Iglesia de Lima participó de Simposio por la Familia

Cientos de familias de nuestra Arquidiócesis se congregaron para participar del Simposio por la Familia, organizado por la Comisión de Vida y Familia. Los obispos Carlos Castillo y Guillermo Elías fueron los ponentes de estas dos jornadas de reflexión en torno a los desafíos y realidades de la familia como fuente de esperanza para la humanidad.

Parejas de novios, matrimonios y representantes de pastorales familiares parroquiales vivieron el Simposio por la Familia, celebrado el pasado 17 y 18 de septiembre en la Parroquia Santa Rosa (Lince) y en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe (La Victoria).

El simposio se desarrolló a partir de la propuesta de dos temas centrales: «La importancia de la familia en la regeneración de la sociedad», a cargo de Monseñor Carlos Castillo; y «La familia, esperanza para salvar a la humanidad», a cargo de Monseñor Guillermo Elías.

Mons. Castillo: «Familias generativas y sinodales»

El arzobispo de Lima profundizó el rol que cumplen las familias en la regeneración de la sociedad. Para ello, partió de la siguiente afirmación: «nos encontramos en una crisis de época», crisis que se ha prolongado a medida que el mundo ha evolucionado bajo la premisa de que, para ser felices, hay que «conquistar espacios». Este «exceso de dominio» es el reflejo de una concepción moderna orientada a querer controlarlo y poseerlo todo.

El tiempo de crisis no solo demanda una solución, sino una «regeneración», es decir, una renovación profunda de los principios sobre los cuales se fundamenta nuestra vida humana y cristiana. Un aspecto crucial es pensar en una fórmula integradora de familia que contemple las diversas manifestaciones y los desafíos significativos que las familias han venido experimentando en los últimos tiempos.

Para superar esta crisis desde el corazón de nuestras familias, Monseñor Castillo explicó que se necesitan dos criterios fundamentales: ser generativos y ser sinodales.

Por un lado, ser generativos implica la capacidad de crear, de fecundar nuevas formas de convivencia basadas en principios renovados. Ser sinodales, en tanto, requiere caminar juntos en familias, siempre en diálogo y participación mutua. El proceso de reeducación – precisó el Prelado – no consiste en imponer soluciones de manera unilateral, sino de proponer una reeducación compartida como sociedad mediante la escucha profunda, la interpelación y el intercambio crítico de experiencias.

Este enfoque sinodal y generador, basado en el diálogo y la reflexión conjunta, es lo que permitirá a las familias ser agentes transformadores en la regeneración social.

Mons. Elías: «Vivir el proyecto de Dios en el seno de nuestras familias»

Nuestro obispo auxiliar de Lima recordó que la familia es un centro de amor donde «reina la ley del respeto y de la comunión», como señala el Papa Francisco. Por lo tanto, todas las familias están llamadas a desarrollar su vocación fundamental: ser espacios donde se cultiven valores esenciales como base fundante de la humanidad.

El Administrador Apostólico de Piura y Tumbes también resaltó que es en la familia donde se forma la persona humana, desarrolla su identidad y capacidad para vivir en sociedad, lo que la convierte en un pilar esencial para la vida. Lamentablemente, en este proceso, las familias vienen afrontando un «analfabetismo afectivo», es decir, una ausencia muy honda para amar y ser amados.

Monseñor Guillermo Elías explicó que, muchas veces, se prioriza en las familias la formación académica y profesional de los hijos, pero se descuida la enseñanza del amor y las relaciones afectivas. Por ello, debe haber un mayor compromiso de las familias para preparar a las personas desde el seno familiar, y la Iglesia tiene una misión trascendental para lograr este propósito: escuchar, acompañar y no juzgar.

«Las familias no solo son receptores pasivos, también son agentes activos que pueden vivir el proyecto de Dios», afirmó el obispo. Las familias están llamadas a acoger y vivir este proyecto, adaptándose a las condiciones del mundo actual, construyendo el amor y la comunión en su propio en torno y en la sociedad.

Finalmente, Monseñor Elías aseguró que la parroquia debe ser vista como una «familia de familias», es decir, una comunidad en la que se gesten espacios para el diálogo y la escucha:

«No se puede reducir la vida comunitaria parroquial a la mera administración de sacramentos. Aunque los sacramentos son importantes, lo esencial es que las parroquias también promuevan la vivencia del amor y la comunión entre las familias», acotó.