El Señor suscita en nosotros la capacidad de amar y de servir

En su reflexión sobre el Evangelio de hoy, Monseñor Carlos Castillo señaló que debemos estar atentos a las situaciones que vivimos para encontrar al Señor en medio de la adversidad. «No podemos ser insensibles a lo que vive la gente», dijo. «El Señor nos ama gratuitamente y suscita en nosotros, la capacidad de amar y de servir. Que este servicio se prolongue, también, hacia todas las autoridades y a todos los que tenemos alguna responsabilidad; y también, se extienda a todos ustedes, a todo nuestro pueblo», comentó.

El prelado también pidió que aunamos esfuerzos y acudamos a nuestras parroquias para llevar víveres y menestras en favor de las ollas comunes de nuestra ciudad. La Eucaristía de este Domingo XIX del Tiempo Ordinario fue concelebrada por Monseñor Javier Salinas, obispo auxiliar de Valencia.

Leer transcripción de homilía de Monseñor Castillo.

Comentando el Evangelio de Lucas (12,32-48), Monseñor Carlos afirmó que el Señor quiere hablarnos para ayudarnos a comprender cuál es la misión específica de la Iglesia en un mundo convulsionado: «Estamos en un camino sinodal, un camino para ir juntos a anunciar el Evangelio en el mundo, a través de todas nuestras experiencias diversificadas y complejas en las que estamos», adelantó.

En ese sentido, el llamado que hace el Señor, «No temas, pequeño rebaño», es un aliento a sus discípulos, en medio de las dificultades, para que este «pequeño rebañito» tenga la fuerza de poner, en el centro de su misión, el anuncio del Reino de Dios. Así lo explicó el arzobispo Castillo:

«El Señor les recomienda a los primeros discípulos, y nos recomienda ahora también a nosotros, de saber que ese Reino lo tenemos en nuestro ser, en el camino de la Iglesia también, y en el camino de toda la gente interesante y buena que hay en el mundo(…) Si el Señor nos ha dado el Reino, es para que ese Reino de amor pueda ser vigente, visible y realizado con nuestras experiencias de servicio; y para eso necesitamos, evidentemente, en medio del miedo, ganar confianza y tener la capacidad de mirar dónde está germinando para hacer crecer al Reino», meditó el prelado.

Atentos a las situaciones para ver por dónde viene el Señor.

En otro momento, Monseñor Castillo hizo hincapié en la segunda indicación que el Señor dice a sus discípulos: ¡Estén vigilantes! «Esto es muy importante en nuestra fe», resaltó el obispo de Lima, porque debemos estar «atentos a las situaciones para ver por dónde viene el Señor, porque Él nos ha prometido que traerá definitivamente ese Reino y participaremos, pero no sabemos el día ni la hora; por lo tanto, la actitud cristiana verdadera, de confianza, se transforma en una esperanza, y siempre están a la espera de su Señor».

Estamos muy necesitados de percibir, en la adversidad que estamos viviendo en nuestro país, las maravillas de Dios. Un signo maravilloso de este tiempo son las ollas comunes, con el esfuerzo de nuestras hermanas que se unen para evitar el hambre. Tenemos que seguir aunando esfuerzos para que el pan no falte en las casas, y la Iglesia tiene que hacer eso como su misión.

Carlos Castillo reiteró que la Parábola del siervo vigilante nos recuerda nuestra misión como cristianos: ser servidores. ¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente su servidumbre para que les reparta la ración de los alimentos a sus horas? «Este pedido del Señor se dirige, especialmente, a quienes están a cargo de la dirección de nuestra Iglesia, a todos los obispos, párrocos, responsables de las catequesis, monjas y jefes de movimientos. El Señor nos invita a ser administradores fieles y solícitos para anunciar su Palabra y ser un signo que transparente el amor de Dios en la humanidad, sobre todo, en la adversidad», puntualizó.

Es indispensable seguir con el signo del Señor, porque ese signo, dócil y sencillo, implica que todos recuperemos nuestra humanidad como una humanidad entrañable que puede superar sus propios intereses y ver el bien común de todos.

«Hermanos y hermanas, no seamos como esas personas que piensan: “Como mi Señor tarda, entonces, me doy a la buena vida”. Sabemos que eso siempre puede pasarnos, sobre todo, porque estamos en un mundo en el que nos divertimos mucho porque nos distraemos bastante, pero no podemos ser insensibles a lo que vive la gente», reflexionó el Primado del Perú.

La Eucaristía de este Domingo XIX del Tiempo Ordinario, fue concelebrada por Monseñor Javier Salinas, obispo auxiliar de Valencia.