Hoy celebramos el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, fecha en la cual rendimos un merecido reconocimiento a todos los hermanos que trabajan en favor del bienestar de millones de personas en todo el mundo, así como también de aquellos que, cumpliendo su abnegada labor, perdieron la vida.
En ese sentido, la ONU nos ha recordado que, a raíz de la guerra en Ucrania, 71 millones de personas de países en desarrollo han caído en pobreza en solo tres meses; un impacto más agresivo que la Pandemia. Por ello, este Día de la Asistencia Humanitaria tiene una mirada diferente en la sociedad y la Iglesia, contemplando la enorme necesidad que hay en cada rincón del planeta, en cada familia que ha perdido el trabajo, en cada joven sin esperanza.
En nuestra Arquidiócesis, por ejemplo, la Pastoral Social y Dignidad Humana – Cáritas Lima, viene ejecutando reiteradas campañas de apoyo solidario para nuestros hermanos más pobres de la ciudad. De esta manera, entre sus principales proyectos, Cáritas destaca los programas:
-Asistencia Alimentaria, a través del cual se realiza la entrega mensual de víveres de primera necesidad a las ollas comunes y comedores parroquiales, a fin de prolongar su funcionamiento y elevar la calidad del servicio que brindan a la población beneficiaria.
-El Programa Cocinas Saludables, con el respaldo de profesionales especializados de la Universidad San Ignacio de Loyola, quienes capacitan en materia de alimentación saludable a los encargados de la preparación de los alimentos en las ollas y comedores, entre otros.
Hoy, compartimos con ustedes algunos testimonios de nuestros hermanos beneficiarios. Ellos han querido expresar su agradecimiento a Dios y al trabajo humano que realizan nuestra Cáritas limeña y comunidades parroquiales.
Testimonio de Maritza Bardales Gómez (Olla común Dios es Amor – Rímac)
Maritza Bardales, presidenta de la olla común “Dios es Amor” del distrito del Rímac, quien, a sus 51 años, se siente muy útil y, sobre todo, agradecida con Dios por permitirle esta oportunidad de trabajar solidariamente en favor de su comunidad: “Me siento agradecida con Dios por haberme dado la vida y permitirme ayudar en la cocina a quienes más necesitan, especialmente, a nuestros niños del barrio”.
Maritza, madre de 10 hijos y abuela de 7 nietos, nos comentó que, antes de la Pandemia, madrugaba diariamente para ir al mercado a vender pescado y platos de la selva con el apoyo de sus hijos: “No ha sido fácil criar a 10 hijos, pero los he recibido como una bendición de Dios y siempre he luchado por ellos”, comentó orgullosa.
Sin embargo, el surgimiento de una crisis sanitaria mundial, hizo que aumentara su interés de involucrarse en la olla común de su comunidad, para alimentar a sus hijos y a otras personas que estaban atravesando por situaciones similares.
Bardales ha compartido con nosotros, palabras de agradecimiento a Cáritas Lima por todo el apoyo brindado, a través de la entrega de los alimentos para su olla común y las capacitaciones brindadas. Este gesto solidario ha permitido que pueda organizar mejor su tiempo y relación con su familia:
“Terminando mi labor en la olla, dedico tiempo para conversar con mis hijos, para que sean buenos padres y practiquen la Palabra de Dios. Los fines de semana en mi casa, juntamente con mi esposo, enseñamos la Palabra de Dios a niños de 5 a 14 años. Mi sueño es tener un restaurant y seguir ayudando a quienes más necesitan”, aseguró.
Testimonio de Jorge Pariona Rojas (Beneficiario del comedor de la Parroquia Santa Magdalena Sofía Barat – El Agustino)
Jorge Pariona Rojas es un adulto mayor de 67 años que vive con su hermano de 74, en la casa que su padre les dejó hace muchos años. No tiene hijos, esposa, ni familiar que se haga cargo de él. Hace unos años, trabajaba en una fábrica, pero a causa de un severo accidente, sufrió secuelas que le impidieron continuar laborando. Ahora, Jorge se dedica al reciclaje, y lo que gana, lo invierte en pasajes para ir al hospital donde realiza sus terapias semanales.
Luego de un tiempo, el caso de Jorge llegó a la Parroquia Santa Magdalena Sofía Barat, en El Agustino. Inmediatamente fue integrado en el padrón de beneficiarios del comedor y en el programa de actividades para adultos mayores, donde participa activamente: “Me gusta mucho bailar y estoy muy contento, porque en la parroquia han aperturado un espacio para los adultos mayores donde puedo bailar”, indicó.
De esta manera, Pariona Rojas ha formado una nueva comunidad desde el año 2020, y todos los días recibe su almuerzo y otros productos de primera necesidad. Jorge se siente muy agradecido con el Párroco, Arturo Alcos, por haber sido acogido con amor desinteresado. También manifestó su agradecimiento a Cáritas Lima y las personas de buen corazón que envían las donaciones de menestras y víveres.