En medio de la fuerte crisis política, social y sanitaria que vive nuestro país, Monseñor Carlos Castillo, Arzobispo de Lima y Primado del Perú, presidió la Celebración Eucarística de este Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, en memoria de los dos estudiantes universitarios que fallecieron durante la manifestación del sábado 14 de noviembre. El Arzobispo oró por todos los jóvenes, estudiantes, rescatistas, voluntarios, periodistas y personas que permanecen en los hospitales producto de la agresión que recibieron en las marchas.
La Misa contó con la presencia de un grupo representativo de jóvenes de las Parroquias de nuestra Arquidiócesis que participó de las protestas de forma pacífica: «queremos agradecer a los jóvenes por la fuerza de su conciencia, la valentía de su espíritu, la seriedad de su paz, la capacidad de decir las cosas con alegría y esperanza», expresó Monseñor Castillo.
Los jóvenes serán los herederos de esta Nación y del mundo próximo, y se necesita que les dejemos una herencia de virtud, de amor verdadero, de seriedad, pero sobre todo, que podamos erradicar la corrupción y la locura.
En el día de la IV Jornada Mundial de los Pobres, el Arzobispo recordó a todos los jóvenes que hicieron escuchar su voz en las calles: «la mayor parte de nuestros jóvenes que acudieron a marchar son hijos de familias pobres y sencillas que quieren que las cosas se enfrenten en la raíz del problema, no en la superficie», acotó.
«Estamos más pendientes de engrosar los bienes en vez de compartirlos».
En ese sentido, la Parábola de los talentos que narra el Evangelio de Mateo (25, 14-21), representa una oportunidad para «comprender el sentido que tiene nuestra responsabilidad de ser creyentes y misioneros, nuestra responsabilidad humana que obedecen a los dones que cada uno ha recibido, especialmente el don más preciado: nuestra capacidad de amar», indicó Carlos Castillo.
Los dones que recibimos del Señor son abundantes, y estamos llamados a emplearlos bien, a saber compartir lo que tenemos. Esto no ocurre cuando «nos embolsicamos y acumulamos las cosas, de tal manera que nos hinchamos como una pelota y estamos más pendientes de engrosar los bienes en vez de compartirlos».
Lo que se ha dado para compartir y crecer en amistad, no puede ser guardado egoístamente. Y este es uno de los problemas que sufrimos como país, porque hay un grupo de personas que se engrosan el dinero de toda la Nación y que han aprendido, sistemáticamente, a corromper la vida de nuestro pueblo, a corromper las posibilidades de desarrollo, especialmente el desarrollo de los pobres.
«Cuando la corrupción se hace presente en el corazón de la vida de una persona y de una sociedad, necesitamos rectificar esos errores y todo lo que se deriva de allí. Por esa razón, las decisiones no pueden tomarse sobre la base de la ambición», manifestó el Arzobispo.
Monseñor Carlos precisó que necesitamos «ahondar profundamente en cómo construimos la paz entre nosotros, cómo crecer en vocación y en servicio para construir una sociedad mejor».
Jóvenes, no se dejen robar la esperanza.
En otro momento, refiriéndose a los dos estudiantes universitarios que murieron durante las protestas: Jack Brayan y Jordan Inti, Monseñor Castillo recordó las palabras del Papa Francisco a los jóvenes peruanos durante su visita a nuestro país: «¡No se dejen robar la esperanza! Y la esperanza está puesta en nuestros jóvenes. Por eso, tiene que haber una investigación seria sobre los asesinatos cometidos y se tiene que asumir la responsabilidad de estas decisiones», apuntó.
La paz se construye con esfuerzo y diálogo, renunciando a los propios intereses. Es un camino difícil, pero no imposible.
«Les digo a esas personas que han disparado, las mismas palabras que Monseñor Óscar Romero dijo antes de morir: ‘Ante una orden de matar, debe primar la ley de Dios sobre la ley de los hombres. Y la ley de Dios dice: no matarás’. Ya es hora que en nuestro país se respete y se luche por la vida de todos», reflexionó el Arzobispo.
No le dejemos a nuestros jóvenes el legado de una generación vieja, angurrienta, encerrada en sí misma, apolillada y llena de hongos por la gran cantidad de plata que tiene y no comparte.
«Que este camino nos haga recapacitar a todos, y quién tenga que desistir, desista, quien tenga que rectificar, rectifique, y quien tenga que renunciar, renuncie. Que Dios bendiga al Perú y nos haga ser una Nación próspera y esperanzada. Demostremos que es posible cambiar por medio del Espíritu Santo que nos ilumina a todos», concluyó.
Jóvenes: «Oremos por la resurrección de nuestro país»
Durante la Celebración Eucarística, los jóvenes expresaron, a través de intenciones, el deseo de un país más justo y fraterno:
«Oremos por la resurrección de nuestro país, que sufre el duro golpe de la crisis sanitaria, política y social que acongoja a tantos hogares del Perú. En medio de la tragedia humana que vivimos y sentimos, sé Tú Señor, una luz de esperanza», fue el pedido de uno de los chicos.
«Te pedimos Señor por nuestras autoridades y gobernantes, para que, guiados por la gracia de Dios, sirvan a nuestro país con justicia, respetando los derechos humanos y la dignidad de cada peruano y peruana», expresaron los jóvenes en representación de nuestra Pastoral Juvenil.
«Por todos nuestros jóvenes, estudiantes, voluntarios, rescatistas, periodistas y personas afectadas en estos días de manifestación. Por su pronta recuperación. Nuestra mente y corazón está con ustedes», pidió uno de los muchachos que acudió a las protestas pacíficas.
Señor, los jóvenes nos unimos al profundo dolor que enluta a nuestro país. Queremos pedirte por nuestros estudiantes universitarios Inti Sotelo y Jack Bryan Pintado, por sus padres y hermanos. Hoy no podrán abrazarlos más. Abrázalos Tú Señor y reciban el abrazo de todo el Perú.