Arzobispo: Reconstruir la amistad social desde nuestro pueblo

Este domingo 6 de junio, día en que la Iglesia universal celebra la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima, presidió la Celebración Eucarística que se compartió virtualmente a través de las redes sociales: «Estamos llamados a reconocer que Jesús está en nosotros y somos nosotros el Cuerpo de Cristo también, porque somos Iglesia. Y todo laico, toda persona de a pie, que tiene un poquito de fe, ya tiene dentro de sí el Cuerpo del Señor que pasa por las calles bendiciendo a toda la población. Por eso, cuando salgamos, entendamos que somos otros Cristos que estamos saliendo a tomar decisiones desde una actitud profunda de comprensión, de perdón y de amistad, para reconstruir la amistad social desde nuestro pueblo mismo, prestos a hermanarnos y a romper aquellas cosas que han impedido que nos tratemos de forma adecuada», expresó el obispo durante su homilía.

Comentando el Evangelio de Marcos (14, 12-16. 22-26), que narra la institución de la Eucaristía, Monseñor Castillo explicó que Jesús tuvo signos anunciadores: «En su momento decisivo, Jesús quiso instituir la Eucaristía como un signo indeleble para que nosotros nos alimentáramos en diversas situaciones muy similares a las cuales Él vivió, sintamos su presencia y podamos hacer las decisiones adecuadas y justas, porque el Señor sabe que la vida del ser humano es una constante decisión», añadió.

En ese sentido, hoy los peruanos y las peruanas nos situamos en un momento decisivo de nuestra historia, porque tendremos que elegir con nuestra participación ciudadana y democrática, al próximo presidente del Perú. Ante esto, el Arzobispo recomendó: «nuestra tarea es inspirarnos en el Señor, dejarnos penetrar hondamente y tomar una decisión que no será fácil, pero que requiere por parte nuestra, hacer las cosas con disposición y buena voluntad, con el Espíritu del Señor, de tal manera que cada uno tome su decisión de acuerdo a lo más profundo que tenemos, que es el amor de Dios», indicó.

Una cosa es decidir con las razones  humanas que uno tiene, pero al ser creados por el Señor, necesitamos abrirnos a una dimensión más amplia que es el espíritu universal, la humanidad, especialmente los alejados, los pobres, las personas marginadas, las personas que sufren.

El Arzobispo recordó que Jesús tuvo que tomar una decisión en un momento de total derrota, sabiendo que lo iban a matar. Él pudo escaparse, rechazar la cruz y vengarse, pero «Jesús no operó localmente, Él quiso leer los ‘ríos profundos’ de su realidad, y a partir de ahí, decirle: ‘Señor, que se haga tu voluntad y no la mía’ (…) Por eso es que, cuando uno pasa por la fe y la experiencia cristiana, nunca olvida esa sensibilidad profunda con la cual el Señor se entregó sin reservas, para mostrar que Dios es amor, que no se venga de sus enemigos y no es rencoroso. Y eso cuesta quitárselo de la cabeza y del corazón, porque estamos habituados a la amenaza permanente, al miedo, al terror. Y esas cosas el Señor ha querido quitarlas de Dios, porque Dios no es venganza, ni es terror ni es miedo, Dios es confianza, Él confía en nosotros», manifestó el prelado.

Es muy importante ejercitar la libertad profunda de conciencia, pero siempre inspirados y pidiéndole al Señor que, aquello que hagamos, sea lo más correcto posible.

Dada la polarización en que nos encontramos, será difícil y complejo enfrentar lo que viene, adelantó Monseñor Carlos: «tenemos que pedirle al Señor que nos ayude a sobrellevar todo periodo difícil que viene, que no es fácil ni para nosotros ni para el mundo en este momento, porque en todo el mundo hay crisis difíciles de solucionar, una crisis generalizada muy grande», anunció.

«Es tremenda la manera cómo se ha producido esta tensión, además de una enorme propaganda de miedos y de agresiones que deben ser superadas en el próximo tiempo con una actitud profunda de comprensión, de perdón y de amistad, para que desde nuestro pueblo mismo, podamos seguir cívicamente lo que viene y gestionarlo, de tal manera que vayamos a buen puerto», recalcó el Arzobispo de Lima.

Que al comer el Cuerpo y la Sangre de Cristo, dones gratuitos, nosotros nos convirtamos también en un país gratuito, generoso y generador de un nuevo proceso humano, humanizador, para todo nuestro pueblo, para toda nuestra gente.

Antes de finalizar su homilía, Monseñor Castillo hizo una última reflexión: «Pidámosle al Señor que hagamos las cosas con seriedad, sin apasionamientos, con verdad. Y sobre todo, pidámosle que no nos olvidemos en nuestra decisión de los pobres, de los indefensos».