En la homilía de este domingo XXIII del Tiempo Ordinario, Monseñor Carlos Castillo advirtió que nuestra sociedad «ha crecido en individualismo», en el «cálculo seco» de la ambición y la ganancia, olvidando que el «centro de nuestra vida es el amor». Y, ¿quién puede nutrir en nosotros esa capacidad de amor gratuito? Jesús, que «nos da su Espíritu» y nos hace «servidores de los demás».
«Tenemos que volver a la fuente de la inspiración y hacer de la Iglesia una fuente para amar, en donde el dinero y los bienes se compartan con más fuerza, con más vitalidad, especialmente, para quien más sufre», ha dicho el Primado del Perú.
El prelado adelantó que, este año, «de todas maneras hay procesión del Señor de los Milagros. La imagen del Cristo Moreno volverá a recorrer las calles de nuestra ciudad después de tres años: «Con tanto que hemos sufrido, el Señor es nuestro consuelo y vamos a seguir”, agregó.
Leer transcripción de la homilía del arzobispo de Lima.
Inspirado en las palabras del Evangelio de hoy (Lucas 14, 25-33), Monseñor Castillo explicó que el Señor, acompañado de una muchedumbre y sus discípulos, quiere que recapacitemos a partir de estas palabras: El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
«Este es un camino muy exigente – señaló el prelado – porque solamente es discípulo quien, en primer lugar, ama a Jesús; y en segundo lugar, pone lo más propio, inclusive, su propia vida y su propia familia».
«Invadidos» por el cálculo económico, sin inspiración para hacer el bien.
La Liturgia de hoy, en ese sentido, nos invita a tener una actitud de prudencia, sin perder el sentido humano en nuestras decisiones, sin dejarnos llevar por el cálculo de la ambición y la ganancia:
«Este es un mundo en donde todo está súper calculado, especialmente, por medio de las computadoras, de los algoritmos y de los robots… ¡todo está bajo control! Pero todo es “cálculo seco”, es decir, sin inspiración, porque es un cálculo para sacar plata y para dominar. Nuestra propia Iglesia está invadida de personas que ven, en ustedes, los fieles, “un mercado” para sacar plata; y contra eso está luchando, justamente, el Papa Francisco», reflexionó el arzobispo.
Para evitar que nuestra vida sea invadida por el «cálculo seco», Monseñor Castillo reiteró que debemos estar dispuestos a dar testimonio del amor de Dios a tiempo a destiempo, incluso, con nuestra propia vida: «Es la gran esperanza que tiene el Santo Padre de que toda la Iglesia, convirtiéndose, pueda ayudar a convertir al mundo a una nueva manera de vivir. Y, hoy día, eso es urgente, porque nuestras costumbres han sido invadidas por el solo cálculo económico y, entonces, no hay inspiración para hacer el bien, porque la gente se está matando por el dinero y todos nos destruimos», sentenció.
El Papa Francisco se ha reunido esta semana con los cardenales para presentarles la reforma de la Iglesia, que debe superar esta forma de Iglesia en donde todo el mundo calcula y hace lo que quiere (…) Queremos que la Iglesia sea testigo, por su propia vida, de que es una Iglesia sencilla que comparte lo que tiene y acompaña al pueblo, sobre todo, en sus sufrimientos.
El obispo de Lima habló sobre la importancia del discernimiento y la reflexión en la vida de la Iglesia, dos aspectos que Francisco ha mencionado en su reciente catequesis (leer audiencia general). «[Necesitamos] una Iglesia reflexiva, no una Iglesia que repita costumbres y sea de papagayos, que repiten de paporreta las cosas del catecismo. [El Papa] quiere personas que tengan capacidad de pensar, de ver más lejos, de abrirse a las necesidades y problemas de la realidad, porque allí está Dios presente», apuntó.
Comprometernos en la defensa y cuidado de la creación.
Al iniciarse el Tiempo de la Creación, el arzobispo de Lima aseguró que estamos llamados a comprometernos hondamente en la defensa y el cuidado de la Casa Común, y para ello, es necesario una transformación de toda actitud humana de desprecio y explotación a la creación.
Monseñor Carlos recordó que la Iglesia tiene la misión de acompañar a los pueblos amazónicos que están sufriendo tantos embates a causa de la deforestación y la destrucción ecológica: «Es normal que nosotros caminemos sin rumbo y nos pensemos a nosotros como los únicos poseedores de la verdad, del dinero o de los bienes; pero los bienes son de todos, porque Dios nos ha creado a todos, y nos ha dado la creación para que todos la cuidemos y para que nos hermanemos en ese camino», añadió.
Rezamos por la hermana madre Tierra, que nos ha dado el alimento, que nos da la vida, y que nosotros estamos afectando gravemente con nuestros comportamientos.
Finalmente, Monseñor Castillo exhortó a que escuchemos el llamado del Señor y estemos dispuestos a cargar con nuestras cruces, especialmente, con la cruz de la situación difícil que vivimos: «Todos tenemos la capacidad de reflexionar y de decidir juntos un camino distinto. Y ese también es el camino que nos propone el Santo Padre, que es el camino de Jesús».