Este viernes 1 de noviembre, día de Todos los Santos, el pueblo de Lima se congregó masivamente en el corazón de la capital para caminar junto al Señor de los Milagros en su último recorrido procesional. Llegado el mediodía, el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo, presidió la Celebración Eucarística.
«Estamos llamados a ser santos por medio de Jesucristo – comentó Mons. Castillo al inicio de su homilía – todos somos potencialmente santos porque tenemos intenciones bondadosas para el otro, porque Dios es amor y cuando amamos somos santos. Jesús hace que nosotros, siendo pecadores, podamos ser santos».
También estuvieron presentes Mons. Guillermo Elías, Obispo Auxiliar de Lima; Mons. Jorge Carrión, obispo de Puno; y el director espiritual de la Hermandad del Señor de los Milagros, Jaime Calvo.
Jesús se ha hecho nuestro para que seamos felices
El Señor nos llama a ser dichosos y benditos – «nos dice que todos somos llamados a ser felices, felices los pobres de espíritu, felices los que sufren, felices los que lloran. Todas estas expresiones del amor de Dios las podemos vivir nosotros hoy porque Jesús se ha hecho nuestro, nos comunica ese amor y nos da la capacidad de amar a todos y a todas».
El obispo de Lima recordó que Dios quiere la salvación de todos, «no de algunos especiales o de algunos «purísimos» que se separan de la gente» para hacerse llamar «verdaderos cristianos o católicos»:
Todo el pueblo fiel en sus dificultades está llamado a la salvación, y Dios quiere que entre en el camino del amor, de la justicia, de la paz, y de la alegría.
«Dios ha venido no para que estemos tristes sino para que seamos felices y llenemos de felicidad a la humanidad a través de una vida dedicada a cultivar el amor» – subrayó.
Somos apertura de amor, «hechos en salida»
¿Qué significa que todos somos «hechos en salida»? – Cuando nacemos empezamos a abrirnos, nacemos para la apertura: brazos para abrazar, ojos para admirar y ver lo lindo y lo bello del otro – explica el Arzobispo de Lima.
Hay en nosotros una maravilla de apertura para reconocer, para ser amigos, para vivir y construir juntos gracias a la inspiración del Espíritu, la felicidad
«Ser santo es dejarnos llevar por el Espíritu para realizar lo que somos, apertura de amor» – prosiguió –«sabemos que por medio de la fe el Señor hace de nosotros un pueblo nuevo, una tierra nueva, en donde todos amamos al Señor y nos amamos los unos a los otros».
Acompañar el camino de las víctimas de nuestro país
«Dios está, en primer lugar, con la víctima» – dijo en otro momento – «Él, que fue víctima también, acompañaba a las personas que sufren, y nosotros estamos llamados a reparar las heridas y hacer justicia por las víctimas».
Por eso, este camino de peregrinaje por nuestros barrios junto al Señor de los Milagros es una oportunidad para que todos «llevemos en el corazón nuestro compromiso profundo de pedirle al Señor que nos dé fuerzas para ser como Él, y para amar como Él nos ha amado».
Vamos a pedirle al Señor de los Milagros para que podamos acompañar el camino de todos los desvalidos de nuestro país.
Ser un misionero milagroso para el Señor, por lo tanto, no es una cuestión personal, también debe ser comunitaria, institucional y parroquial: «siempre al servicio de los que más necesitan, de las madres maltratadas, de las personas que han sufrido violencia y violación, de las personas que sufren hambre y miseria» – exhortó el Arzobispo de Lima.
«Sigan todos el ejemplo de nuestras madres nazarenas que cuidan de nosotros y nos permiten este encuentro todos los años, y ayudémonos a caminar hacia la dicha y la esperanza de nuestra sociedad», concluyó.