La Parroquia Nuestra Señora de Monserrat y San Sebastián se congregó este fin de semana para ser testigos de la presentación del padre René Jesús Mendoza Sevilla como nuevo párroco de la comunidad. La misa de Toma de posesión fue presidida por el Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo.
«Muchos de ustedes han hecho de este rincón un lugar de encuentro – comentó durante la homilía – así como María que salió de su tierra y fue a ver a Isabel, ustedes se asentaron en esta ciudad y no dejaron de tener relaciones estrechas de amistad, de tal manera que se fueron uniendo y encontrando para hacer de San Sebastián y Monserrat el rinconcito donde encontramos una esperanza para nuestra fe».
El Señor hace nacer un niño para alegrar a la humanidad
María sabiendo que Isabel estaba encinta va de prisa a ayudar, por eso es conocida en algunas partes del mundo como la Virgen del Mandil , porque «se pone su mandil para ayudar a Isabel en sus últimos tres meses de embarazo». Isabel,«la que llamaban estéril, la que ya no podía parir, estaba encinta, por eso dicen que Dios hace cosas imposibles»
Cuando la humanidad está vieja, cansada, con problemas y dificultades, el Señor hace nacer un niño para darle alegría a su pueblo
«Hoy día pasa una cosa linda, he puesto un párroco que se llama Jesús», un párroco que también nace con la bendición de María, y que a la vez «debe ser para todos un hijo y un padre, en el sentido que ya ha madurado, y tiene que ser responsable de todas sus almas. Yo se los he puesto por una sencilla razón, que muchos de ustedes son de origen quechua, y él lo habla muy bien».
María: primera discípula de Jesús
En otro momento, el Arzobispo de Lima explicó que la asunción de María no sólo se produce cuando sube en cuerpo y alma al cielo, sino que «comienza cuando participa del mismo Dios, cuando el hijo de Dios encarna en ella por obra del Espíritu Santo», cuando lo concibe «y desde allí comienza un camino en el Señor, con el Señor, a quien siempre acompaña y tiene que aprender».
«Por eso nuestro gran concilio del siglo pasado, al final del capítulo 8 de la constitución sobre la Iglesia dice que María es la primera discípula de Jesús, porque aprendió desde el vientre materno a seguirlo».
«Empezamos este camino de la comunidad de San Sebastián y Monserrat con la alegría del encuentro de estas dos mujeres que nos llama a constituir nuestras relaciones con la Iglesia en relaciones de amistad, de cercanía y de encuentro».
Siendo María mamá del que estaba destinado a ser el rey de Israel, «viene a visitar a una pobre mujer». Por eso Isabel le dice bendita tú entre las mujeres: «¿Cuándo se ha visto que las reinas, las primeras damas, las presidentes o gobernadoras vayan a visitar a la gente pobre y sencilla, y se queden tres meses?» – preguntó Monseñor Castillo.
María es una mujer que da razones de su alegría
Refiriéndose al cántico del Magníficat, el obispo de Lima indicó que María es una mujer que da razones de su alegría («Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en presencia de mi Dios»):
«No es cualquier alegría, no es una alegría cándida, es una alegría que tiene razones profundas. María se alegra porque Dios se fija en la humillación de su sierva», por lo tanto, inspirada en este gesto de gratuidad, ella se «fija en Isabel», enseñándonos que también debemos fijarnos «cuando las personas están en dificultades o sufriendo humillaciones».
Nosotros vivimos la alegría de la gloria de Dios y María en una sola cosa: Dios nos ha amado, Dios se ha fijado en nosotros
«Somos amados todos y nadie es olvidado de Dios, y los que no lo aman también son amados por Dios. Ese Dios que nos ama gratuita y generosamente es el que María reconoce como su amado, y toda la historia de la fe es la historia de ser amados, y con la fuerza de ese amor nosotros aprendemos a amar poco a poco, y por eso nuestra historia es una historia de pecadores que se dejan querer por el Señor».
María alienta a que los pobres vivan con justicia
«María alienta a que los pobres vivan con justicia, y por eso dice: ‘Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos, auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido’.
El Magníficat es un canto profundamente cristiano, y por eso, «no se puede ser cristiano y amar a Dios si no amamos al hermano y hacemos cosas justas por él, si no respetamos la justicia a todas las personas, de cualquier clase que sean».
«¿Por qué no vamos a decir todos y todas, o hermanos y hermanas? – preguntó Monseñor Castillo – Eso es un modo respetuoso de tratarse, eso es justicia desde el lenguaje, desde la delicadeza de cómo es una persona. Perdonen ustedes que en nuestra Iglesia nos tratamos todavía de forma machista, despreciando a la mujer. ¡Qué sería de la Iglesia sin las mujeres, sin las hermanas que ayudan todo el día!».
El camino sinodal de la Iglesia que debemos construir juntos
«En la Iglesia tenemos este ambiente abierto para dialogar, para vernos las caras, para compartir, para formar comunidades – recalcó – y ustedes tienen sus agrupaciones, sus asociaciones, sus cofradías, sus hermandades. Hay que convertir todo en comunidades con distintos nombres, pero siendo comunidad, porque siendo un país tan diverso y tan distinto la Iglesia debe ser un espacio para compartir la diversidad».
«Tenemos que convertir nuestra Iglesia en gran ejemplo de lo que es hablar y tratar las cosas. Por eso el Papa nos invita a todas las Iglesias del mundo a hacer un camino sinodal, de tal manera que no solamente mande el obispo, sino que el obispo también suscite conversar juntos, decidir juntos en común acuerdo».