“Una buena política está al servicio de la Paz”1
“Quien quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 35)
Estimados hermanos y hermanas:
En el contexto de la Solemnidad de Pentecostés y ante la proximidad de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, los obispos del Perú, queremos acompañarles en los difíciles momentos que nos toca vivir, haciéndoles llegar la siguiente reflexión:
El próximo 6 de junio, elegiremos al presidente de la República, el primer servidor de nuestra Patria. Es un deber ciudadano ir a votar y emitir un voto responsable, pensando en el presente y en el futuro del país.
Que Dios nos conceda el don de la Sabiduría, para poder discernir y elegir lo mejor para nuestra Patria y así encaminarnos a superar la crisis social, política, económica, educativa, sanitaria y la corrupción que nos afecta y golpea a todos de manera especial a los más débiles y vulnerables.
La Iglesia invoca a votar de forma libre y bien informada e igualmente hace un llamado a la conciencia ciudadana para la buena elección de sus gobernantes.
En el contexto del bicentenario de la independencia nacional, estas elecciones deben ser una ocasión para fortalecer los valores fundamentales de la Nación: democracia, libertad, Estado de derecho, independencia de poderes, dignidad humana, la vida, la familia, la propiedad, el respeto de los tratados internacionales, que deben ser plenamente garantizados por el orden constitucional.
Con nuestra elección debemos también reafirmar los grandes valores éticos, morales y religiosos que sustentan a nuestra nación desde sus inicios y que constituyen la gran reserva moral del país que debemos cuidar y ennoblecer.
La Iglesia, en fidelidad a la dignidad humana, siempre ha rechazado y condenado al comunismo por ser un sistema perverso que reduce al ser humano a la esfera de lo económico y restringe las libertades fundamentales de la persona; así mismo, la Iglesia rechaza al capitalismo salvaje que reduce al ser humano al “consumismo” y al
afán de lucro desmedido, en desmedro de la dignidad humana. (Cfr. Centesimus Annus 8).
Igualmente, la Iglesia condena al terrorismo, la violencia venga de donde venga y a todo atentado contra la vida (Cfr. San Juan Pablo II Encíclica “Centesimus Annus”; Benedicto XVI, “Caritas in Veritate”).
La Iglesia, tiene como fuente de sus enseñanzas el Evangelio y lo anuncia en comunión con el Magisterio Pontificio y el Magisterio de la Iglesia en América Latina y el Caribe, que se sustenta en los principios de la dignidad humana, el bien común, la opción preferencial por los pobres, promoviendo una sociedad fraterna,
solidaria, y una economía inclusiva, pues nadie debe quedar “afuera”, como promueve la doctrina social de la Iglesia. (Cfr. Laudato Si, Fratelli Tutti).
La Iglesia fiel al Evangelio de Jesucristo, siempre ha estado y estará al servicio del país, como lo viene demostrando en este duro tiempo de la pandemia. Nuestra fuerza y nuestra esperanza proviene del Señor quien es modelo de toda persona y ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia (cfr. Juan 10,10).
La buena política debe también atender las urgentes necesidades, sobre todo de los más pobres y vulnerables y debe ser capaz de unirnos, no de dividirnos, pues “nadie se salva solo”; todos somos parte integrante de un país “de todas las sangres”, nadie puede ser “descartado” (Papa Francisco, discurso durante su visita al Perú en
2018).
Para fortalecer la democracia, es necesaria una ciudadanía activa, proactiva y vigilante que esté muy atenta para preservar el orden democrático ante cualquier intento de quebrantarlo.
Como ciudadanos necesitamos con urgencia recuperar la confianza entre nosotros para que juntos y con generosidad construyamos un Perú realmente fraterno, solidario, en paz. ¡No nos dejemos robar la esperanza!
Que el Señor de los Milagros bendiga al Perú y que la Virgen Santísima nos proteja, por la intercesión de Santa Rosa de Lima y de San Martín de Porras, defensores de los pobres.
Lima, 25 de mayo de 2021
Los Obispos del Perú.