Cada 26 de agosto se celebra el Día del Adulto Mayor en el Perú, fecha para conmemorar el valioso aporte y legado de las generaciones mayores, que son signos vivos de la benevolencia del Dios amoroso que otorga vida en abundancia.
En reiteradas ocasiones, el Papa Francisco nos ha recordado que los ancianos son un regalo para el futuro de la humanidad, porque gracias a sus caricias «hemos vuelto a levantarnos y hemos reanudado el camino, nos hemos sentido amados y sanados por dentro». Por lo tanto, su voz profética y sabiduría deben atesorarse como el camino para reabrir un futuro más esperanzador.
En ese mismo espíritu, la Iglesia de Lima reconoce la presencia de los adultos mayores en la vida de nuestra sociedad. Y hoy queremos compartir el conmovedor mensaje de cuatro hermanos y hermanas que nos emocionan con sus palabras.
Gilmer Torres: “Llevamos la memoria de nuestra generación y de nuestro pueblo”
A sus 74 años, Gilmer Torres Ruiz es un artista peruano que ha marcado a muchas generaciones. Compositor de canciones emblemáticas como ‘El Profeta’, Torres Ruiz se ha desempeñado como docente y cantante. Ahora, se dedica como colaborador en el Apostolado de Rosario en Familia.
«Uno, a veces, suele decir que los tiempos de antes fueron mejores. Yo creo que es cuestión de ubicarse en su tiempo y encontrar las cosas buenas de cada época. Nuestra vida como adulto mayor vale la pena», indicó el cantautor.
Por eso, el diálogo intergeneracional es importante para compartir este «tesoro de la sabiduría de los adultos mayores». Lamentablemente, Gilmer reconoce que hay un maltrato hacia las personas mayores: «Tal vez no ha llegado mucho a la consciencia de las nuevas generaciones y no se percatan que, finalmente, es una etapa a la que todo el mundo va a llegar», aseveró.
«Los adultos mayores llevamos la memoria de nuestra generación, de nuestro pueblo. Si la memoria de nuestro pueblo no se mantiene, ni se sostiene o cuida, entonces, pierde su identidad. Y cuando no hay memoria, no hay identidad», advirtió.
Carmen Huapaya: “Merecemos respeto. No ser tratados como niños”
Con más de 20 años de experiencia, Carmen Huapaya Toledo se desempeña actualmente como auxiliar contable en la Catedral de Lima. A sus 69 años, ‘Charito’, como le dicen de cariño, reconoce que extraña las cosas que podía hacer cuando era joven: «Me siento limitada en algunos aspectos: no poder correr como antes o ir a reuniones. Sin embargo, a mi me gustaría seguir trabajando porque aún tengo la capacidad de hacerlo. Esto es un reto para mi vida», expresó.
A pesar de sus limitaciones, Carmen Huapaya considera que los adultos mayores no deben ser tratados como niños: «merecemos más respeto y más confianza, necesitamos que nos den nuestro espacio para continuar desarrollándonos», acotó.
Antes de despedirse, ‘Charito’ nos pidió que compartamos este mensaje con las próximas generaciones: «Que sigan sus sueños, que no se aparten de estudiar, que tengan una profesión y no se olviden de los valores, porque eso es muy importante para salir adelante».
Augusto Choy: “Una real acogida y reconocimiento al adulto mayor”
Para Augusto Choy, «aprender a tener paciencia y perseverancia» es la lección más importante que rescata de sus 63 años de vida. Una buena parte de esos años han ido a parar en el Arzobispado de Lima, donde se desempeña como cajero en la Oficina de Contabilidad y Tesorería.
Agradecido por los esfuerzos de nuestra sociedad por reconocer el aporte de los adultos mayores, Choy considera que este reconocimiento debe hacerse extensivo en todas las prácticas de la vida: en el trabajo, en la calle, en el transporte público y en el hogar. «Debe haber una real acogida al adulto mayor, un reconocimiento a la dedicación de tantos años de vida y su contribución al desarrollo del país», afirmó.
Estela Linares: “Tenemos mucha sabiduría para compartir”
Felicitas Estela Linares, de 83 años, es miembro de la comunidad de Sant’Egidio Perú. Dedicada en vida a la sociología y el periodismo, Felicitas se acongoja cuando recuerda que no puede volver a tocar el piano: “Si alguna vez tuviera la oportunidad, me gustaría poder volver a tocar la música. Ahora no puedo hacerlo porque mies pies ya no se mueven bien», confesó.
«De mi juventud, echo de menos el afecto, el amor. Yo he sido una persona muy enamorada, enamorada de todo», ha expresado Estela Linares. Y, aunque sus limitaciones físicas le impiden continuar explorando su pasión por la música, ella sabe que aún hay muchas razones para vivir en esperanza: «Tenemos mucha sabiduría para compartir con los jóvenes. Tenemos la responsabilidad de compartir lo que sabemos para soñar juntos un futuro mejor», precisó.