Al conmemorarse el 34.° Aniversario del Día de la Policía Nacional del Perú, Monseñor Carlos Castillo afirmó que todos estamos convocados a construir una República participativa por el bien común, capaz de hacernos sujetos de esperanza, sujetos de propuestas. «Tenemos que reconocer que nuestras fuerzas armadas y nuestras instituciones tutelares, especialmente, la Policía Nacional, han contribuido con sus vidas a poder hacer posible la solidaridad, la compañía a la gente», dijo en su homilía.
La Eucaristía celebrada en la Catedral de Lima, contó con la presencia del presidente de la República, Pedro Castillo Terrones; autoridades del Ejército del Perú, Marina de Guerra, Fuerza Aérea, oficiales, suboficiales y personal civil de la Policía.
Leer transcripción de homilía del arzobispo de Lima.
Monseñor Castillo destacó el trabajo activo y solidario de la Policía Nacional a lo largo de nuestra historia republicana, especialmente, en estos años de Pandemia. Este testimonio de servicio debe ser una inspiración para solucionar los problemas más apremiantes de nuestra sociedad. «Nos hemos gloriado de tener a nuestra policía, al ejército y la marina, subiendo los cerros a compartir lo que nos llegaba en Cáritas. Hemos podido tener una experiencia de amor verdadero que no tiene por qué desembocar en una lucha eterna destructora de nuestras relaciones, sino que es necesario que empecemos a entender que, más que pelearse, lo que importa es ver cuáles son los problemas principales y atenderlos ya», señaló.
Ustedes, hermanos de la Policía Nacional, son parte de esas instituciones tutelares que siempre procuran y han de procurar la vida común en la Patria.
En esa perspectiva, el arzobispo de Lima aseguró que todos estamos llamados a dar testimonio de que somos hermanos los unos de los otros, para vivir gratuitamente y transformar la historia abriéndola a un horizonte nuevo. «Hay que hacer el esfuerzo permanente de ver cómo salimos de las situaciones difíciles, tratando de comprender y, a través del diálogo, establecer formas de unidad que impliquen la capacidad, la nobleza de abrirse al Otro y dejar lo propio en favor del bien común», reflexionó.
Volver a nuestra vocación, a la vocación del Perú para la humanidad.
El obispo de Lima recalcó la importancia de vivir y amar a nuestra Patria desde las relaciones humanas y la historia común, reconociendo nuestras limitaciones y evitando las históricas tentaciones que han perseguido a nuestro país (la extorsión, la ambición, la corrupción, el interés propio).
«Como dice el himno de la Policía Nacional: “Policía soy, de corazón, por vocación, noble y leal con la tradición de los heroicos policías de ayer. Doy mi juventud, mi abnegación, mi patriotismo y lealtad para servir con fe y honor a la gloriosa Policía Nacional y al Perú”. Hermanos, estamos llamados a volver a nuestra vocación, tenemos que preguntarnos cuál es la vocación del Perú para la humanidad», comentó el Primado del Perú.
Monseñor Carlos precisó que los cimientos que sostienen a nuestro país son la solidaridad y el desprendimiento, «ése es el “oro del Perú”, la solidaridad entre los pobres. Las personas, cuando hay una emergencia, se organizan solidariamente y hacen caso a lo que la primera constitución dice: la participación de toda la sociedad en el bien común».
Intentemos, juntos, buscar un camino unidos sobre una base común, y empecemos a superar los problemas de hambre, de miseria, de crisis, de corrupción, decidiendo abiertamente luchar contra eso.
Dirigiéndose a la generación de jóvenes policías, el prelado indicó que la juventud «es la esperanza de nuestro país» y necesita vivir experiencias de alegría, de solidez, de ejemplo, de parte de todos nosotros. «Es necesario saber desistir de nuestras propias tentaciones y ceder a que las nuevas generaciones limpien nuestro país con una limpieza que viene de un corazón abierto y sano», reiteró.