Personas con Discapacidad: Amor e Inclusión en tiempos de Covid-19

Declarado en 1992 por la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, nace con el objetivo de promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo.

Según el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), en nuestro país más de tres millones de personas tienen discapacidad visual, física, auditiva, de comprensión, de relacionamiento o de comunicación. Esto significa que más del 10% de la población peruana presenta alguna discapacidad.

Frente a esta realidad, la Iglesia viene trabajando en promover una cultura de la vida, que afirme continuamente la dignidad de cada persona, en particular en defensa de los hombres y mujeres con discapacidad, de cualquier edad y condición social. Este es el propósito que el Papa Francisco ha dado a conocer en su mensaje de hoy: ‘Reconstruir mejor: hacia un mundo post Covid-19 que incluya la discapacidad, accesible y sostenible’.

En esa misma línea se encuentra nuestra Iglesia de Lima, que, a través de sus diferentes comunidades, congregaciones y parroquias, acompaña y acoge a nuestros hermanos con discapacidad.

Testimonio de la Casa Hogar para niños con discapacidad.

El primer caso que compartimos es el de la Casa Hogar Transitoria para niños con Discapacidad Física de San Vicente de Paúl, en Chaclacayo, administrado por la hermana Adela Quispe Flores.

Fundada en abril de 1982, la Casa Hogar acoge a niños de distintas partes del Perú con discapacidad física, quienes reciben diferentes terapias y tratamientos especiales que hagan posible una mejor calidad de vida. Una buena cantidad de estas atenciones se realizan de forma gratuita gracias a las donaciones que se reciben anualmente.

Lamentablemente, con el surgimiento de la crisis sanitaria, la Casa Hogar de San Vicente de Paúl ha tenido que ingeniárselas para continuar brindando ayuda humanitaria: «los niños son nuestro motor para seguir avanzando en medio de la Pandemia», nos cuenta la hermana Adela.

Para mantener la atención a los niños, varios especialistas y terapeutas se han visto en la necesidad de donar gratuitamente sus horas de trabajo. Este modo de evangelizar a través del servicio y del amor, es un llamado a pensar a los demás, siguiendo el ejemplo de tantas personas que entregan su tiempo, vocación y vida para acompañar a los que más sufren.

Testimonio del Colegio ‘Alegría en el Señor’

Ubicado en el distrito de La Molina, el ‘Colegio Alegría en el Señor’ es la única institución en el Perú que se dedica a la educación integral de niños y jóvenes con discapacidad física, así lo comentó la hermana Elizabeth Baena, Coordinadora del departamento de Formación del colegio.

A la fecha, el colegio recibe a alrededor de cien estudiantes provenientes de distritos como San Juan de Lurigancho, San Juan de Miraflores, Villa El Salvador, Villa María del Triunfo, Ate, Huachipa, Los Olivos, Manchay, entre otros. Un 90% de los alumnos son becados.

«El colegio brinda una educación académica regular y personalizada, ofreciendo servicios de terapias, acompañamiento integral a las familias y alimentación. Hacemos un seguimiento a estudiantes desde los cuatro años hasta culminar el quinto grado de secundaria», indicó Baena.

En tiempos de Pandemia, el Colegio Alegría en el Señor ha tenido que reiventarse para continuar educando a niños y adolescentes: «gracias a nuestro voluntariado, logramos reunir celulares y tablets para entregar a las familias más necesitadas, asegurando que todos puedan recibir sus clases y sus terapias de manera virtual», explicó la hermana Elizabeth.

En algunos casos el acompañamiento a las familias ha ido más allá de un tema educativo: «también hemos tenido que apoyar a las familias que se quedaron sin trabajo o perdieron a alguno de los padres por el Covid-19. Para ello hemos distribuido canastas de víveres y kits de aseo de forma mensual».

Orgullosa de todos los logros que el colegio ha cosechado desde su creación, como acudir a la Jornada Mundial de la Juventud en 2013 o participar en los Juegos Panamericanos 2019, la hermana Elizabeth está convencida que sólo a través del servicio y la solidaridad es posible transformar el mundo, abriendo los ojos y el corazón para dejarnos interpelar por los que más sufren.

Que estos testimonios de servicio sean motivo de inspiración y aliento para unirnos en fraternidad, solidaridad, y aprender a encontrar el rostro de Jesús en los más desvalidos.