Arzobispo: Seguir el camino fecundo del Señor desde el servicio y la comprensión

En este V Domingo de Cuaresma, Monseñor Carlos Castillo recordó que Jesús ha venido para sellar una nueva alianza con el hombre que se inscribe en el corazón, sin ningún tipo de condicionamiento, sin holocaustos ni sacrificios: «simplemente tenemos que dejarnos llevar por su amor, el sentido y el Espíritu del perdón, de tal manera que, dejándonos llevar por ese Espíritu y dejándolo entrar, nuestra vida se convertirá en una comprensión y conocimiento de Dios. A través de la Cruz del amor, podemos aprender, pedagógicamente, a salir adelante, deponiendo los intereses y las ambiciones para que surja una solidaridad verdadera y un servicio verdadero», reflexionó durante su homilía.

Comentando el Evangelio de Juan (12, 20-33), el Arzobispo de Lima señaló que Jesús tiene pedagogía y paciencia para explicar la profundidad de las cosas que ocurrirán, como su muerte en la Cruz y la revelación del amor gratuito de Dios: «¿Por qué la cruz puede ser motivo de gloria? – preguntó el obispo – Porque representa un amor absoluto del mismo Dios a la humanidad. Por eso, el Señor dice que ha llegado la hora de que ‘sea glorificado el Hijo del Hombre’, es decir, la persona que Dios había escondido en la vida de Israel».

En ese sentido, Jesús recurre a una Parábola que representa, desde la imagen del mundo campesino, cómo el Reino de Dios crece poco a poco y suscita su reinado desde la fecundidad del amor en la humanidad: «qué importante que el Señor esté diciendo que se trata de una cuestión de fecundidad, como lo es entregar la vida por la causa de los demás, especialmente Jesús, que inclusive perdonó a sus enemigos para que haya fecundidad de amor», comentó Monseñor Carlos.

Tenemos tantos ejemplos de personas que, humanamente, han dado su vida por nosotros en este año del Bicentenario.

Carlos Castillo afirmó que ser fecundos no es lo mismo que ser productivos: «la productividad lleva la ganancia, la ganancia lleva al bolsillo y el bolsillo lleva al egoísmo. En cambio, la fecundidad ayuda a que las condiciones humanas se transformen en personas y en relaciones generativas, capaces de dar vida a los demás y hacer nuevas las cosas», añadió.

Aprender a amar en las circunstancias difíciles.

El Arzobispo de Lima también hizo hincapié en diferenciar nuestros intereses personales y fascinaciones para ver el rostro de Cristo en los demás, especialmente en el hermano que más sufre: «El Señor nos llama a servirlo siendo servidores, a seguir su mismo camino que es el camino del amor, no el camino de la infecundidad, de la esterilidad, de un mundo basado en el dinero, en la pasión absoluta por poseer, en el dominio, en la manipulación, y en el intento de hacer que los demás hagan lo que yo quiero y no lo que es debido, necesario y bueno para toda la humanidad», acotó.

No nos vamos a salvar nosotros por llevar el rótulo de católicos, sino por serlo en el amor, en el servicio y en el reconocimiento de la libertad de los demás.

Monseñor Castillo pidió que sepamos escuchar la voz del Señor para comprender que «la Cruz es un camino de gloria y la gloria no es la vanagloria, sino el amor pleno que nos hace introducirnos en Dios, porque aprendemos a amar en las circunstancias difíciles y mucho más para los católicos que debemos estar dispuestos, justamente, a seguir el mismo camino del Señor».

A través de la Cruz del amor, podemos aprender, pedagógicamente, a salir adelante, deponiendo los intereses y las ambiciones para que surja una solidaridad verdadera y un servicio verdadero.

El Primado del Perú explicó que los cristianos y los católicos estamos para unir, no para dividir: «debemos deponer las divisiones diabólicas, diablo significa ‘el que divide’. Y los cristianos y los católicos, estamos para unir, no para dividir. Y lo más importante, por tanto, es que miremos al que va a ser elevado, porque Él atraerá a todos hacia sí, y nosotros debemos dejarnos atraer por Él para vivir el amor mismo que el Señor ha representado vivamente y realmente en la Cruz».