Este viernes 12 de junio se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, fecha que cobra gran importancia ahora que la pandemia ha obligado a muchos menores a realizar trabajos inadecuados para su edad, a fin de ayudar a sus familias en condiciones de extrema pobreza.
Según un reciente informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se estima que, debido al COVID-19, la tasa de trabajo infantil en nuestro país (alrededor de dos millones según INEI) podría incrementarse hasta en 3 puntos porcentuales.
En medio de esta realidad, la Iglesia de Lima reconoce el esfuerzo solidario de las Parroquias de nuestra Arquidiócesis y el trabajo en conjunto con las comunidades de laicos para acudir a las calles de la ciudad y ofrecer ayuda a cientos de niños trabajadores.
Parroquia Nuestra Señora del Camino: construir una sociedad más justa y fraterna
Antes de la cuarentena, la Parroquia tenía implementado hasta cuatro comedores para atender a más de 450 niños, niñas y adolescentes, sin embargo, producto de la pandemia se vieron obligados a cerrar sus instalaciones: «solíamos atender a cientos de menores para que almuercen antes de ir a estudiar, pero con la expansión del Covid-19 ya no podemos cocinar, en cambio, llevamos los víveres a sus casas para que sigan alimentándose», expresa el Párroco Néstor Juipa.
Las donaciones de víveres llegan gracias a la gestión de la Parroquia con otras instituciones, una acción solidaria que ayuda a todos los niños que en estos momentos no pueden continuar beneficiándose del proyecto PINIFE (Proyecto Integral Para Una Niñez Feliz), una iniciativa que ofrecía educación básica a muchos menores.
Como Iglesia respondemos al compromiso de Cristo con los más vulnerables, los más pobres, y queremos que ellos también tengan esta oportunidad para desarrollarse y crecer respondiendo al Evangelio
Por otro lado, Néstor Juipa también contó que la Vicaría de la Pastoral Social y de la Dignidad Humana – Cáritas Lima, viene colaborando con los más de 30 niños que acudían a la Guardería Santa Mary y los 150 niños vulnerables de la cuna parroquial: «recibimos la entrega de materiales, cuadernos y libros para el desarrollo educativo de los niños. Cáritas Lima nos permite dar un apoyo fundamental para que los padres no salgan a trabajar con sus hijos, sino que ellos se queden en las cunas», resaltó.
Todo niño tiene derecho a vivir su etapa de niñez, a desarrollarse y crecer, a jugar y a ser protegido, para que cuando crezca pueda construir una sociedad más humana y fraterna.
Parroquia San Lázaro: transformar la realidad desde la comunidad solidaria
«El primer derecho de un niño es el derecho a la felicidad, a la alegría, al juego, eso es constitutivo de cada niño – señala el Padre Carlos Eli Valderrama Arones, Párroco de la Parroquia San Lázaro – el segundo derecho es a la alimentación, la salud, la educación. Por culpa del trabajo infantil los niños se privan de la oportunidad de crecer sanamente».
En la Parroquia San Lázaro la solidaridad emerge en el corazón de sus laicos, quienes se han organizado para ayudar a los niños que viven en la quinta de San Jacinto, a la altura de la cuadra 5 del Jirón Trujillo, exactamente al frente de la histórica Iglesia: «los niños salen desde temprano a pedir limosna en la calle y sabe Dios si tomarán desayuno o almorzarán», narra el Padre Valderrama.
Gracias a los donativos semanales que reciben de Cáritas Lima, la comunidad de San Lázaro puede llegar a muchos hogares y familias que pasan necesidad, incluyendo grupos de niños y niñas que viven en la quinta de San Jacinto: «Si queremos abordar el tema seriamente tenemos que defender los derechos fundamentales del niño, pero también ver la realidad y cómo podemos intervenir para transformarla» – precisa el Párroco.
La Iglesia es la institución que más cerca está en el día a día de nuestro pueblo, nosotros no tenemos horario porque los pobres no son nuestro trabajo, son nuestra misión, son nuestro quehacer diario. La Iglesia en salida se acerca a ese mundo de los disminuidos y descartados como lo son los niños que sufren la explotación
Pero el desafío de atender las necesidades de muchos niños que sufren el maltrato del trabajo infantil no puede resolverse en solitario: «se requiere un trabajo articulado interinstitucional, la Iglesia sentada en la misma mesa de trabajo con otras instituciones gubernamentales – reitera el Padre Carlos – tenemos que ponernos en las manos de Dios, preguntarle a Él ¿Señor cuál es nuestra misión ¿Qué desafíos tenemos que afrontar en esta actualidad? Dejar de ser egoístas y pensar más en el prójimo, aproximarnos a la realidad pobre de la gente».
Esta pandemia nos está enseñando que nosotros vivimos juntos en comunidad, que si el otro se cuida me cuida a mí y viceversa. Tal vez los templos están cerrados, pero la Iglesia se ha difuminado, está más viva que nunca.
Hoy más que nunca, como Iglesia de Lima, nos unimos al llamado del Papa Francisco y hacemos eco de sus recientes palabras sobre el trabajo infantil: «en muchos casos se trata de formas de esclavitud y reclusión que provocan sufrimiento físico y psicológico. Todos somos responsables de esto».