Al celebrar el Día del Padre , Monseñor Carlos Castillo, inspirado en las parábolas de la semilla, recordó que Dios quiere el florecimiento de todo nuestro pueblo para que su Reino no sea solamente en el «más allá», sino en esta historia y en el presente.
Este es un llamado que se extiende a todos los que desarrollan el rol de la paternidad, especialmente, a los padres de la Patria que tienen a cargo de la dirección del país: «Para que haya un mejor futuro entre nosotros y nuestras familias, seamos como este hombre que plantó su semilla, tuvo paciencia y, simultáneamente, surgió de ella un árbol fuerte para acoger a todos y avanzar como la familia de todos los peruanos y de la Iglesia», comentó.
Monseñor Castillo reflexionó sobre las dos parábolas del Evangelio de hoy (Mc 4, 26-34), que nos invitan a considerar a Dios como un Padre amoroso y paciente que siembra la semilla del Reino en cada uno de nosotros. «Ese Reino del Padre se presenta como esa semilla que va creciendo y va haciendo fruto por ella misma. Dios no es autoritario, Él suscita nuestra vida, hace que nos desarrollemos poco a poco, y solamente cuando germina el fruto, se puede hacer la cosecha y se puede compartir esa cosecha», expresó.
Esta imagen de un Dios que fomenta el crecimiento gradual y fructífero fue resaltada como un ejemplo para los padres, llamados a cultivar y acompañar el camino de vida de los hijos, de la familia y la sociedad:
Una de las crisis más grandes que tenemos en la humanidad es la dificultad de ser padre en esta sociedad. Y para esto necesitamos superar esa imagen del padre autoritario y reconocer la importancia de un padre amoroso y paciente que acompaña.
A la vez que Dios es paciente, simultáneamente, compara el Reino de Dios con la semilla de mostaza que, una vez sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos. El arzobispo de Lima sostuvo que Dios no es una especie de «dios melifluo o engreidor», Él sabe que «el verdadero amor suscita la responsabilidad y fortaleza de la persona para que sea treja».
Ninguno de los dos extremos, actitud autoritaria o actitud engreidora, contribuyen a una paternidad responsable. Por eso, el Prelado hizo un llamado a superar estas dos formas de comprender la vida y plantear una manera distinta de educarnos. «Dios es maestro, nos enseña pedagógicamente y nos conduce a una experiencia de amor verdadero, pero sin perder el horizonte y la exigencia de nuestra misión en este mundo», resaltó.
Esta invocación también fue dirigida a todos los padres de la Patria y dirigentes que tienen en sus manos las decisiones del país: «Hay que saber dirigir y ordenar, reconociendo el propio límite, el valor y la necesidad de los demás en cada situación, en cada caso. Hay muchos problemas en este momento y tenemos que recurrir al mensaje que nos dejan las parábolas: paciencia, cariño con el pueblo y firmeza en las cosas importantes», agregó.
Si el Reino de Dios se parece a un hombre que plantó una semilla es porque el Reino de Dios tiene que parecerse a nosotros, acá, en esta historia. Dios ha venido a salvarnos completamente, es decir, a salvarnos en esta tierra para llegar plenamente al Reino definitivo.
La Eucaristía del domingo XI del Tiempo Ordinario se ofreció especialmente por los 160 años de veneración de la Santisíma Cruz del Solar El Jaime.