En este Domingo XXVII del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo habló sobre la importancia de vivir la misión familiar propiciando la capacidad de ver más hondamente y saliendo de los entrampamientos, sin condenar ni excluir a nadie, y sobre todo, ayudando a que todas las personas vayan entendiendo, poco a poco, que el Dios gratuito mora en nosotros: «Volver a los principios es el camino que nos da la salvación, volver a recapacitar y desechar ideologías, ambiciones, rencores, entredichos, ir al fondo y empezar a hermanarnos para ayudar y servir a nuestro pueblo», dijo durante su homilía (leer transcripción).
No basta que los niños tengan a papá los lunes, miércoles y viernes; y a mamá los martes, jueves y sábados, no basta. En principio, los niños necesitan a su padre y a su madre, y necesitan construir lentamente, con paciencia, una familia que les permita vida.
Homilía de Monseñor Carlos Castillo – Leer transcripción.
Comentando el Evangelio de Marcos (10, 2-12), el Arzobispo de Lima afirmó que Jesús se indignó con sus discípulos por la actitud de rechazo y exclusión que tuvieron contra unos niños. «Jesús siempre interviene en las situaciones de una manera profunda, es decir, ir a los fundamentos de las cosas, no para sujetarnos a todos, «amarrarnos» y declarar a todo el que no hace eso un pecador empedernido que no tiene solución, sino para suscitar en nosotros una sabiduría que nos permita calibrar las cosas y ordenarlas según Dios. Por eso se indigna cuando ve que los pequeños no cuentan y no vamos al fondo de lo que está pasando», agregó.
Tenemos que discutir, misioneramente, cómo solucionar los problemas, porque se nos ha enredado la vida muchísimo. Y tenemos una necesidad urgente, porque los niños están en juego. Por eso el Señor no los espanta, al contrario, se indigna con sus discípulos y los llama.
«La muerte del Señor en la cruz y su entrega generosa, desinteresada y gratuita, para comprender que Dios es amor y solamente es amor, presupone que todos podemos amar como Dios ama. Dios tiene confianza de que todos sus hijos e hijas que Él ha creado, pueden vivir en el amor para el cual han sido hechos. Por eso todos somos hechos para adelante, todos tenemos ojos para contemplar la belleza del Otro, todos tenemos brazos para abrazar, boca para besar y tenemos la capacidad de entendernos, de arreglar las cosas con profundidad, más allá de las cosas o intereses inmediatos. Todos tenemos capacidad de entregar nuestra vida como el Señor la ha entregado, lo que pasa es que es difícil, y pese a ello, Dios nunca nos abandona, Él nos comprende, nos ayuda a que caminemos en su amor poco a poco hasta poder sintonizar en fidelidad con Él», indicó el prelado.
La Iglesia no está para condenar, sino para ayudar, para salir en misión.
Recordando la exhortación apostólica Amoris laetitia, Monseñor Carlos aseguró que la Iglesia no está para condenar a quien tiene problemas y complejas situaciones, sino para ayudar y salir en misión, de manera tal que toda familia que ha logrado avanzar en fidelidad, se convierta en misionera: «Esta misión es la de comunicar lo más profundo del Señor para que todos podamos ir, poco a poco, avanzando hacia allá. Y por más difícil que sea, siempre digamos que tenemos al Señor al lado que nos dice: Estás herido, no importa, Yo estoy contigo, vamos adelante, avanzando poquito a poco, con paciencia», acotó.
«Hemos visto cómo la exacerbación actual de hacer las cosas simplemente por el deseo inmediato, por el capricho y por los intereses inmediatos, inestabilizan al Perú. Toda sociedad, toda persona y toda comunidad, está llamada a recapacitar, a decir: ¿Esto es adecuado? ¿Es justo lo que estamos haciendo? ¿No estaré poniendo solamente mi interés sin ver que hay algo más importante que nos une a todos? Volver a los principios es el camino que nos da la salvación, volver a recapacitar y desechar ideologías, ambiciones, rencores, entredichos, ir al fondo y empezar a hermanarnos para ayudar y servir a nuestro pueblo», reflexionó el Arzobispo.
En otro momento, Monseñor Castillo recordó las palabras de Jesús: «Todo el que se hace pequeño participará del Reino de Dios» y «Ustedes también aprendan a ser pequeños para comunicar y anunciar el Reino». Esto quiere decir que todos tenemos entrada a ese Reino a pesar de nuestro pecado. Si avanzamos en las líneas del amor gratuito y si obedecemos los principios que nos quiso comunicar Dios a través de su Hijo – como los niños obedecen fielmente a sus papás- entonces seremos benditos y toda nuestra humanidad renacerá a un mundo nuevo, porque eso es lo que quiere Dios: que seamos felices y renazcamos a una forma nueva de vivir basada en aquello que San Paulo VI llamó ‘la civilización del amor’.
En la semana del turismo, el Arzobispo de Lima saludó a los representantes de la Cámara Nacional de Turismo (CANATUR) y a todas las personas que anuncian las maravillas del Señor creadas por el ser humano.