Alrededor de 100 religiosas de distintas congregaciones en nuestra Arquidiócesis, participaron de un encuentro de la vida contemplativa en el Monasterio de Santa Rosa de Santa María. Reunidas junto a nuestro arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo y el obispo auxiliar, Monseñor Juan José Salaverry, las hermanas dedicaron una jornada de oración para reflexionar sobre el sentido de la contemplación y la sinodalidad.
El Encuentro de Vida Monástica inició con una Eucaristía presidida por Monseñor Carlos Castillo. En su homilía, el Prelado recordó que la contemplación está muy presente en la vida de María desde que recibe el anuncio de la Gracia y lleva en su seno al Señor. Por eso, en la tradición de la Iglesia, la contemplación ha sido «fuente de generación y fuente inagotable» que «enciende la esperanza y la alegría en el mundo».
María es una mujer contemplativa de Dios en la historia, en los acontecimientos. No vive separada del mundo, sino está metida en lo más profundo de nuestra humanidad.
El arzobispo de Lima afirmó que la dimensión contemplativa «es una dinámica de acogida del don de Dios que nos transforma y nos permite vivir de otra manera, a la manera de Dios». Y en ese dinamismo estamos llamados a encontrar el rostro de Dios en el Otro, en el corazón de nuestra humanidad.
En ese sentido, el Monseñor Carlos hizo especial énfasis en fortalecer la dimensión humana en la formación de la vida contemplativa y renovar los monasterios a partir de las iniciativas de las nuevas generaciones y su aporte al mundo.
Es necesario un cambio en la Iglesia para poder salir de una Iglesia que se «estanca» porque no sabe caminar con los tiempos y se «encierra» en el pasado.
Posterior a la Eucaristía, se desarrolló el primer tema del día: “María y la vida contemplativa”, a cargo del Fr. José Luis Santa Cruz, de la Orden Carmelita Descalzo, quien explicó que la persona contemplativa debe tener el corazón puesto a Dios y la mirada en la tierra y la realidad:
«La contemplación no es un fin en sí mismo, es un medio para alcanzar la unión con Dios. La persona contemplativa logra mirar lo que le falta al humano, al ser más pobre y sufriente del mundo. Y desde el corazón orante mantiene el compromiso de orar y fortalecer esas realidades», expresó.
Por su parte, el Padre Raúl Pariamachi abordó el tema: “María y la Sinodalidad” desde tres aspectos claves: como primera discípula que escucha con atención el llamado de Dios; como Madre que acompaña a su Hijo y acompaña a la Iglesia; y como profetisa que discierne los caminos de Dios.
«María es ícono de una Iglesia sinodal porque la acompaña con su cercanía, con su cariño maternal, su actitud orante y su capacidad de escuchar. Y se convierte, entonces, en modelo para construir una Iglesia sinodal en un mismo camino de peregrinación», manifestó.
Ser diferente no significa que uno está por encima del otro. Ser diferente significa que, en una Iglesia plural, rica y diversa, el Señor nos ha llamado con distintas vocaciones, carismas y ministerios.
Raúl Pariamachi.
Finalmente, al término de las ponencias, Monseñor Juan José Salaverry agradeció la participación de las diferentes congregaciones de hermanas religiosas de la vida contemplativa.
El obispo auxiliar de Lima reiteró el llamado a vivir la contemplación dentro del dinamismo de nuestra Iglesia, sin permanecer estáticos, dejando que esa contemplación personal con Dios «nos vaya transformando y haciendo fecunda nuestra misión en la Iglesia».
El Encuentro de Vida Monástica reunió a distintas representantes de congregaciones femeninas como: Orden de las Clarisas Capuchinas, Orden de Predicadores, Orden de la Inmaculada Concepción y Orden de San Agustín.
También se hicieron presentes hermanas de la Orden de la Santísima Trinidad, Orden de Santa Clara, y Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.