Cuaresma: Volver al Señor y dar testimonio de paz en el mundo

En el inicio del Tiempo de Cuaresma, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, hizo un llamado a «participar con el corazón» y «volver nuestra mirada al Señor» para testimoniar en el mundo que es posible la paz «porque somos entrañabalmente misericordiosos».

Mensaje de Monseñor Carlos Castillo en el inicio del Tiempo de Cuaresma.

Queridos hermanos y hermanas, estamos al inicio de la Cuaresma, desde este Miércoles de Ceniza en el que, todos juntos, empezaremos el camino de Jesús en el desierto que lo llevará finalmente a la pasión.

Quisiera que, en este tiempo, como su Arzobispo, todos nos unamos en oración gracias a la iniciativa del Santo Padre Francisco, para celebrar la jornada de ayuno y oración por la paz en el mundo, en solidaridad con nuestro hermano pueblo de Ucrania.

Sabemos que nuestro pueblo hermano está sufriendo el asedio de una guerra injusta y, además, estamos escandalizados de que un país cristiano invada a otro país cristiano. Nosotros tenemos que anunciar el amor; y por eso, conviene que empecemos la Cuaresma con esta jornada de oración y ayuno.

Es una jornada de oración porque nos permite a todos abrir el corazón al amor de Dios y aprender entre nosotros a ver cómo se puede amar en una situación difícil.

Es una jornada de oración al Señor porque Él es, en el fondo, el que mueve los corazones y, por medio de su Espíritu, cambia a las personas. Y nosotros, en nuestra oración, le pedimos que nos cambie, pero también cambie los corazones duros de las personas que en el mundo agitan ambiciones destructivas.

El ayuno es un tiempo, no de dieta, como a veces superficialmente se entiende. El ayuno es un tiempo de solidaridad.

Como Jesús les decía a sus discípulos: «Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el novio les será arrebatado, y entonces ayunarán en aquel día» (Mc 2:19). Este día de ayuno es solidario, es un intento de no fijarnos en otra cosa que en el don preciado de Jesús que nos ha sido arrebatado, pero que no nos pueden arrebatar totalmente, porque en el corazón de nuestras vidas está enraizado por nuestra fe, por su identificación con los últimos y los sufrientes de la tierra.

Como dice hoy día San Pablo: “Muerte ¿dónde está tu aguijón? Muerte ¿dónde está tu victoria?”. La esperanza siempre está puesta en el cristiano. Y por esa esperanza, nos unimos solidariamente con todos nuestros hermanos afectados en todas partes del mundo, pero en especial, en Ucrania, nuestra hermana república cristiana y amiga de todos los seres humanos.

Ahora que empezamos esta Cuaresma, renovemos nuestra vida con esta ceremonia que vamos a comenzar el Miércoles de Ceniza, que nos dispone a reconocer nuestros errores, nuestros males, nuestros pecados y a dejar que el Señor nos vaya cambiando.

“Recuerda que eres polvo y en polvo te has de convertir. Conviértete y cree en el Evangelio”. Esa misión de la Cuaresma, en nuestro proceso de vida, tiene la maravilla de ser un tiempo largo de meditación, para que nuestras pasiones no se desaten y sean controladas por algo más grande que tiene el ser humano: la experiencia de lo gratuito, de ese mismo amor generoso que recibimos en el seno materno durante nueve meses, y que nos hace ser siempre sensibles al dolor humano ajeno.

No es desde que nacemos que nosotros empezamos la vida, la empezamos cuando somos engendrados en las entrañas maternales de nuestras madres y, por esa razón, la primera experiencia de vida que hemos llevado es la de ser amados gratuita y generosamente por nuestra madre que nos ama sin condiciones como nos ama Dios.

Por eso, volver al amor primero, que es el amor que hemos recibido generosa, abundante y gratuitamente en el corazón del seno materno, sea también para nosotros, motivo de que, en esta Cuaresma, volviendo a él, podamos testimoniar en el mundo que es posible la paz porque somos entrañablemente misericordiosos, aunque a veces no ejercitamos la misericordia que recibimos.

Que Dios los bendiga y los proteja, y que toda nos acompañemos en esta Cuaresma. La Pastoral de la Arquidiócesis ha preparado distintos actos significativos, signos significativos para nuestras parroquias que todos hemos de realizar. Todos podemos participar y hagámoslo con el corazón, con todo nuestro ser y con todo el amor que Dios nos ha dado.

El Señor los bendiga y que tengan una Cuaresma buena. Y que haya paz en el mundo, especialmente en nuestros hermanos de Ucrania.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dios nos ayude con su paz. Amén