Educación inclusiva en Perú: educar es un signo de amor

Cada 16 de octubre nuestro país celebra el Día de la Educación Inclusiva, fecha para recordar que todos merecemos una educación digna, con igualdad de oportunidades educativas sin ningún tipo de distinción.

Como hijos de Dios, es importante y necesario que comprendamos que la educación debe ser inclusiva, como diría el Papa Francisco: «la educación es un movimiento inclusivo. Una inclusión que va hacia todos los excluidos: por la pobreza, por la vulnerabilidad debida a guerras, hambrunas y desastres naturales, por la selectividad social, por las dificultades familiares y existenciales. Una inclusión que se concretiza en acciones educativas a favor de los refugiados, de las víctimas de la trata de seres humanos, de los migrantes, sin distinción alguna de sexo, religión o etnia. La inclusión no es un invento moderno, sino una parte integral del mensaje salvífico cristiano. Hoy es necesario acelerar este movimiento inclusivo de la educación para poner coto a la cultura del descarte, cuyo origen es el rechazo de la fraternidad como elemento constitutivo de la humanidad”. 

Inspirados en esa fortaleza que nos da el Espíritu, queremos compartir el mensaje de quienes tienen la misión de evangelizar y educar con el testimonio de sus vidas: los maestros.

La educación es un derecho, no un privilegio. 

La profesora Carlota Blanca Astocondor Molina trabaja en la unidad educativa “2002 Mariscal Ramón Castilla”, en el distrito del Rímac. Ella considera que la educación no es un privilegio, sino un derecho:

“Debemos considerar a la diversidad como un valor, sensibilizando como seres humanos y el amor al prójimo, respetando sus derechos, en especial dentro de las Instituciones Educativas formando a nuestros estudiantes a vivir en una sociedad más justa más humana y cristiana. Atendiendo y priorizando sus necesidades para que sean útiles a la sociedad”, comentó la docente.  

Para Carlota Astocondor, el amor de Dios nos invita a vivir las obras de misericordia con todos, especialmente con los más vulnerables: “como Iglesia estamos llamados a llevar una voz de esperanza, calma, tranquilidad a quienes más lo necesitan, a mostrar siempre que Dios está con nosotros», agregó.

Desde el lugar o cargo que tengamos, podemos continuar nuestra tarea evangelizadora estando al lado de quienes menos oportunidades tienen.

Finalmente, la profesora Astocondor hizo un llamado especial a todos los maestros: «llevemos en nuestras manos un proyecto de vida para nuestros estudiantes inclusivos, por su condición de vivir en un cerro olvidado de extrema pobreza u otros; dándoles las herramientas como puentes de esperanza para mejorar su calidad de vida como personas e hijos de Dios que tienen un proyecto de vida a cumplir en medio de la adversidad”.

La educación inclusiva rompe barreras.

“La educación inclusiva es importante porque rompe barreras y esquemas de vida en nuestra sociedad”, asegura con gran convicción la profesora Pierina Iglesias Lindo, docente de ODEC del colegio José María Eguren. 

“Como docentes, tenemos la misión de participar en el crecimiento de nuestros estudiantes con dificultades en lo intelectual, en lo visual, en lo auditivo y en lo motor también, para que ellos puedan desarrollar sus necesidades”, explica. 

Para Pierina, todas las acciones que hacemos por los más vulnerables están enmarcadas en el amor infinito y misericordioso de Dios que nos mostró que hay que amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo: «tenemos que dejarnos guiar por el ejemplo de amor misericordioso y compasivo que encontramos en el Evangelio. El Señor se identificaba con el dolor de los más necesitados, y los ayudó no para mostrar su poder, sino por amor, por solidaridad y gratuidad. Ese es el ejemplo que debemos tener todos los cristianos”, reflexionó.

La educación inclusiva no solo fortalece a nuestra sociedad, sino incentiva el respeto por las diferencias que tenemos, promueve un ambiente saludable en el aula. 

Para finalizar, la profesora Pierina recuerda que, «aunque tenemos diferentes problemas, siempre que apoyamos al más necesitado, al más vulnerable, el Señor nos fortalece cada día más, nos ayuda a seguir adelante y nunca nos abandona”.