El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Mons. Carlos Castillo presidió la celebración eucarísticas en la Parroquia San Juan Pablo II en el distrito de Surco. Participaron como con-celebrantes el párroco Dither Ruíz León, el vicario César Vialardi Sacín, el misionero franciscano: Ángel Tornero, y el misionero comboniano: Edinson Lopez
Mons. Castillo recordó las dos visitas del Papa Juan Pablo II en nuestra historia patria – «siempre preocupado por nuestra nación, especialmente en la segunda visita, en que el azote del terrorismo era terrible y el Papa vino para darnos aliento» – añadió.
Juan Pablo II siempre estuvo atento a los problemas humanos, especialmente a los problemas sociales, aquellos sitios y lugares en donde las situaciones eran trágicas y difíciles. Él decidió visitar casi todos los pueblos del mundo, por eso lo llamamos el Papa peregrino.
Un Papa es profeta y anunciador de la Palabra
«San Juan Pablo II tuvo especial interés en anunciar la Palabra a todas las naciones – recuerda el obispo de Lima – por eso el texto que lo pinta perfectamente es el del libro de Isaías: “qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena noticia”
En otro momento señaló que la Palabra de Dios está llamada siempre a ser proclamada, y especialmente «es la misión de un Papa que también es profeta y anunciador de la Palabra, como denuncia y como anuncio de esperanza».
«Gracias a que Juan Pablo II pasaba por el mundo muchas cosas cambiaron, situaciones difíciles se convirtieron en algo más fácil porque proclamó la Palabra de Dios a tiempo y a destiempo, hizo comprender cómo cada pueblo, cada cultura, necesita ser comprendida y tiene que dársele aliento para que crezca».
En ese sentido, cuando hacemos cosas importantes y significativas en el mundo, las hacemos «porque el Señor suscita en nosotros la capacidad de, a través del amor, enfrentar las cosas con creatividad» – explicó el Arzobispo de Lima – nuestro Dios no tiene medida porque «su amor es desbordante, su espíritu es total, y ese espíritu se mete en nuestro espíritu para ser nosotros de él y así poco a poco aprender a amar».
Creados para amar como el Padre, no para endiosarnos
Por último, Mons. Castillo subrayó que hemos sido creados «para ser semejantes a Dios en el amor, no para endiosarnos, sino para ser hijos que aman como el Padre, y por lo tanto, para crear entre todos nosotros una hermandad del amor».
«Juan Pablo II trató de meditar personalmente en su vida cómo hacer el bien a través de lo que sabía hacer. Muchos de los discursos que el Papa Juan Pablo II hacía venían de Ratzinger (Benedicto XVI). Juan Pablo II tenía la humildad de decir: “yo no soy experto”. Estas genialidades que solamente la humildad de la fe nos da, nos permite crecer y ser grandes, pero no porque busquemos ser grandes, sino porque es consecuencia de la actitud que el Señor nos enseñó».
«Por eso nosotros también si seguimos ese camino, de repente van a poner Santa Parroquia de Juan Pablo II – dijo entre bromas – porque escuchamos a la gente, la acompañamos, delicada y sencillamente, como esas personas que nos han ayudado en tantos momentos históricos difíciles», concluyó.