcripción

Comentando el Evangelio de Marcos (7,1-8.14-15.21-23), el Arzobispo de Lima explicó que el pueblo de Israel estaba habituado al cumplimiento de una serie de leyes y tradiciones humanas que se practicaban sin un sentido de profundidad. Es por eso que Jesús plantea una cuestión más de fondo: pensar en la razón de ser de esas prácticas, es decir, la razón de responder a las necesidades humanas y poder ayudar a quienes realmente necesitan de atención.

Israel estaba llamado a ser un pueblo sabio e inteligente, como dice el Libro del Deuteronomio (4,1-2.6-8), por su capacidad de desarrollar su humanidad con una sabiduría e inteligencia que le permita entender el sentido de las cosas. Por eso la inteligencia no puede ser comprendida desde el cálculo, recuerda Monseñor Castillo, la inteligencia verdadera es la que pondera, va a la raíz de todo y trata de entender qué sentido tiene lo que vivimos.

La inteligencia no es una cuestión de saber mucho, de calcular o saber mucha matemática, mucha lógica, sino saber entrar en lo hondo de las situaciones y a partir de ahí intuir por dónde vamos, por dónde caminamos.

En otro momento, el Primado de la Iglesia peruana señaló que Jesús nos propone una religión del corazón, es decir, una religión de conversión de corazón, que tenga intuición y pálpito. Cuando el Señor dice: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”, se está refiriendo a todas aquellas personas obtusas que razonan y calculan para conseguir sus intereses personales a costa de los demás: «la corrupción, la envidia y los celos nos animaliza, porque calculamos solamente con el interés de la ambición y destruimos nuestra humanidad», acotó.

Para los hebreos y para Jesús, el corazón no es el centro sólo de los sentimientos, es el centro y la base de la cual salen las decisiones humanas. Es decir, aprender a decidir haciendo un discernimiento, reflexionando, porque en la vida existen muchos problemas y es necesario tener una lectura más allá de lo inmediato.

Por eso, el mejor método para vencer el mal es examinarse uno mismo y reconocer su pecado, su parte de complicidad con el mal generalizado: «Necesitamos todos entrar en ese proceso de reflexión porque, de lo contrario, no crearemos un ambiente social adecuado y justo que nos permita vivir los valores que tanto deseamos», agregó el prelado.

Monseñor Castillo aseguró que la fe cristiana siempre trata de ayudarnos a todos porque nosotros no tenemos la fe de un momento a otro, viene como un don pero tiene que crecer, tiene que madurar: «Uno de los errores más grandes que cometemos en la fe cristiana, y sobre todo en la propia Iglesia, es proceder a realizar las cosas con apuro y con una especie de norma sencilla: estas son las reglas, tú las cumples y todo funciona. O como esa frase también que se dice: la Iglesia está hecha, no hay que cambiar nada, todo el mundo cumpla su función y ya está. No es simplemente cuestión de cumplir reglas, es necesario intuir juntos: ¿Qué está pasando? ¿Cómo entramos? ¿Cómo hacemos? Y resolver problemas llenos de imaginación, de consideración, de reflexión».

Finalmente, el Arzobispo de Lima explicó el significado detrás de las palabras de Jesús hacia los escribas y los fariseos: ¡Hipócritas!

«Es una palabra fea para nosotros, dura. La traducción de hipócritas es teatreros. Y  eso es un hipócrita, una persona que, de cara para afuera, tiene sus modales y da buena impresión, pero como dice la frase mexicana: ‘ojos vemos, corazones no sabemos’. Y por eso, necesitamos todos educarnos en una actitud de veracidad, de franqueza, con nosotros mismos y con los demás, porque eso reconstruye todo nuestro ser y nuestro ser nacional también».