Miles de personas se congregaron en la Plaza Mayor de Lima para celebrar la Solemnidad del Corpus Christi 2023. Acompañados por nuestras delegaciones parroquiales, obispos, sacerdotes, religiosos, agentes pastorales y laicos, la Eucaristía presidida por Monseñor Carlos Castillo, se ofreció en especial intención por la pronta recuperación del Papa Francisco.
«Unidos a la Iglesia universal, en la adoración del Cuerpo y la Sangre de Cristo, expresados en la Hostia que nos reúne en unidad, rezamos también por el Santo Padre Francisco, uniéndonos a ese cuerpo, a esa alma, a esa voz, a esa palabra universal de Pastor que nos acompaña siempre esperando en el Señor», manifestó el prelado en su homilía.
Bajo el lema: «Te reconocemos, Señor, al partir el Pan», gracias a la donación desinteresada de nuestras comunidades parroquiales, los jóvenes de la Pastoral Juvenil y Cáritas Lima lograron reunir más de una tonelada y media de víveres y menestras solidarias que se compartirán con las madres de las ollas comunes de nuestra ciudad.
Leer transcripción de homilía de Monseñor Carlos Castillo
Nuestra Iglesia de Lima, tan diversa en sus carismas como en su testimonio de servicio y solidaridad, se dio cita en el corazón de la capital peruana para vivir la Fiesta del Corpus Christi. Desde muy temprano, las delegaciones parroquiales fueron llegando con sus donaciones para «compartir el pan» y unirnos en el espíritu sinodal que nos convoca el Santo Padre.
En este espacio de gozo y hermanamiento, nuestro arzobispo de Lima presidió la Eucaristía y meditó sobre la importancia de dejarnos transformar en la Comunión para comprometernos y compartir el pan de nuestra vida con los demás, sirviendo a nuestro país y los más vulnerables. Por ello, Monseñor Carlos afirmó que la vida eterna que nos da Jesús, culmina en la Gloria del Padre, pero comienza aquí, sirviendo y hermanando: «Quien ama tiene vida eterna ya, ahora», remarcó.
En alusión al Evangelio de Juan (6,51-58), que nos recuerda que el Señor es el Pan vivo bajado del cielo, el Primado del Perú explicó que los sacerdotes del templo se rehusaron a escuchar la profundidad de las palabras de Jesús y, en cambio, distorsionaron su mensaje porque iba en contra del «mundito exclusivo» que habían formado entre ellos.
La mentalidad hebrea de aquella época se ufanaba de la tradición que heredaba de Moisés, apegándose a ritos únicos y rigurosos que no permitían abrirse a la novedad. «Se había generado un conjunto de costumbres religiosas que estancaron a Israel en el solo recuerdo de Moisés y, por tanto, se refugiaron en el pasado y olvidaron que ese pan del desierto, del Maná, estaba orientado a un pan nuevo, distinto, que Dios había prometido a Israel», argumentó el arzobispo.
«Los sacerdotes del templo incentivaron al pueblo a creerse pueblo privilegiado, y a creer que ese regalo del Maná había sido dado por un mérito que habían hecho. Y por eso, había que ser “puros”, ser “perfectos”, sin mancha, e incentivaron a sentirse superiores», acotó.
Pero alimentación pasajera sin compartir con los otros – advirtió el obispo de Lima – puede «alimentar» otros intereses individuales como el egoísmo, las ambiciones personales, la corrupción y la indiferencia.
Toda la historia de Israel es la progresiva y paciente enseñanza de Dios para que su pueblo aprenda a amar y a servir a los demás pueblos. Ese también es el camino de la Iglesia.
Monseñor Castillo aclaró que comer el Cuerpo del Señor es «asumirlo en nuestra vida para ser como Él. A veces, comemos el Pan de la Eucaristía, el Pan partido, pero nos detenemos en el darnos. Y como Iglesia de Lima tenemos que ser signo de la unidad que debe existir en nuestro país para salir adelante todos, porque nadie se salva solo», aseveró.
Jesús es considerado un destructor de la fe hebrea, es rechazado por juntarse y comer con los pecadores. Pese a sus palabras, los judaizantes no lo ven como cumplir de promesas porque ya no esperan que se realice nada más. El arzobispo de Lima aseguró que este tipo de actitud se presenta en la actualidad cuando somos renuentes a entrar en el proceso de conversión que el Papa está reclamando en toda la Iglesia mundial.
«Esta ideología del purismo que no acepta saborear y gustar a Jesús para asumirlo, cree que el Señor comparte el pan porque quiere ser rey. Pero Él no quiere ser ni un Moisés ni gobernar como rey, Jesús compartió el pan para ser el servidor crucificado que se pone en el lugar de los últimos, y comparte su Cuerpo y su Sangre con nosotros para suscitar y resucitar nuestra capacidad de amar generosamente», reflexionó el prelado.
Cuando contemplamos y asumimos el Pan sencillo del Señor, alimentamos el compartir nuestra vida, para que nos transformemos todos en un pueblo donde vivamos la justicia, el derecho, el reconocimiento de cada persona y generación, el respeto a la mujer, a cada lengua, sea quechua, aymara, shipibo conibo, awajun, asháninka, y tantas otras que son el Perú.
Dirigiéndose a toda la Iglesia de Lima reunida para compartir el Pan Eucarístico y el pan de la solidaridad, Monseñor Castillo añadió:
«Si queremos un Perú feliz y una Iglesia comprometida con la Patria, no comulguemos sin dejarnos transformar en hermanos comprometidos, en Hostia Santa también nosotros para ser compartida, sirviendo a nuestro país y a los más vulnerables. Dejemos que Jesús nos siga transformando según la voluntad del Padre; dejémonos convertir en un solo pueblo de amor y de acogida sin marginación ni maltrato, mucho menos de desprecio y de muerte, como ya ha sucedido en nuestro país y también en nuestra Iglesia, por lo que hemos de pedir perdón reparador, afrontando con responsabilidad los males cometidos y uniéndonos a un proyecto común como ciudadanos y como hermanos», concluyó.
Al término de la Eucaristía, se dio inicio el recorrido procesional del Corpus Christi, pasando por los cuatro altares ubicados alrededor de la Plaza Mayor. Acompañaron este camino nuestros obispos auxiliares, sacerdotes, seminaristas, jóvenes, hermandades, estudiantes de los colegios parroquiales y laicos.
Por su parte, los jóvenes de la Pastoral Juvenil, en coordinación con Cáritas Lima, recibieron desde muy temprano las donaciones que fueron llegando para nuestras madres de las ollas comunes. Antes de la bendición final, Monseñor Castillo anunció que se reunió más de 1.5 toneladas de víveres.