Cientos de fieles se congregaron en los exteriores de la Catedral de Lima para participar comunitariamente de la Misa de Domingo de Ramos, presidida por nuestro arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo. Junto a sus obispos auxiliares, el Prelado hizo un llamado a «volver a las raíces de la fe cristiana» y dejarnos inspirar por el Señor, que pasa por nuestras vidas, nos interpela, nos llama, nos acompaña y resucita para recrear nuestro país.
«Que esta Semana Santa sea motivo para que todos nos adentremos hondamente y nos identifiquemos con el anonadamiento de Jesús, que permite siempre dar oportunidad al Otro sin apabullarlo ni destruirlo», comentó en la homilía.
Monseñor Castillo explicó que el Domingo de Ramos marca el inicio del «camino definitivo de Jesús», que siempre caminó en el corazón de su pueblo «para servirlo y no para servirse de él». Y su entrada triunfal a Jerusalén no es sinónimo de poder, sino un signo de esperanza para la humanidad que nos recuerda que debemos ser «servidores gratuitos y sencillos».
La Semana Santa, sostuvo, es «para tomarnos en serio» y «entrar a lo profundo» en el misterio de la muerte y Resurrección de Jesús, que es el «fundamento de toda esperanza en medio de los males, las hambrunas, las crisis, las guerras y las ambiciones que tenemos los humanos».
El arzobispo de Lima exhortó a vivir estos días de reflexión con un sentido de gratitud y conversión, dejando de lado ese «criterio un poco frívolo» de repetir las cosas por costumbre, sin seguir hondamente el camino de Jesús y dejarnos tocar por Él. «Si una fe no es capaz de transformar nuestra comunidad cristiana es porque esa fe tiene algo de estéril y superficial, algo de frívola», reiteró.
Estamos llenos de problemas espirituales que repercuten en la sociedad. Ahora que hemos venido para caminar con el Señor, tomemos en serio las consecuencias de ser cristianos y hagamos lo posible por dejar que el Espíritu del Señor invada todos los aspectos de nuestra vida.
El Primado del Perú ha resaltado la importancia de dejarnos convertir por el Señor en «hombres y mujeres nuevos que aprendan a amar a manos llenas», respetando el bien común con que se erigió la constitución primera del país. «Recordemos que todo nuestro país es una Nación que está al servicio de toda la Patria, y nadie puede ser dueño de ella, ni usarla para la vileza de la corrupción y los intereses propios, sino que todos participamos en común para ayudarnos», precisó.
Pensar en el bien de todos y no en el de unos pocos, supone «aprender a renunciar a nuestros intereses» para «ver cara a cara los problemas», sin esconderlos, sino tratándolos para conseguir un consenso general de paz y amistad.
Volver a nuestra hermandad original
En otro momento, Monseñor Castillo hizo eco de las palabras del Papa Francisco en el Ángelus de esta mañana, con su llamado a «volver a nuestra hermandad original» y pidiendo el cese de la violencia en la martiriada Ucrania, el fin de la guerra entre Israel y Gaza, y condenando los atentados terroristas en Rusia.
El buen cristiano sabe que hay que insistir en la Paz, en volver a nuestra hermandad original para no cometer el pecado original de «comernos» la reflexión y actuar por instinto, sin pensar.
A ejemplo de Toribio de Mogrovejo
Monseñor Castillo ha querido recordar, en este Domingo de Ramos, el testimonio de vida de Toribio de Mogrovejo, santo peruano y segundo arzobispo de Lima de la historia del Perú, que hace 418 años murió en Zaña, en la casa de un indio. «Su muerte es un signo de Cristo en nuestra historia que marcó definitivamente la vida de la Iglesia. Toribio de Mogrovejo se peruanizó con nosotros y, por eso, es el patrón de todos los obispos de América», expresó.
En memoria de Monseñor Romero
El arzobispo de Lima también ha tenido presente en sus oraciones a Monseñor Óscar Romero, que «derramó su sangre, como Jesús,» y fue «asesinado en el Altar» por hablar con claridad y buscar la reconciliación del país, elevando su voz para decir que, ante una orden de matar, primero, debe primar la ley de Dios antes que la ley de los hombres.
Todos unidos, levantando nuestros ramos con alegría, caminemos hacia Jerusalén con Jesús para compartir el pan y la vida.
La Eucaristía de este Domingo de Ramos contó con la presencia de los obispos auxiliares de Lima: Monseñor Guillermo Elías, Monseñor Ricardo Rodríguez, Monseñor Juan José Salaverry, y Monseñor Guillermo Cornejo. También nos acompañó el Coro Arquidiocesano Juvenil de Lima.
A vísperas del Domingo de Ramos, la Basílica Catedral de Lima recibió la visita de las sagradas imágenes del Señor del Santuario de Santa Catalina y el Señor del Santuario de Santa Catalina.