«Si queremos ser signo de la humanidad y del amor de Dios con todos los seres humanos tenemos que dialogar con todos y abrir el corazón». Esto ayuda a que «las personas se sientan unidas siendo diferentes», fueron las palabras del Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo en su reciente entrevista para el programa Diálogo de Fe.
Mons. Carlos Castillo explicó que uno de los problemas más grandes de la fe es que «una vez que uno se reconoce amado por Dios» a veces «se cree que el Señor no ama a los otros sino solamente a uno, creyéndose superior al resto». Este tipo de expresión que «separa y perjudica» se refleja, por ejemplo, cuando se «condena» a los que no van a misa.
«Dios nos hace justos – recuerda el obispo de Lima – no es que nosotros ganamos méritos para que Él nos premie, sino que Dios nos ama porque es nuestro Padre, y dándonos su amor somos justificados, es decir, somos considerados por Él. No tenemos asegurado por hacer una serie de obras el apoyo de Dios y la salvación».
El eterno problema de la intolerancia
Y recordando el robo de las imágenes amazónicas de la pachamama durante el Sínodo Amazónico y que fueron lanzadas al río Tíber, Mons. Castillo se refirió sobre la actitud de intolerancia y rechazo contra las personas que piensan distinto:
«Eso es un viejo problema que hubo en la Iglesia, el no considerar que lo único que llevamos a la gente es participar del amor de Dios, y que luego se tiene que traducir en sus propios términos en las culturas», expresó.
Como se recuerda, a raíz de este lamentable suceso en el Vaticano, el Papa Francisco ofreció disculpas públicas: “Como Obispo de la diócesis pido perdón a las personas que se han sentido ofendidas por este gesto”, comentó el Sumo Pontífice.
La exaltación propia: una manera de sustituir a Dios
En otro momento, el Arzobispo de Lima explicó que la exaltación propia es una manera de pretender sustituir a Dios porque la persona se vuelve cómplice de sus altanerías e interpreta a un «Dios a la medida».
Pensar que uno merece la bendición Dios porque es próspero y se ha esforzado es lo que hoy se conoce como teología de la prosperidad: «es verdad que uno puede prosperar, pero esa prosperidad, todo lo que tenemos, viene de dones de Dios que han sido trabajados por nosotros» – explicó.
«Para la tradición cristiana, la antropología cristiana, el ser humano es un administrador de los bienes dados por Dios, entonces nosotros mismos no nos hemos dado la existencia. Toda la constitución de la naturaleza y de nosotros es un don que estamos administrando y que algunos nos arrogamos como patrones y sustituimos a Dios que es el que realmente ha creado todo esto», añadió.
Unidad no es sinónimo de uniformidad
Finalmente, Mons. Castillo habló del Sínodo Amazónico que concluye este 27 de octubre en Roma.
«Las comunidades indígenas tienen condiciones de vida tales que requerirían probablemente de un rito propio que, recogiendo sus costumbres y manteniendo las cosas elementales como la consagración del pan y el vino, dejemos de lado otras cosas que no son, o que son costumbres en las ciudades».
«Hay personas que creen que eso es una locura – subrayó – lo mismo ocurrió durante el tránsito del griego al latín, fue un escándalo».
En ese sentido, el pastor de Lima insistió en que la Iglesia debe tener «una capacidad de comprensión» para ser «signo de la humanidad y del amor de Dios con todos los seres humanos». Por eso, tenemos que comprender que los seres humanos son diversificados, y tenemos que aprender a «dialogar con todos, abrir el corazón» para «comprender la maravilla que hay en todo y las personas se sientan unidas siendo diferentes».
«Las normas siempre pueden cambiarse – señaló Mons. Castillo – lo que no puede cambiarse son los principios fundamentales que nos han sido revelados como el amor de Dios gratuito, que no cobra y que viene de Él, y no los méritos que nosotros creemos que podemos ganar con él», concluyó.